(Esta nota la publiqué en la edición 469 de Vivir la UNAB, en circulación desde el 14 de septiembre de 2018)
–¿Qué le falta al
Atlético Bucaramanga para algún día darles a los aficionados su primera
estrella del fútbol profesional colombiano?
–Le falta un presidente,
le falta un técnico, le faltan once jugadores buenos, le sobra hinchada y le
falta juego… Con esta nómina no pueden aspirar más allá de entrar en el octavo
lugar.
La pregunta es
de un aficionado ‘leopardo’, la respuesta es del comentarista deportivo Iván
Mejía Álvarez y el lugar es el Auditorio ‘Jesús Alberto Rey’ de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB).
Aconteció a las
nueve de la mañana del pasado jueves 23 de agosto, cuando este multifacético y
controvertido hombre de medios llegó acompañado por su discípulo Felipe Zarruk
para atender una invitación del Programa de Comunicación Social. Venía con el
propósito de hablar de más de cinco décadas de trabajo y de paso recibir la
‘Torre de Cristal’, de manos del rector de la UNAB, Alberto Montoya Puyana,
como un reconocimiento a su trayectoria.
Este periodista caleño
(16 de septiembre de 1950) que hoy labora en Caracol Radio y el canal de
televisión WinSports, además de ser columnista del diario El Espectador, se ha caracterizado por decir las cosas a su estilo,
ganándose el apreciode colegas como Hernán Peláez Restrepo y César Augusto
Londoño, así como la simpatía de miles de oyentes y televidentes, pero también
granjeándose la enemistad de quienes son blanco de sus críticas–especialmente
dirigentes deportivos– y de los que no asimilan el calibre de sus
apreciaciones.
Está claro que
el próximo 22 de diciembre será su último ‘Pulso del Fútbol’ –programa que
tiene 594 mil oyentes en vivo más 250 mil vía streaming, pero no su retiro definitivo a los cuarteles de
invierno, razón por la cual muchos ya lo echan de menos y otros, como Ramiro
Gallego, manifiestan alborozados: “¡Gracias Espíritu Santo por el favor
recibido!… Nadie es eterno en el mundo”.
Mejía Álvarez no
tiene pelos en la lengua para afirmar que “la ignorancia del dueño del
Bucaramanga –Óscar Álvarez–es de marca mayor…”, anotando: “Creo que le iría
mejor a Felipe Zarruk como técnico que el que va a llegar”… y que no llegó
porqueaunque fue anunciado con bombos y platillos el argentino Flavio Horacio
Robatto, a los pocos días el equipo dio por canceladas las negociaciones,
dejando con ese ‘chicharrón’ a Óscar Serrano y Robert
Villamizar.
Se inició en
1965 en el periódico La Patria, de
Manizales, luego dio el salto a El País (Cali),
y La República (Bogotá) y para los
tres medios escribía en simultánea, teniendo que hacer tres crónicas diferentes
de un mismo partido, las cuales dictaba por teléfono o despachaba por teletipo
–un aparato del que las nuevas generaciones de comunicadores no tienen la más
remota idea de su existencia–. En 1968 Wbeimar Muñoz lo puso en la mira y lo
fichó para la radio. Después pasaría por los noticieros de televisión
Contrapunto, Criptón, De las 7 y del Mediodía, sin olvidar ‘Los Tenores del
Fútbol’ en el canal Fox Sports.
“Yo no puedo
decir que me voy del todo. No sé si sea capaz de resistir ver un partido
importante y no comentar. No sé si mi corazón o mi cabeza estén decididas a
aceptar que no voy a tener opinión. No sé si mi ego, porque soy ególatra como
todos son ególatras,me permitirá no opinar sobre si ese es buen técnico o mal
técnico, sobre si Colombia se equivocó o no… No sé, pero lo voy a intentar. Voy
a intentar decirle adiós a algo que ha sido mi compañero desde los dieciocho
años –tengo 68–, soy feliz, he conseguido todo lo que tengo gracias a la
profesión, pero siento que es hora de hacer algo diferente por tu vida Iván, es
hora de tener el día libre, es hora de hacer cualquier cosa diferente”,
confiesa.
Preparar cada
capítulo del ‘Pulso del Fútbol’ le demanda tres horas diarias de preparación e
investigación, “y los periodistas de antes aprendimos a razonar e íbamos a los
entrenamientos, porque además antes no había Internet ni Google ni celular. El
periodismo deportivo de hoy y lamentablemente tengo que decirlo, se reduce a
abrir Wikipedia y pare de contar. Pase la página y siga. Cantidad de cositas y
daticos sin ninguna profundidad. Son como los bachilleres que saben de todo y a
la vez no saben de nada. Lo de hoy es tan liviano y tan flojo a pesar de que
tienen todas las ventajas y posibilidades. La nueva generación tendría que
entrar a pensar si se van a quedar con el dato simple de Google o si van a
reformar la manera en que están haciendo periodismo”.
