El escritor mexicano Carlos Fuentes critica este experimento, que en su opinión no ha funcionado. También advierte sobre el peligro real de que Estados Unidos, ante el fin de la Guerra Fría, se invente un nuevo enemigo. (Entrevista que publiqué en el diario El Espectador el domingo 19 de diciembre de 1993 y que he rescatado en 2013 por la vigencia de las ideas de Fuentes).
Carlos Fuentes tiene muy claro el papel que su país va a desempeñar en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá y dice que antes de temerle a Mickey Mouse, los americanos son quienes quizás deben sentir miedo a Pancho Villa.
El autor de 'Gringo viejo' critica la falta de interés de su vecino de la otra orilla del río Bravo por aplicar una política basada en principios de justicia y cooperación, y anota que el TLC dinamizará el sistema de su país, del que se ha llegado a afirmar es una 'dictadura perfecta'.
Fuentes, que entre otros reconocimientos ha recibido el Premio Cervantes, habla de la necesidad de rediseñar las organizaciones políticas y económicas mundiales, y subraya que la educación y la alimentación son los fundamentos de una sociedad moderna.
¿La universalización de la economía implica también un diálogo de culturas?
Inevitablemente, porque si no se va a convertir simplemente en una operación mecánica de mercados. De la macroeconomía no vive nadie, todo el mundo vive de la microeconomía. Si no se establece una relación vital entre el proceso de integración mundial y la vida concreta de los hombres y las mujeres en las distintas sociedades, vamos a tener choques y dificultades, por eso no hay que perder de vista el factor humano y social.
El TLC implica en cierta forma una americanización de la economía mexicana. ¿Puede ocurrir lo mismo con la cultura de su país?
No se trata de volverla americana. Se trata de hacerla competitiva, de hacerla participar más efectivamente en los sistemas mundiales de competencia e intercambio. Eso no es americanizar la economía. Es como decir que los Estados Unidos se japonizan porque tienen una relación intensa con Japón. En cuanto a cultura, la nuestra es mucho más fuerte que la de Estados Unidos. El problema es más del lado de ellos. En Estados Unidos hay veinte millones de hispanoparlante y factores de cultura sumamente profundos como son la familia, la religión, la lengua, la cocina y la música. De manera que esos factores corren a favor de nosotros, y en cambio la influencia norteamericana es bastante superficial y comercial, tiene que ver con la Coca Cola el McDonalds, eso e smoda y no atañe a las infraestructura profundas de la cultura. Yo no le temo a Mickey Mouse, pero los americanos quizás deban temerle un poco a Pancho Villa.
¿Estados Unidos está preparado para negociar con América Latina?
De ninguna manera. Son muchos años de ignorancia. El debate del TLC en el Congreso de los Estados Unidos lo que prueba es un alto grado de desinformación e ignorancia, más racismo, xenofobia y desprecio hacia México y América Latina en un alto grado que yo mismo no sospechaba. Además el factor migratorio está espantando mucho a los Estados Unidos, igual que en Europa. Si todo esto se coloca en una caldera resulta un cocido bastante explosivo, desagradable, que no asegura para nada que haya una política inteligente de Estados Unidos hacia América Latina. Y es una lástima porque una vez desaparecido el fantasma del comunismo y la Guerra Fría sería el momento de reestructurar relaciones de acuerdo con principios de justicia y cooperación, pero la arrogancia de ciertos países, su chauvinismo y su aislacionismo son muy grandes. Estados Unidos es un país muy desconcertado porque primero ya no tiene un enemigo en frente. Desde la guerra de la independencia siempre han tenido un enemigo que les da un sentido de identidad, que hoy no lo tienen, y lo grave es que s elo pueden inventar. Es un país muy cansado de su liderazgo de los últimos cincuenta años, quiere esconderse en sí mismo, apartarse del mundo, y esto no es posible. No se trata de que Estados Unidos sea un Leviatán intervencionista ni un ratón muerto de miedo metido en su cueva.
¿América Latina qué puede esperar de México ahora que pertenece al TLC?
Nuestra vocación latinoamericana no está en duda. Sabemos muy bien que América Latina empieza en la frontera norte de nuestro país. Contactos como el que ha conducido al acuerdo del G-3 prueban esa vocación. El acuerdo comercial con Chile, a pesar de ser muy reciente, ha dado grandes frutos. Estamos muy preparados para seguir perteneciendo y colaborando con América Latina.
¿El TLC puede dinamizar la vida política mexicana?
Sí. Es una de las ventajas del TLC. Al entrar mucho más de lleno al mundo de la competencia y la información, también entramos al mundo de la democratización creciente. Vamos a ser vigilados mucho más, y más vale que nosotros mismo hagamos nuestras reformas democráticas y que no parezca que estas son dictadas o impuestas desde afuera.
Después de Carlos Salinas de Gortari, ¿qué le espera a México?
Espero que lo que el pueblo mexicano quiere, que es mayor democracia, bienestar, una política determinada más por las organizacione sno gubernamentales, desde abajo, y no el tradicional sistema autoritario que ha imperado.
¿Cuál es su visión del Neoliberalismo?
Es un ilustre moribundo al que debemos enterrar con honores.
¿Es una tradición ajena a América Latina?
No, qué va, si la hemos practicado todo el siglo XIX; ya la conocemos. La teoría neoliberal, las virtudes del mercado, el goteo desde la cima hacia abajo las hemos practicado, pero no funcionaron en el siglo XIX y no van a funcionar ahora. Lo que pasa es que se han vuelto muy maniqueas las posiciones en cuanto a alabar o culpar al Estado, y alabar o culpar al sector privado, y se nos olvida que hay un factor de equilibrio que es el sector social, y fortalecer el sector social es lo que establece el equilibrio entre el factor de Estado y el factor Privado.
