sábado, 11 de noviembre de 2017

A Tostao' le sonó la flauta

(Esta entrevista la publiqué en la edición 461 de Vivir la UNABen circulación desdel 6 de noviembre de 2017)

Algunos despistados acudieron al Auditorio Mayor ‘Carlos Gómez Albarracín’ creyendo que podrían ver en vivo a Tostao y que seguramente la banda de hip hop y reguetón ChocQuibTown interpretaría sus éxitos “Somos Pacífico”, “Pescao envenenao” o “Calentura”.

“Ya viene”, “no se vayan”, “está por aterrizar el avión”, “nos dicen que ya pasó por Coca Cola”, anunciaba el maestro de ceremonias a un público impaciente que desde antes de las 10 de la mañana abarrotó el recinto. Intentaban justificar la demora en la llegada del invitado central a Exponegocios 2017, motivada por el paro de un grupo de pilotos de la aerolínea Avianca.


Hasta que unos minutos después de las 11 am hizo su triunfal ingreso al evento organizado por la Facultad de Ciencias Económicas, Administrativas y Contables de la UNAB el pasado 27 y 28 de septiembre.Y a pesar de que pronto se dieron cuenta que no se trataba del popular cantante chocoano -pareja de Goyo-, quedaron enganchados con el ‘cuento’ de Pedro Gasca, Orientador General de Bakery Business International (BBI Colombia S.A.S.), propietaria de la cadena de tiendas Tostao’. Orientador General porque en esa organización no existen cargos como Presidente o CEO, términos que les hacen llenar la boca a tantos ejecutivos modernosembelasados por el afán de figuración.

Quienes en los últimos dos años han visitado Bogotá y Medellín han vistoesta marca por todas partes, pero para los que no lo sepan Tostao’ Café y Pan nació en diciembre de 2015 con apenas dos locales, para octubre de 2016 ya tenía 74 puntos y aspiraba a sumar 100 a finales de ese año, pero a octubre de 2017 ya contaba con 200 y su meta es que para el año 2020 tenga en servicio 700 tiendas que generan de tres a cinco empleos. Así de ambiciosos son los socios de esta empresa que está en manos de este joven huilense de bluyín y tenis, que gustoso narra su historia en donde lo conviden.

Panes de toda clase y tamaño, tortas, sándwich, ensaladas, jugos, kumis y, por supuesto, café de primera calidad –que también se consigue en la cadena Justo & Bueno–, forman parte del menú para desayunar, almorzar o tomar onces en sus locales de 50 metros cuadros instalados en los sectores de ‘dedo parado’ o en el barrio más popular y transitado de la capital de la República. Lo que ahorran en mobiliario, porque solamente disponen de unas cuantas butacas de madera y no hay señal de wifi gratis para evitarse esos clientes que con un tinto escampan el día entero, les permite ofrecer precios más que competitivos y productos al mismo nivel de Juan Valdez o Starbucks. Dicho en plata blanca, cobran 1.500 pesos por un tinto de 12 onzas que en otros lugares llegan a cobrar hasta $4.000 y más, aunque no hay servicio a la mesa ni platos ni cubiertos, sino bolsas de papel y servilletas.

Michel Olmi, uno de los fundadores de la cadena de supermercados D1, y el Grupo Reve, inversionistas de Mercaderías S.A.S. y creadora de Justo & Bueno, figuran entre los propietarios de Tostao’, quienes antes de meterse a abrir locales visitaron y analizaron negocios similares en Estados Unidos y Europa.

Gasca hizo en la UNAB un recuento de la evolución de Tostao’ y explicó por ejemplo que allí no hay clasificación de los clientes por estratos –como sucede a menudo en varias empresas de la competencia– o que el pan viene ultracongelado desde Europa y posteriormente es horneado en cada ciudad. Luego de una hora de charla y preguntas de estudiantes, profesores y empresarios asistentes, y sin caer en la provocación de soltar la fórmula secreta, atendió esta entrevista para hablar de unaempresa que genera cerca de 1.200 puestos de trabajo y que en todos los casos ganan más que el salario mínimo “porque queremos que la gente se sienta más tranquila con un poquito más de ingreso de lo que manda la ley y porque es muy loable lo que hacen todos los empleados de Tostao’ para tener un buen servicio al cliente”.


