Alcanzó a ser considerado el octavo hombre más acaudalado del planeta y en el departamento de Santander lo confundieron con el redentor que traería costalados de dólares a través de su empresa minera AUX con intereses en el municipio de California. Pero de ese magnate no queda más que un capturado en quiebra.
(Esta nota la publiqué en la edición 331 del Periódico 15, en circulación desde el 16 de febrero de 2017)
(Foto tomada de Internet)
Eike Fuhrken Batista da Silva debe estar añorando los langostinos y las botellas de vino que esa noche del 5 de diciembre de 2012 sirvieron a raudales en el Club del Comercio de Bucaramanga en un intento de la minera AUX –de su propiedad– por seducir a los ‘cacaos’ locales allí presentes.
Pero desde el pasado 30 de enero Batista tiene que conformarse con el pegote de arroz, fríjoles y salchichas que le suministran en el Complejo Penitenciario de Gericinó (Bangú), a donde fue conducido tan pronto se bajó del vuelo 973 de American Airlines que lo llevó de Nueva York (Estados Unidos) a Río de Janeiro (Brasil) una vez se enteró que había sido declarado prófugo de la justicia. “Estoy volviendo para responder, como es mi deber me estoy entregando”, dijo.
Está acusado dentro del escándalo de corrupción de la petrolera estatal Petrobras y la derivada Operación Lava Jato (lavado a presión), de haber pagado comisiones ilegales por 16,5 millones de dólares (más de 44 mil millones de pesos) al exgobernador de Río, Sergio Cabral, a cambio de que le adjudicaran contratos públicos y le suministraran información clave para sus negocios.
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Todo apunta a que se trata de la venta ficticia de una mina de oro en el municipio santandereano de California por cuya supuesta intermediación ese dinero habría sido pagado a una empresa asesora y de allí directo a la cuenta bancaria de Cabral.
Los fiscales encargados del caso expresaron que “Eike Batista simula negocios jurídicos de manera sofisticada y reiterada para el pago y posterior alzamiento de bienes de origen ilícito, lo que justifica la necesidad de su prisión para garantizar el orden público”.
Hoy Batista –a quien le raparon la cabeza perdiendo el costoso implante capilar que se había hecho– y Cabral coinciden en la misma prisión, en la que deben dormir en una litera de cemento y no tienen más que un chorro de agua fría y un agujero en el suelo a manera de inodoro.
Cárcel de cuarta categoría a la que fue a parar por no haber terminado los estudios de ingeniería metalúrgica y no contar con un título profesional que le depare mejor trato según el sistema judicial del vecino país. Razón por la cual en la celda de 15 metros cuadrados debe adaptarse a la presencia día y noche de otros cinco malandrines.
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‘Sobrado de lote’
La vida de Batista, nacido el 3 de noviembre de 1956 en Minas Gerais y quien además de portugués habla alemán, inglés, francés y español, dará seguramente para una película de Hollywood en la que se retrate hasta dónde llega la ambición humana. Su primer capital lo hizo a los 18 años de edad vendiendo puerta a puerta pólizas de seguros mientras sus padres vivían en Alemania y a los 21, ya de regreso en su tierra natal, creó su propia empresa de compra-venta de oro a la que bautizó Atram Aurem, con la que un año y medio después ya amasaba seis millones de dólares.
“Está en nuestro ADN identificar oportunidades únicas de negocios y desarrollarlas partiendo de cero”, declaraba orgulloso este ‘emprendedor’ que pronto se convirtió en protagonista de primera fila de la vida pública brasileña. Hijo del exministro de Minas y Energía de Brasil, Eliezer Batista, Eike tiene desarrollado más que sus demás sentidos el olfato por la plata.
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Su apetito era tan grande que en 1982 fundó el Grupo EBX conformado por OGX (petróleo y gas), MMX (minería), CCX (carbón), MPX (generación de energía) y LLX (logítica), entre otras empresas, todas con la X al final porque Batista la tiene como símbolo de la multiplicación que le permitió en 2012 no solo ser considerado como el más rico de su país, sino catalogado por la revista Forbes como el octavo magnate del planeta con casi 30 mil millones de dólares. Sus negocios se extendían a países como Chile, Canadá, Estados Unidos, Rusia y Australia, pero también a lugares remotos como Congo y, por supuesto, a Colombia en lo atinente a carbón y oro.
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“AUX hizo su mejor apuesta en Santander”, titulaba una de esas publicaciones que saludaban la llegada de inversionistas al país, sin importar que su operación significara poner en riesgo un ecosistema tan delicado y de paso el agua que nace allí y de la cual se alimentan ciudades como Bucaramanga.
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Con una inversión inicial de 297 millones de dólares y después de la compra a la canadiense Ventana Gold, AUX y Batista soñaban con que en 2014 la mina de ‘La Bodega’ estaría en su máximo nivel de producción, para extraer plata y cobre, pero por sobre todo para ‘forrarse’ con 3,5 millones de onzas de oro. Por algo el Grupo EBX subrayaba que Colombia en ese momento era su segundo país de mayor interés.
