martes, 18 de septiembre de 2018

¡Maldita violencia! (Hora de visitar la exposición de Botero en UNAB Bucaramanga)


(Esta nota la públiqué en la edición 469 de Vivir la UNAB en circulación desde el 14 de septiembre de 2018)


Aunque no vino en persona como aquella tarde del 26 de enero de 2011 cuando fue desvelada su‘gorda’ (“Mujer de pie desnuda" es su nombre oficial) en el parque San Pío de Bucaramanga (el mismo en el que el hoy embajador de Colombia en la OEA, Alejandro Ordóñez, quemaba libros), el espíritu del artista antioqueño Fernando Botero Angulo está latente a pocas cuadras de allí, en La Casona de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) de la calle 42 con carrera 34. Tan solo que esta vez el visitante se encuentra en la puerta con un advertencia: “Esta exposición tiene un contenido de violencia explícita y queda a discreción de padres y tutores la entrada a menores de edad”.

Así que quien vaya buscando las tentadoras mujeresde desproporcionados senos y caderas -características del pintor y escultor antioqueño-, no las hallarán, pero en cambio se chocarán de frente con una exposición que conmueve hasta al más indiferente o al más ignorante de lo que ha pasado en este país en materia de barbarie.


“Fernando Botero reconoce que para un artista que dedica su talento a temas amables ‘por convicción’, ha sido difícil plasmar en sus óleos y dibujos la violencia en la que vive inmerso desde hace décadas su país, nuestra Colombia. La ‘otra’ cara de Botero entró con esta donación al Museo Nacional, convirtiéndose en un acontecimiento cultural que pretende ser también un llamado a la reflexión”, afirmó el rector de la UNAB, Alberto Montoya Puyana, en el acto inaugural llevado a cabo en la noche del jueves 30 de agosto con la participación del director del Museo Nacional de Colombia, Daniel Castro Benítez.


Maldita violencia que, para citar solo unas cuantas cifras, en el periodo comprendido entre los años 1958 y 2012 dejó 218.094 víctimas, de las cuales 40.787 eran combatientes y 177.307 civiles, según los estudios del Centro Nacional de Memoria Histórica, con 11.751 seres humanos masacrados en 1982 acciones armadas entre 1985 y 2012, sin contar las 25.007 personas desaparecidas en el mismo periodo y los más de 10,4 millones de compatriotas desplazados forzosamente por culpa del conflicto armado interno que al día de hoy algunos insisten en negar.


“Para su tratamiento artístico, Botero recurre a la historia de la pintura. Previsiblemente la inspiración le vino de la obra de dos antiguos maestros: los españoles Francisco de Goya y Pablo Picasso, quienes en su momento se encontraron ante circunstancias parecidas, y con sus obras ‘Los fusilamientos del 3 de mayo’ (1808) y la serie de grabados ‘Los desastres de la guerra’ y ‘Guernica’ (1937) inmortalizaron la crueldad de la guerra como arquetipo de todas las guerras. Sin renunciar nunca a su particular estilo de representación de las formas haciendo énfasis en el volumen, Botero (nacido en 1932 en Medellín) se nutre de algunos de los elementos pictóricos y compositivos empleados por estos maestros, especialmente en el manejo del color y de la luz”, acotó el rector Montoya Puyana.


El mismo Botero Angulo ha dicho que aunque la mayor parte de su vida la ha pasado en el exterior, la violencia comenzó a rondar su cabeza hasta que un día sintió que tenía que pintar y “hacer una declaración del horror que sentía ante ese panorama del país”, reconociendo que por un momento se vio obligado a abandonar el placer de expresar la ironía en sus figuras coloristas y voluptuosas para poner su pincel al servicio de la denuncia social, y como cualquier colombiano conmovido por la guerra, Botero ha insistido en que su obra “debe simbolizar la búsqueda de la paz en medio del pavoroso remolino de la violencia”.