En el contexto de la crisis de Occidente, ¿América Latina representa una alternativa cultural?
Indudablemente. Tenemos una experiencia y una reserva cultura y humana absolutamente extraordinarias. Además somos un continente que por su propia debilidad ha debido poseer una imaginación jurídica internacional muy fuerte y es el momento de resucitarla. Antes de que nos impongan soluciones desde arriba, sería importante que América Latina invocase su gran tradicional internacionalista para hacer proposiciones viables para un nuevo orden internacional, para el funcionamiento de nuevas organizaciones internacionales que correspondan al nuevo milenio. No es posible que estemos regidos por organizaciones creadas en 1945 cuando el planeta tenía dos mil millones de habitantes y 44 naciones independientes.; hoy son cerca de 200 naciones independientes con seis mil millones de habitantes. Las organizaciones económicas, políticas y jurídicas posteriores a la Segunda Guerra Mundial ya no sirven, hay que reimaginarlas, y en eso América Latina tiene capacidad para hacer una aportación de carácter mundial muy trascendente.
Con el ingreso al TLC, en México se han despertado temores de mayor desempleo y aumento de la pobreza.
El proceso de libre comercio y la modernización, ahora que estamos entrando a una tercera revolución industrial que es la del conocimiento, crea ganancias y pérdidas para ambas partes. En Estados Unidos donde sólo una sexta parte de la población es trabajador manual, , y la mayor parte de los trabajadores pertenecen a los servicios, al conocimiento, al management, van a perder las industrias del pasado, del humo -como se les ha llamado-, las cuale stendrán que hacer programas importantes de reeducación de los trabajadores para adaptarlos a las nuevas industrias. En México también muchos trabajadores de industrias no competitivas van a quedar fuera de combate y va a ser necesario adiestrar y proteger a muchos trabajadores desplazados, en tanto que en otros sectores va a haber un aumento de la productividad, del empleo y del salario. El problema político es saber que esos trabajadores desplazados van a ser protegidos, reentrenados por industrias del futuro y no abandonados. Tengo serias dudas porque el carácter de los sindicatos mexicanos es dependiente del gobierno, y estos no son sindicatos capaces de proteger a sus obreros d emanera adecuada. Pero también la apertura de las fronteras va a obligar a los trabajadores mexicanos a buscar la formación de una sindicalización moderna y limitará al gobierno en su tradición de sofocar al sindicalismo independiente.
Las banderas del presidente Salinas de Gortari son privatización, reducción del gasto público y apertura económica, entre otras. ¿Este ha sido el mejor camino para México?
Salina stendr´auna buena calificación histórica por haber atendido problemas muy importantes para el equilibrio y la sanidad financiera del país. Indudablemente saneó las finanzas del país y ha introducido reformas para acabar con la inflación, aumentar las reservas, pero todo esto sucede en el campo de la macroeconomía, y todavía, a pesar de los paliativos, se necesita una economía de base productiva y fuerte. Eso no lo tenemos todavía. Es el siguiente paso de la reforma económica en México.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa se refirió a México como la "dictadura perfecta".
México no es una dictadura perfecta. Es un país que tiene un gran margen de libertades públicas. Es una democracia imperfecta.
¿La universalización de la economía pone en crisis el concepto del Estado-Nación?
Sí. Pero más bien lo que estamos viendo no es una crisis de los conceptos tradicionales, sino una competencia entre múltiples jurisdicciones: lo supranacional, lo internacional, lo trasnacional, lo nacional, lo regional, lo local, lo tribal, todos ellos están luchando para establecer nuevas jurisdicciones en un mundo que se ha transformado de la noche a la mañana.
Mientras Estados Unidos habla de cooperación, existe un proyecto para construir un muro en la frontera.
Ahí existe uná contradicción tremenda. En estos momentos hay recesión y desempleo en Estados Unidos, y en consecuencia hay una actitud en contra dle trabajador mexicano. Pero apenas haya un estado de mayor bienestar y una demanda de trabajo, los reciben con los brazos abiertos. Entonces es muy difícil crear una relación más sana a partir de estas oscilaciones de la economía estadounidense. Hay un hecho fundamental y es que los mexicanos que cruzan la frontera son trabajadores, no son criminales, obedecen a una demanda del mercado y cumplen funciones esenciales en la economía americana que sin ellos no se cumplirían. Sin mexicanos las cosechas, el transporte, los hospitales, hoteles, restaurantes, se vendrían abajo, porqu enadie lo quiere hacer en la sociedad americana. Entonce sno deben ser hipócritas y debe haber un acuerdo legal que proteja los derechos de los trabajadores y establezca sus obligaciones. Peor el problema más fundamental todavía es que se necesita un crecimiento de la producción y el empleo en México para que haya menos trabajadores que quieran emigrar.
¿Latinoamérica cómo puede marcar el paso en materia de ciencia y tecnología?
Es muy difícil por el momento porque la debilidad económica de nuestros países nos impide acceder a formas avanzadas de tecnología con la rapidez que sería deseable. Por otra, parte de la tecnología es universal, no le pertenece a nadie. América Latina tiene que pensar en la tecnología que puede importar para enseguida saberla comercializar y poderla exportar, pero ahí sí tenemos un retraso sumamente grande porque la base del desarrollo económico y tecnológico en los países más desarrollados es la técnica del conocimiento. Mientras en América Latina no haya grados de educación mejores, no vamos a acceder a una sociedad de conocimiento que es la base de la sociedad tecnológica. No nos hemos dado cuenta que la inversión en educación es el factor principal para el desarrollo en América Latina. Educar y alimentar son las bases de una sociedad moderna.
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