También tiene pertrechos
para sus colegas, o por lo menos otra dosis de garrote: “Entiendo esta
profesión para decir verdades, no como un acto de sumisión ni de mantenerme
arrodillado, como sí la entienden muchos. Hay mucho ‘lameculo’ en el periodismo
deportivo colombiano y mucho ‘sapo’ entregado a los directivos, a las causas de
los dueños de los equipos, de los dueños de la Federación y de los dueños de la
Dimayor. En esto para poder uno lograralgo hay que ser absolutamente
independiente y se ha ido perdiendo la independencia”. Guardando un cartucho
para quienes además se dedican a comercializar sus espacios de radio y
televisión: “Si estás en el tema de ventas, vas a ser un periodista mediocre y
no vas a tener la libertad conceptual”.
Hay que ir a las
prácticas y hacer camerinos antes de subir a la cabina a hacer comentarios,
dictamina a quienes quieren saltar a la fama con el trampolín del periodismo
deportivo. “Aquí pasan de poner discos a convertirse en comentaristas de la
noche a la mañana”. Reforzando su ataque: “Muchas mujeres y hombres quieren ser
periodistas deportivos como Hernán Peláez o Carlos Antonio Vélez o como Iván
Mejía y tener un apartamento frente al mar y jugar golf… pero esto no es fácil.
No es coger un micrófono y mañana ya estás con apartamento en Santa Marta. Eso
no es así. Esto está muy complicado. Y no es por desterrarlos, sino para
decirles que váyanse haciendo a la idea de que si tienen la vocación háganle
para adelante, pero hay que sufrir y para poder triunfar en el periodismo
deportivo primero hay que estudiar y luego hay que estar predispuestos a
trabajar como unas mulas”.
En resumen,
seguir sus pasos no es solamente cuestión de ganas, de pinta o de influencias.
“Se necesita capacidad de raciocinio, se necesita valor para decir las cosas,
se necesita tener lenguaje y saberlo aplicar, se necesita entereza para
afrontar las verdades del mundo de hoy que va cambiando, y la tecnología irá
evolucionando. Cada día serán más los periodistas de universidad que los
empíricos, pero a ellos no les están enseñando todo lo que hay que enseñarles.
El mundo por fuera de la universidad es diferente”.
Luego se refiere
a sus comienzos y a ese primer mundial que cubrió, organizado por la dictadura
Argentina en 1978 para encubrir tantos crímenes de Estado. Desde entonces ha
estado en España 82, México 86, Italia 90, Estados Unidos 94, Francia 98,
Corea-Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y el reciente de Rusia
en el que el equipo colombiano tuvo que conformarse con el noveno puesto bajo
la dirección del argentino José Néstor PékermanKrimen. Del télex y la máquina
de escribir, Mejía Álvarez brincó al fax y las microondas, adaptándose años más
tarde a Internet y el teléfono celular, que hoy le permiten hacer el programa
desde su casa en Cartagena o desde cualquier estadio u hotel en el planeta.
“He sido siempre
una mula para trabajar y no tengo problema en levantarme a las cinco de la
mañana y terminar a las doce de la noche. Pero el periodismo deportivo me ha
dejado tantas cosas bellas, me ha permitido conocer el mundo y conocer a mi
esposa, quien desde entonces me acompaña para arriba y para abajo. En el
periodismo he encontrado de todo como en la vida, gente bella y grandes amigos,
así como gente muy mala, perversa y envidiosa. La vida es como el árbol de
guayaba, que si lo meces cae la madura, la verde y la pintona. Si uno mueve el
árbol de la vida caen putas, maricos, ladrones, narcotraficantes… cae de todo.
Uno encuentra de todo”, manifiesta, soltando una sonrisa socarrona.
Dice que
solamente tiene palabras de agradecimiento y que por fortuna no tiene problemas
económicos, ufanándose de que aunque lo que le fascina es escribir, tendría que
hacer mil columnas de opinión al mes para ganarse lo que recibe por trabajar en
la radio y adicionalmente en la televisión.
No niega que es
hincha del América de Cali desde que en 1958 fue a ver en El Campín el partido
en el que Millonarios le empacó 4-1 a los ‘rojos’. “Y me gusta ese equipo y
sufro tanto viendo al América, qué mal que estamos, qué tristeza”, asevera, sin
saber que el domingo 9 de septiembre ‘La Mechita’ le ganaría 2-3 al Bucaramanga
en el ‘Alfonso López’. También dice que aunque es más amigo de Carlos Antonio
Vélez que de Peláez –con quien trabajó 17 años–, con el primero tiene profundas
discrepancias en materia futbolística y no sería capaz de compartir una
transmisión con él, “porque estoy seguro que a los cinco minutos nos matamos”.
Admite que fue
un pésimo estudiante, que fracasó en sus estudios de Derecho, que la relación
con su papá siempre fue “tormentosa y mala”, y que incluso su padre dejó de
hablarle por dedicarse al periodismo deportivo, hasta que un día lo llamó y le
dijo: “Lo único que le pido es que sea bueno”. Iván le respondió que iba a ser
el mejor. “Creo que estuve cerca. ¡Le pegué al palo!”, exclama.
Dos horas
entretenidas de charla en las que alentado por Zarruk, Iván Mejía repasó su
juventud y madurez, y en las que aseguró que el mejor jugador que ha visto en
el mundo es el argentino Lionel Messi –así no haya sido ni será campeón
mundial– y en Colombia a Willington Ortiz.Sin reservarse que la Selección no
puede seguir dándose el lujo de contratar un técnico que por trabajar apenas un
mes y medio al año reciba cuatro millones de dólares –más de 11 mil millones de
pesos–.
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