Advierte antes, ante el interés y los ojos abiertos de varios de los asistentes, que no tienen franquicias porque entre otras cosas se consideran un negocio demasiado joven como para incursionar en ese terreno.

Aunque en broma dice que su papá es enano y su mamá vende boletas a la entrada de la carpa, Pedro es un Gasca que no hace malabares en una carpa de circo, pero sí un talentoso colombiano al que le sonó la flauta, que es uno de los panecillos que más venden. Claro que a la hora de las sugerencias, recomienda el cruasán de cereales. “Pruébenlo y siempre van a querer volver a Tostao’”, asegura.

¿Cuál es la clave de este fenómeno llamado Tostao’, que dejaría con la boca abierta al más avezado de los académicos?

Es un tema de pasión por lo que se hace. De alguna manera los pilares del éxito de Tostao’, porque aunque la gente dice que somos exitosos todavía nos falta mucho, es un tema de calidad del producto, un precio que sea efectivamente muy socializado en términos del café y el pan, además de la expansión que estamos teniendo tan grande, aparte de un tema de autogestión para que cada cual lo que quiera hacer y para lo que está también en la compañía.

Varias de sus tiendas están contiguas a las de Juan Valdez. ¿Eso es osadía? ¿Es no tenerle miedo a la competencia? ¿Qué es?

Cada uno está con su producto. La Federación Nacional de Cafeteros a través de Juan Valdez tiene unos productos muy específicos con un mercado específico y el hecho de que esté por ejemplo ese Tostao’ al lado de Juan Valdez en el nuevo edificio de Avianca (sector de Ciudad Salitre Oriental), no es de osados sino que encontramos una buena oportunidad en ese local en particular. Pero no lo tenemos como estrategia para siempre estar uno al lado del otro. Nosotros también estamos en el tema de café, pero tenemos productos diferentes para ofrecer.

A muchos profesionales de su edad y condición se les ‘destiemplan los dientes’ pronunciando sus cargos, pero usted es un tipo descomplicado que se presenta como orientador y no pasa nada. ¿Hay un mensaje para los jóvenes que quieren tener su empresa y amasar capitales pero que antes de madrugar están pensando en el modelo del carro?

De acuerdo. Creo que son estereotipos que poco a poco se van derrumbando. Yo ando de tenis y bluyín todo el tiempo, porque además es lo más cómodo para poder visitar las tiendas, y eso no me lo permitiría y no estaría tan cómodo si me visto con zapatos, vestido y corbata. Ya se los decía a los pelados de la UNAB, y es que hay que empezar emprendimiento así sea en el garaje de la casa. Que no nos dé pena ni miedo empezar por donde tenemos que empezar. Uno no puede querer gastar más plata de la que gana, y para poder ganar más pues tiene uno que empezar a tener sus propios negocios o a trabajar o a que efectivamente sea esa la manera natural de crecer en la vida.

Cuando en Bucaramanga abrieron una nueva cadena de supermercados de bajo costo le escuché decir a algunas personas basadas en meras especulaciones y mentiras de las redes sociales que no comprarían allí porque era un negocio de las Farc. ¿De Tostao’ que han dicho para descalificarlos o para espantar la clientela?

Lo mismo que me está comentando frente a Justo & Bueno o D1, pero a eso no hay que pararle bolas. Uno no debe gastar una sola neurona tratando de desmitificar ese tipo de cosas, pues porque van a salir todos los días. Uno se tiene que dedicar es a trabajar, a emprender, a crecer, a generar empleo, a tener un crecimiento aprovechando el momento histórico que está atravesando el país, y ser optimista.

¿Quiénes tuvieron ese chispazo inicial?

El Grupo Reve es el mayor accionista de BBI, que es Tostao’ y de ahí fue de donde surgió la idea. Es como esa primera sentada de tres horas a echar globos y ver cómo podría ser el negocio, pero es algo que se viene gestando desde hace unos cuatro o cinco años.

¿Cómo es que en sectores como la carrera Séptima de Bogotá hay tiendas Tostao’ tan cerca una de la otra, mientras algunos teóricos recomendarían que esa situación no se diera?

