Los santandereanos en general, incluidos algunos de quienes dicen ser descendientes de monarquías europeas, consumen con avidez las hormigas culonas que salen especialmente a partir de las lluvias de Semana Santa, y que debido a la utilización de pesticidas y el aumento de la construcción son cada día más escasas, llegando a alcanzar un precio de 50 mil pesos (US$27) por libra. Hay quien en aras de no pasar como vulgares, entonces dicen 'colonas' o simplemente hormigas.
Los campesinos las preparan en una paila de barro o cobre, con la propia grasa que van eliminado de sus prominentes extremidades. Hay quienes insisten en que los visitantes, en particular los extranjeros, deben comerlas, e incluso les atribuyen poderes afrodisíacos. Algunos artesanos las tallan con acierto en piedra o pauche, pero también venden como artesanías esperpentos que más parecen criaturas de otros planetas.
Estas fotografías las tomé en un pueblo llamado Pinchote (110 kilómetros al sur de Bucaramanga), cuya economía depende del café y la ganadería.
Excelente reportaje gráfico Pastor. Un abrazo.
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