(Esta nota la publiqué en la edición 466 de Vivir la UNAB, en circulación desde el 18 de mayo de 2018)
“No olviden que Fajardo es la opción”,
manifestó entusiasmado el candidato presidencial por la Coalición Colombia (conformada
por el Polo Democrático Alternativo, la Alianza Verde y el movimiento
Compromiso Ciudadano) al concluir su participación en el ciclo de “Foros para
la democracia” llevado a cabo el pasado viernes 20 de abril en el Auditorio
Mayor ‘Carlos Gómez Albarracín’. Luego tres centenares de personas, la mayoría
jóvenes, lo rodearon para tomarse una foto y alentarle con el grito de “¡Un
profesor!, ¡un presidente profesor!”.
Sergio Fajardo Valderrama estuvo una vez
más en la Universidad Autónoma de Bucaramanga con su vestimenta característica de camisa blanca, bluyín sin
correa, zapatos informales de gamuza y cabellera abundante. Esun matemático de
profesión que ha incursionado en la administración pública siendo alcalde de
Medellín (2004-2007) y gobernador de Antioquia (2012-2015), lanzándose en 2010
como fórmula vicepresidencial de su colega Antanas Mockus, y en esta
ocasión haciendo dupla con la senadora Claudia López Hernández. Fue
columnista de los diarios El Espectador
y El Mundo, subdirector de El Colombiano, además de registrar una descollante
carrera como profesor en las universidades Nacional y de los Andes.
A punto de cumplir 62 años de edad este
mes de junio, vino a la UNAB acompañado por su esposa, la psiquiatra Ana
Lucrecia Ramírez, y por el senador electo Leonidas Gómez, para atender las
preguntas que durante una hora y treinta minutos le formularon los docentes
Wilson Javier Sandoval, Juan Carlos Ordóñez y Juan Carlos
Gutiérrez Tibamoso.
Empezó refiriéndose a su plan de
desarrollo para el que convocaría a las universidades públicas y privadas, a
los empresarios y a la clase parlamentaria para discutir públicamente con
presupuesto en mano cuáles son las obras de infraestructura prioritarias para
Santander y Colombia. Por eso no se comprometió con vías y responsabilidades
específicas, pero sí habló del escándalo generado por los sobornos repartidos
por la constructora brasileña Odebrecht para decir por qué no están funcionando
la navegabilidad del río Magdalena y la Ruta del Sol, ejemplos de la corrupción
que ha campeado en Colombia y que se ha apropiado indebidamente de cerca de 50
billones de pesos, según cifras de la Contraloría General. “Yo puedo prometer
aquí todas las vías y si no hay plata, entonces después la gente queda contenta
pero termina con una frase que es muy oída en este país: ‘todos son iguales,
prometen y no cumplen, todos son ladrones’. Eso no es cierto, pero casi cierto.
Ese es el reto que nosotros tenemos”.
Explicó que por llevar a cabo esa labor
de una forma seria es que como gobernador de su departamento pudo implementar
un plan de trabajo en los 125 municipios, “en el que todo el mundo sabía qué
estábamos haciendo en cada municipio, cuáles eran los recursos, por qué
hacíamos este acueducto o esa vía terciaria sí y esa otra no, y no para pagarle
un favor al alcalde para que fuera a su finca. Así es como se gobierna y esa
manera de gobernar es la que cambia las cosas”. Desde su punto de vista, lo
primero que debe garantizar un presidente es que no se roben un peso más,
porque todo dinero que se pierde se lo están quitando a las escuelas,
hospitales y carreteras. Aprovechó la ocasión para sacar pecho por los logros
de su gestión como “Medellín, la más educada” y “Antioquia, la más educada”,
comprendiendo bajo ese conceptos no solo la educación como tal sino también
ciencia, tecnología, innovación, emprendimiento y cultura, no para mejorar
puntualmente en matemáticas sino para cambiar la mentalidad de las personas y
transformar la sociedad, disminuyendo de paso la deserción estudiantil y
formando más maestros.
De la misma forma que está convencido
que todas las comunidades colombianas deben contar con agua potable, considera
que el Internet es una necesidad urgente, sumando recursos municipales,
departamentales y nacionales. “Hay que garantizar que la gente participe, no
necesariamente en la construcción, pero sí por ejemplo en el diseño y que esté
involucrada en lo que está pasando allí. La comunidad es la que mejor cuida los
recursos y entre más ojos vean menos chance hay de que nos sigan robando”, manifestó.
La ampliación de sus propuestas está en
las 195 páginas de su libro “El poder de la decencia. Ideas sensatas para un
país en busca de confianza”, en el que advierte que en él “no hay un vano
ejercicio de optimismo, sino un pensamiento que enlaza el rigor de la lógica
matemática con la capacidad para crear conexiones entre ciudadanos de carne y
hueso. Hay coherencia y sentido común o, lo que es lo mismo, no hay soluciones
fáciles ni demagogia”.
“La corrupción se derrota de múltiples
formas: la más importante es votando para ver a quiénes elegimos. Porque la
corrupción entra por las elecciones y de eso que no nos quepa la menor duda.