Consideramos que nuestros lugares son de paso. Que si usted sube por una calle no se va a desviar dos o tres cuadras para buscar un café, así que si se lo encuentra lo consume, pero si no simplemente lo obvia o va a otros sitios. Nosotros pensamos que cada cuadra que tenga un buen flujo de gente puede tener un Tostao’.


¿Y por qué en Colombia ha venido tomando fuerza esa creencia de que tomar café es un sinónimo de distinción y por eso hay gente que está dispuesta a pagar lo que sea con tal de que la vean en determinado lugar, sabiendo que con ese dinero en otro punto podría comprar dos o tres? ¿Esos sitios les están cobrando a los clientes hasta el aviso de neón, el sofá y el aire acondicionado?

Muchas veces hay algunos negocios que le meten muchísima plata a toda una estructura de metros cuadrados, sofás y todo lo demás que elevan los costos y hace que un café se vuelva un lujo. Yo perfectamente me puedo tomar un buen café de 1.700 pesos o $2.000, cien por ciento café colombiano, libre de pasilla, en un lugar en el cual yo lo puedo simplemente comprar y salir a tomármelo en otro lado, para que no sea un lujo. Es desmitificar eso de que para conseguir un buen café hay que pagar mucha plata.

¿Concretamente de dónde sacaron la idea tal como la pusieron en práctica?

Digamos que nos dimos una vueltica por Europa y por Estados Unidos, y vimos algunos conceptos y no como este porque eran panaderías o ventas de sándwich o de líquidos o solo de café con poco producto de pan. Nosotros recogimos algunas ideas de allí, pero la mayoría son nuestras frente al mercado y frente a lo que estábamos viendo en Colombia porque no había un sitio integral donde yo encontrara de todo lo que tiene un Tostao’.

¿Pero sí es un poco la cultura estadounidense de comprar el café e irse a trabajar o caminar?

Sí, algo como entre, coja, pague y váyase. El mercado tradicional está diseñado para que en la mayoría de locales la gente se pueda sentar a tomarse su café, pero nosotros pensamos mucho más en la gente que va por la calle, que tiene quellegar a cierto sitio y que puede coger su café para consumirlo en el camino.

¿Qué cara ponen esos ‘buena vida’ acostumbrados a quedarse aplastados toda una mañana tomándose un tinto para tener señal gratis o porque no tienen nada más que hacer?

(Sonríe). Es un tema de concepto. Saben que para hacer reuniones de negocios o para sentarse cinco horas con un café en un sitio cómodo, pues no van a escoger Tostao’.

¿Sueñan en vano los que anhelan un Tostao’ en estos parajes bumangueses?

No crea. Bucaramanga es un mercado interesante por el número de habitantes que tiene y aquí podemos tener muchos Tostao’ porque creemos que nuestro modelo perfectamente funciona en esta ciudad. No hemos llegado a Bucaramanga y otras ciudades es más porque somos unos ‘bebés’ que llevamos apenas abiertos menos de dos años y no puede uno pretender estar en todos lados ya. Toca también un modelo de expansión pensado, cuidar la caja y verificar que los ingresos se vayan dando para poder aumentar la expansión en otras ciudades.

¿Eso es ser pretencioso o es tener los pies en la tierra?

Somos unos ‘bebés’ en términos de tiempo y de conocimiento perfecto de los procesos. Uno no puede pensar en generar franquicias, cuando el modelo no se tiene documentado y perfeccionado. Si uno empieza a entregar franquicias, que un tercer maneje la marca y si internamente no hemos acabado de madurar lo que queremos que sea Tostao’, menos pretendemos tercerizar algo que apenas está creciendo, porque llevamos nada más dos años en el mercado.

¿Qué pasaría si en el año 2020 me lo encuentro y le digo que la meta de 700 tiendas de Tostao’ les quedó grande?

¿Que no hayamos llegado a 700 tiendas? (Sonríe) Por el contrario, este negocio va para mucho tiempo y es para crearlo en muchas ciudades del país. Hacia ese año habremos cumplido la meta sin ningún problema porque confiamos mucho en el negocio.