Y es que su capital crecía a la par de su egocentrismo. Tanto, que se atrevió a retar al mexicano Carlos Slim Helú (dueño de empresas como Telmex y América Móvil), a quien le recomendó estar atento a sus espejos retrovisores porque para el año 2020 pretendía superarlo como un bólido y acercarse a la meta de cien mil millones de dólares.
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Sin saber qué hacer con tanto billete, Eike Batista llegó a comprar un moderno avión privado Embraer Legacy 600 de 26 millones de dólares en el que transportaba a sus amigotes o un yate Pershing 115 de 19 millones de dólares, y excentricidades -o muestras de pésimo gusto como el automóvil Lamborghini Aventador LP700-4 que parqueó en la sala de su lujosa mansión para decorarla o el Porsche Cayenne que le fue incautado años después por el juez Flávio Roberto de Souza y quien ni corto ni perezoso decidió cogerlo para ‘chicanear’ por las calles de Río.
Con su afán de protagonismo, Batista llegó a regalarle siete millones de dólares a la cantante estadounidense Madonna para que los gastara en sus obras sociales y 13 millones de dólares para que Río de Janeiro se promocionara como sede de los Juegos Olímpicos 2016. Exclamaba que quería ser el más rico pero a la vez el más generoso, y quizás por eso premiaba a sus colaboradores con ‘kits de felicidad’ que incluían jugosas primas por resultados obtenidos.
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Pero en junio de 2012 empezó la caída estrepitosa de su imperio cuando tuvo que informar que uno de los pozos estrella de la compañía OGX, el de Tubarao Azul, produciría no los 20 mil barriles de petróleo al día anunciados sino apenas cinco mil. En cuestión de segundos perdió la confianza de los inversionistas, debía 3.600 millones dólares en bonos, la deuda de OGX era once veces superior a la de su valor de mercado y en el término de los siguientes meses tuvo que desistir de la construcción del mayor puerto marítimo de América Latina, mientras su capital se esfumaba.
La acción de OGX descendió un 26 por ciento tan solo en una semana en la Bolsa de Sao Paulo (96 % en un año), así que la quiebra llegó en octubre de 2013 con deudas cercanas a los cinco mil millones de dólares. De tal forma que en 2015 encaraba un juicio por uso de información privilegiada y por vender 126 millones de acciones de OGX antes de descubrirse que sus pozos estaban prácticamente secos. Después le cayeron señalamientos por presuntos delitos de lavado de dinero y crímenes contra el mercado financiero.
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Con sus alforjas prácticamente vacías, el Batista que presumía de ser amigo de los expresidentes Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva, también caía en desgracia como los hoy investigados exmandatarios. Debacle que se sumó a su separación años atrás de la modelo y bailarina de samba Luma de Oliveira, con la que tuvo sus hijos Thor y Olin –bautizados con nombres vikingos– y quien le habría jugado a la infidelidad con un apuesto bombero, como lo anunciaron las revistas de farándula, las mismas que recuerdan el collar de gata que lució en el Carnaval de 1998 con el nombre de Eike dibujado en diamantes.
Batista era hábil para seducir a inversionistas, pero como lo señalaría la columnista Miriam Leitao en el diario O’Globo, “Eike embotelló viento”. Y como lo dijera en agosto de 2013 el blog Business Insider: “Eike Batista se está transformando lentamente en el chico de la foto de todo lo que está mal con Brasil”.
El profesor Sergio Lazzarini consideró que “el mayor atributo de los emprendedores es ser optimista por definición, pero aquí hubo demasiado”, y acotó: “Es muy difícil preservar el foco actuando en tantas áreas como Eike”.
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En las lecciones del ascenso y caída de Batista, el analista Joaquim Mirkin manifestó: “La paradoja es que Eike proyectó una imagen de gurú del Sillicon Valley, como un emprendedor de una start up de Internet. Esto pudo servirle para ‘parecer’ innovador y ayudarlo a atraer inversores en años de fuerte crecimiento de Brasil. Pero cuando las dudas sobre su real capacidad para extraer petróleo o minerales comenzaron a crecer, y el apetito por el riesgo se redujo, la imagen construida se le volvió completamente en contra”.
Según Mirkin, “la percepción generalizada es que la imagen de Eike era la de un rey todopoderoso erigido sobre la base de decenas de compañías, de muy diversos sectores, un hombre excéntrico y arrogante que proyectaba una imagen cautivadora”. Un Batista que se ufanaba de ser el líder más admirado por los ejecutivos de su país y que en 2013 tildaba de mentirosa a la revista Veja, la misma que en la portada de su más reciente edición titulaba: “Eike Batista. Profesión: Exbillonario. Acusación: Corrupto”. El temor ahora es que decida ‘cantar’.
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Francachela y comilona
La cena de 2012 en la capital santandereana fue apenas una muestra de la ostentación que caracterizaba a Batista. Esa noche el salón principal estaba decorado con grandes pancartas que decían: “Sólido como el roble. Así es nuestro compromiso ambiental” y “Sólido como el roble. Así es nuestra responsabilidad social”. Una estrategia con la que la entonces gerente de sostenibilidad de la minera, Leyla Rojas Molano, pretendía echarse en el bolsillo a empresarios y autoridades regionales, a la vez que buscaba neutralizar las reiteradas manifestaciones en Bucaramanga en las que miles de ciudadanos gritaban “¡Agua sí, oro no!”, expresando su franco rechazo a la ambición de multinacionales mineras de Canadá, Brasil y Sudáfrica que pretendían llevarse las grandes reservas mineras que esconde en sus entrañas el Páramo de Santurbán y su amplia zona de influencia.