Todos esos que tenían que ver con Odebrecht, hay que saber que esa empresa
aporta y después cobra. La corrupción es como una cortina negra y detrás están
negociando, mientras que transparencia es que no hay ninguna cortina y estamos
discutiendo de cómo van las cosas. Que se vean y que cada quien pueda preguntar
dónde está la plata”, acotó.
Explicando a sus interlocutores que le
exigían ser concreto,que para ello debía elaborar sus respuestas –saliéndosele
todo el tiempo el profesor que lleva por dentro–, Sergio Fajardopasó al tema de
las relaciones con Venezuela y con contundencia aseveró que: “La primera
obligación de Colombia es denunciar ante la comunidad internacional la
dictadura del siglo XXI del señor (Nicolás) Maduro, y dictadura significa que
se han violado todos los procedimientos de la democracia. Nosotros como país
tenemos una obligación ética y solidaria con el pueblo venezolano, porque
sabemos de los millones de colombianos que se fueron a vivir a ese país porque
había riqueza y desde allí mandaban los recursos para mantener a sus familias
en Colombia. Además muchos de los que están viniendo ahora a nuestro país
debido a la crisis humanitaria, son de origen colombiano. Debemos ser
solidarios con todos ellos”.
Pasando al tema del medioambiente y los
proyectos de explotación minera, Fajardo Valderrama enfatizó sobre la principal
fuente hídrica de Bucaramanga y el área metropolitana, que “no debe haber minería en Santurbán, es
un páramo y está protegido”, agregando que hay que buscarles una ruta de
transición a las comunidades y determinar los proyectos sustitutivos donde se
vaya a intervenir y pensar en aspectos como el pago por servicios ambientales,
que tendrá que salir del bolsillo de los habitantes de la capital santandereana
y de los grandes consumidores de agua. Aclaró que los páramos son ecosistemas
tan frágiles que hay que analizarlos de manera integral por encima y por debajo
de la línea imaginaria que finalmente se determine, anotando que está de
acuerdo con las consultas populares.
La paz y los acuerdos logrados en Cuba por
el Gobierno de Juan Manuel Santos con la guerrilla de las Farc también fue un
capítulo planteado en el foro. “Yo voté por el Sí y volvería a votar por el Sí.
De eso no tengan ninguna duda. Es mi convicción profunda que tenemos que
construir la paz en Colombia. Ahora, se han cometido errores en ese proceso y
el primero es que durante cuatro años se estuvo negociando en La Habana bajo la
premisa de que no había nada acordado hasta que todo estuviera acordado, pero
nunca en Colombia se nos hizo una pedagogía cívica acerca de qué significa la
paz, qué es resolver conflictos o qué tratamiento se les debe dar a las
víctimas. Al final nos dijeron que bajáramos de Internet el documento para
estudiarlo, y mire el resultado: que ganó el No”. Fajardo confía en una
negociación con los comandantes del Ejército de Liberación Nacional (Eln), pero
recalca que hay que ponerle un límite de tiempo.
La racionalidad por un lado, y el exceso
de cautela a la hora de ‘lanzarse al agua’ por el otro, son dos de las
principales características de Fajardo Valderrama, pero asegura que por encima
de lo que pueda suceder con la captura de ‘Jesús Santrich’ –y que si es hallado
culpable de narcotráfico debe ser condenado ejemplarmente–, “los acuerdos de
paz es ponerle fin a cincuenta años de guerra, de muertos y de cadenas, y lo
que estamos haciendo es superar eso”.
El candidato presidencial ‘paisa’, que
figura en tercer lugar de las más recientes encuestas detrás del derechista
Iván Duque Márquez y del izquierdista Gustavo Petro Urrego, aspira a que el 7
de agosto del año 2022 entregue el poder a su sucesor, convirtiéndose en rector
de una universidad para trabajar con los jóvenes emprendedores, buscándoles
oportunidades dignas de trabajo con el apoyo del sector empresarialy
enfocándose al desarrollo regional, para que al terminar sus estudios no queden
en el aire.
Fajardo se mostró partidario de liquidar
el programa ‘Ser pilo paga’, respetando los derechos de los actuales
beneficiarios, “porque cubre un número reducido de estudiantes con un
presupuesto extraordinario (800 mil millones de pesos al año), y eso desde la
perspectiva de la inversión de la sociedad en la formación de las personas
termina siendo una forma limitada de intervenir con un grupo de personas muy
buenas pero con una cantidad de recursos que nos permitirían atender a un
montón de personas en una sociedad que tiene la necesidad de ampliar, y ese es
uno de los retos, la cobertura de la educación superior y de la educación
superior pública”. Lo denomina “Plan Educación Colombia”, para lo cual
convocará a la comunidad internacional y a los ‘cacaos’. “En el planeta entero
van a ver a Colombia no por la serie de Netflix con uno que viene de la tierra
que yo vengo, sino por ser el país que le apostó a la educación contra toda esa
violencia, y yo voy a ser el presidente de ese país”, apunta.
Por último, comentó que de cada diez
personas que están en edad de jubilación solamente dos reciben la pensión y el
desafío es pasar a diez formalizando la economía para que esos colombianos
puedan cumplir con sus aportes. Y por nada del mundo subiría la edad para
pensionarse, que hoy día es de 57 años para las mujeres y 62 años para los
hombres. En eso se comprometió con su ‘nuevo amigo’ el senador Jorge Robledo y
lo reiteró en la UNAB.
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