¿Qué les dice a esos profesores que van por el mundo teorizando de negocios pero jamás  han vendido ni una melcocha y a esos jóvenes que creen que es ‘soplar y hacer botellas’?

Lo que les digo es que hay que metérsele a todo, y si uno tiene una idea de emprendimiento hay que todos los días respirar por ese emprendimiento para que salga adelante porque no salen solos. Y de alguna forma hay una cuota de sacrificio, si se puede llamar así, por la cual uno tiene que estar encima para que las cosas salgan, hablar con la gente que es y sacar adelante la idea. Ya después de que nace es un poquito más fácil porque ya se tiene la idea concreta.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

‘Colombia en manos de Ordóñez sería un lugar siniestro’: Ricardo Silva Romero

(Esta entrevista la publiqué en la edición 461 de Vivir la UNABen circulación desdel 6 de noviembre de 2017)

Por muy ‘cachaco’ que sea, Ricardo Silva Romero no va con rodeos. Por eso se atreve a decir que “es una buena noticia que esté aquí un papa que ha pedido perdón por unas cuantas cosas: a ver si el odio deja de ser útil”, o cantar la tabla afirmando que “(Alejandro) Ordóñez “ha sido y es y será un vendedor de odio: de misoginia, de homofobia, de estigmatización, de persecución al periodismo”.



En nada parecido a tantos colegas timoratos que solamente hablan de temas triviales o se pasan de ‘lagartos’, su estilo punzante es el que le ha valido el reconocimiento como uno de los mejores columnistas que hay en Colombia y no solo por lo que dice semanalmente en el periódico El Tiempo, sino también por su sección en el diario madrileño El País. Su pluma es mordaz y por eso se atreve a decir: “Pero el repugnante caso del señor Moreno Rivera, que así se llama el exjefe de la Unidad Anticorrupción de la Fiscalía, no solo ha probado que somos pastoreados por los lobos, sino que ha hecho evidente la perversa solución que hemos estado dándole a la corrupción: decir ‘es que somos así’”.

Esta labor la combina con el oficio de escritor, con obras tan posicionadas en librerías como las novelas “Historia oficial del amor”, “Parece que va a llover”, “Autogol” y “El hombre de los mil nombres”.

Este bogotano nacido en 1975, que durante 12 años fue comentarista de cine en la revista Semana, más otros ocho en la revista Soho, estuvo en la reciente Feria del Libro Ulibro de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB).

¿Por qué sostiene que si en las elecciones de 2018 llegara a ganar la extrema derecha hay que ir considerando la idea de seguir viviendo en este país?

Es que la extrema derecha que tenemos es un delirio anacrónico. Es gente que todavía cree que hay una conspiración judeomasónica para derribar el imperio católico, para arruinar la imagen que tenemos de la hispanidad, para implantar el comunismo y hoy en día la homosexualidad en la sociedad colombiana. El delirio es tal que realmente vivir bajo esa mirada lo pondría a uno a dudar de vivir en un manicomio. Pero me parece que así como hay gente a la que ese discurso delirante y violento la seduce, también produce miedo a mucha gente más que no está de acuerdo en que haya que ser violentos. La ultra derecha está radicalizándose y eso es importante porque vuelve a ser una minoría. Va como camuflada con el uribismo y con el conservadurismo, tratándose de volver como una especie de bloque alrededor de la idea de no al acuerdo que termina al conflicto, y cada vez se ha visto que no, porque el Centro Democrático se está separando entre la ultraderecha y la derecha, y cada vez se está viendo que esa alianza no existe porque los pastores van por un lado, los conservadores van por el otro, que el uribismo es una cosa y el ordoñismo es otra, y aunque compartan delirios no creo que estén tan unificados y así como producen devoción también generan muchísimo miedo.

¿Ha contemplado la posibilidad de que el próximo presidente de Colombia sea el santandereano Alejandro Ordóñez Maldonado?