(Foto Pastor Virviescas Gómez)
La exviceministra de Agua y Saneamiento en el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez y quien por la puerta giratoria había pasado sin ningún recato del sector oficial al sector privado, tenía todo preparado para que el evento encabezado por el director presidente de AUX en Colombia, José Gustavo de Souza Costa, fuera un éxito y por poco lo logra, de no haber sido por la presencia del entonces presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas de Bucaramanga, Gilberto Reyes Zafra, quien en medio de las viandas fue el único invitado que osó preguntar además del hueco de las excavaciones qué rédito le quedaría a Santander, máxime si se tienen en cuenta las minúsculas regalías que paga la explotación de oro y todas las garantías que en cambio les brindaría la llamada “Locomotora Minera”, con la que el presidente Juan Manuel Santos Calderón buscaba en ese momento jalonar la economía colombiana.
Algo descompuesta, la sonriente exviceministra indagó rápidamente el nombre de quien hizo la interpelación, le dijo que lo veía confundido y que estaban dispuestos a visitarle en su oficina para esclarecer cualquier duda que tuviera. El ágape terminó a las 10:25 de la noche con la entrega de ejemplares de roble recién germinados, mientras tres niños venidos de California tocaban carranga sin que nadie les prestara atención.
Eran los días en los que AUX daba aportes para eventos de periodistas, les llevaba a sus minas de California a pasear y almorzar para deslumbrarlos y que dijeran maravillas, y –adicionalmente–neutralizaba las críticas que pudieran provenir de los expertos en las universidades firmando convenios para abrir sitios de práctica o capacitar en economía hogareña derivada de la crianza de gallinas y marranos que AUX prometía comprarles a los campesinos que insistían en preguntar por las utilidades concretas para California, Vetas, Suratá, Tona y Matanza de una actividad a gran escala que temían poco o nada les fuera a dejar.
Tiempos de abundancia en los que se dijo que Eike Batista realizó una visita sorpresa y desde la aeronave que lo transportó preguntó si “esa aldea también estaba en venta”, al ver desde el aire el casco urbano de California.
(Foto Pastor Virviescas Gómez)
Época en la que la directora de sostenibilidad de AUX le sugería al Periódico 15 que cambiara de perspectiva sobre los proyectos mineros en la Provincia de Soto Norte, estando dispuesta a llevar a este periodista a las minas y suministrarle todas las atenciones posibles, pero negándose a permitir el acceso a los socavones tal como lo intentamos pacífica e infructuosamente semanas antes en compañía de un grupo de expertos de la Sociedad Santandereana de Ingenieros, el Comité para la Defensa del Agua y del Páramo de Santurbán, la Universidad Nacional y la UIS.
(Foto Pastor Virviescas Gómez)
“Sí, las mineras se visten de gala. AUX reúne a personajes de la villa en una elegante reunión para agasajarlos. En el evento la minera exagera las bondades de la minería y hace de su compromiso con el medio ambiente una risible hipérbole”, manifestó el 16-12-12 el entonces periodista Manuel Francisco Azuero Figueroa en su columna titulada “¡AUXilio!”.
De las cosas que está más que seguro Eike Batista en prisión es que por allí no irá a visitarle ninguno de los comensales de aquella noche en Bucaramanga, que eufóricos o ‘copetones’ felicitaron a sus delegados, les hicieron venias e incluso les prometieron ponerse la camiseta de AUX, tal como ocurrió con la exviceministra Leyla Rojas y Francisco Cifuentes, hombre de confianza de Horacio Serpa Uribe cuando se desempeñó como gobernador de Santander, entre otros. También duda que se asomen los jeques árabes del fondo de inversión Mubadala que se quedaron con AUX.
(Foto tomada de Internet)
Tras las rejas, Batista tendrá tiempo de sobra para releer su libro “La X de la cuestión” (2011), en el que se jacta de su espíritu emprendedor, cuenta su trayectoria y hasta proporciona diez recetas para quienes quieren volverse millonarios. En las noches podrá hacer memoria de las campañas electorales a las cuales hizo donaciones non sanctas.
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Batista no pasó de ser un vendedor de ilusiones que perdía el tiempo parándole bolas a su mapa astral. Un magnate caído en desgracia que quiso parecerse al rey de Frigia que en la mitología griega y por disposición de Dioniso (Baco) convertía en oro todo lo que tocaba, hasta su propia comida y su propio vino, por lo que para liberarse de ese don –o maldición– tuvo que bañarse en el río Pactolo. Pero Batista, hasta donde se sabe, no alcanzó a sumergirse en las aguas del Suratá, sino en las de la corrupción donde resultó un experto de talla olímpica.
(Foto tomada de Internet)
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