Uno de los cuadros más desgarradores de la exposición es el titulado “Motosierra”, como el aparato que utilizaban los paramilitares para desmembrar a sus víctimas, dificultando su reconocimiento y enviando un mensaje atroz a quienes se cruzaran en su camino. “Giotto di Bondone (1267-1337) presta el modelo iconográfico que parece seguir Botero con importantes diferencias. En el fresco de Giotto sobre este tema, ‘La masacre de los inocentes (1302), en la capilla Scrovegni en Padua (Italia), se presenta a Herodes asomado desde uno de los balcones que sirven de marco para que se desarrolle la horrible matanza. En cambio, en la obra de Botero la escena de la matanza ocurre frente a una iglesia rural pintada de rosado que permanece cerrada y mustia frente al pavor que siente la madre ante el verdugo de sus hijos. Más allá se extiende el marco general de una población campesina afable y de una naturaleza tranquila. En contraste, el victimario ejecuta su acción con brutalidad pero sin expresión visible de emoción. Toma a la mujer del pelo y ésta, mientras trata de interponerse en el asesinato de uno de sus hijos con el brazo derecho, sostiene con el izquierdo el cadáver pálido de otro pequeño. El acto violento cometido a la luz del día, en la plaza principal (extrañamente vacía de testigos) y frente a la iglesia, parece a ludir a una forma de violencia aceptada (aunque no ordenada) por la propia comunidad ante quien se realiza”, explica Mario Alejandro Molano Vega en “La Violencia en Colombia según Fernando Botero”.

Para hacer realidad este hecho que no puede pasar desapercibido en una tierra santandereana y en una ciudad capital sitiadas por la indiferencia, con brochazos burdos de vallenato y reguetón, Gloria Clotilde Oviedo Chávez, directora de la sala de arte de La Casona UNAB, contó con el apoyo invaluable de Laura Castelblanco Matiz, comisaria de la exposición; Angélica María Díaz Vásquez, asistente de museografía de la UNAB; y Elena Arenas, coordinadora cultural del Centro Colombo Americano, porque la exposición de 64 obras es compartida con esa institución ubicada a un costado del Parque Bolívar, correspondiéndole a la UNAB 32 cuadros de la llamada “Donación Botero 2004-2005 Museo Nacional de Colombia”. Siendo el Ministerio de Cultura, el director del Museo Nacional y la Asociación de Amigos del Museo Nacional los grandes artífices de que Bucaramanga pueda tener esta exposición abierta hasta el próximo 7 de octubre.

Según Oviedo Chávez, su montaje tuvo un costo para la UNAB de cerca de 70 millones de pesos invertidos en cumplir a cabalidad con las condiciones de tener un circuito cerrado de televisión, aire acondicionado con mediciones de humedad y temperatura, iluminación,  sistema antiincendios y vigilancia, porque los visitantes se toparán con celadores armados y apostados las 24 horas del día en La Casona UNAB, dedicados expresamente a cuidar la muestra y evitar la sorpresa de quien quiera llevarse de souvenir un cuadro de Botero. Esta colección en particular tiene un valor que excede con creces el de los bodegones que hay en las salas de todos los hogares bumangueses sumados, pero a manera de referencia hay que decir la póliza supera los 800 millones de pesos. Los cuadros, entre los que predominan los óleos y los carbones sobre tela, fueron traídos a esta ciudad en un camión acondicionado con guacales refrigerados y el aislamiento para que no vibren, más un carro de escolta. Y así regresarán a Bogotá.


Así que aún están a tiempo para que visiten esta exposición de Botero. La Casona UNAB les espera y la entrada es gratuita. Vendrán nuevas exposiciones con el apoyo decidido del director del Museo Nacional, tal como lo anunció esa noche al rememorar sus comienzos en el trabajo museográfico precisamente en Bucaramanga.



No hay comentarios:

Publicar un comentario