Sería una Colombia gobernada de espaldas, en latín. Y sería un lugar realmente siniestro. La gente tiende a pensar que cuando uno habla de Ordóñez se está refiriendo en términos personales. A mí me tiene sin cuidado la persona que probablemente sea un buen padre, un buen esposo y un buen amigo de sus amigos, pero políticamente es siniestro, y es un hombre cuyo menor problema es que sea así de religioso, porque su mayor problema es la manera como ha hecho política, los contactos que ha hecho para hacerla, lo inescrupuloso que ha sido para hacerla y lo inescrupuloso que está dispuesto a ser. Claro, lo religioso es aberrante porque es devolvernos cientos de años a un mundo en el que alguien aplasta a los que sean diferentes y en el que alguien promueve el fin de la diferencia. Eso me parece gravísimo. Y adicionalmente es una persona no muy competente e incapaz de gobernar el Estado colombiano. Su Procuraduría fue muy mala y mediocre, y todos los escándalos que están reventando ahora salieron justo cuando él se fue. Su ausencia en los cargos de vigilancia del poder ha sido lo mejor que nos ha podido pasar, y él en el cargo de presidente fallaría en lo mínimo que es en conciliar tantas voces que son las voces colombianas, en hacer ese trabajo de equilibrismo que es tan difícil y se parecería a (Álvaro) Uribe en cierto sentido como presidente pero sería muchísimo peor y muchísimo menos respetuoso de las formas, que ya es mucho decir.



¿Qué país es esa Colombia en la que el poder se sigue heredando entre unas cuantas familias?

Esa es una Colombia que existe y sigue siendo muy fuerte. Es la Colombia de un puñado de apellidos que empezó quizás en el comienzo del siglo XX y que sigue dominando y que sigue gobernando, pero es una Colombia que convive con muchas más. Una Colombia por ejemplo la del narcotráfico, o la del paramilitarismo o la nueva que es ciudadana, la de Claudia López, Sergio Fajardo, Humberto de la Calle o Antanas Mockus que están más hacia ese lado y que representa a una buena parte del electorado y a la que hay que convencer. Es hasta cierto punto deprimente ver a un Vargas Lleras hereda de un Santos el poder, pero no es la realidad completa. Es una buena parte y va a seguir existiendo esa casta política, como estaban en Estados Unidos eligiendo entre Hillary Clinton y Donald Trump, pero le va a tocar seguir conviviendo con muchas Colombias más y eso los obliga a replantearse.

Cuando en agosto de 1989 asesinaron a Luis Carlos Galán muchos temieron que el país había tocado fondo, pero las barbaridades y los escándalos se han seguido repitiendo a cual más. ¿El próximo capítulo de esta Colombia que no tiene remedio cuál será?

Esta historia de los magistrados y su corrupción le vuelve a uno a dar la idea de que esto ha tocado fondo, cuando ha tocado fondo tantas veces, pero ese tocar fondo de la Rama Judicial se puede interpretar como el horror o como el fin del horror y que por fin lo que era un rumor se volvió un hecho. Esta gente sí estaba negociando con la justicia y es terrible pero muy importante probarlo porque nadie revisa a los jueces. Siempre ha estado abierta la pregunta de quién está vigilando a los vigilantes, y esto a todos aquellos que estén entrando a la Rama Judicial como los políticos que entran al Ejecutivo en busca del botín, pues les da la idea de que no pueden andar por ahí haciendo trucos ni portándose como políticos en el peor de los sentidos.

Al reiterar en sus columnas que los colombianos no se pueden negar la posibilidad de construir un país del postconflicto, ¿eso quiere decir que usted está ‘enmermelado’ o que se volvió ‘castrochavista’?

Me impresiona mucho eso: que cada vez que uno diga me parece que el Acuerdo de Paz es sensato, porque es básicamente que la gente no se esté matando y hasta ahí es la idea, librando a mucha gente del aniquilamiento, inmediatamente hay gente que piensa que uno lo está diciendo porque le están pagando o porque tiene contratos con el Estado. Eso es increíble, pero una buena parte de esa gente lo dice porque a ellos les están pagando para decírselo a uno. El uribismo es experto en eso e inmediatamente uno dice que hagamos un acuerdo de paz para que la gente no se mate pero luego uno critica a ‘Popeye’, les parece contradictorio porque está criticando a un sicario pero está pidiendo que a los demás si los dejen en paz. Es el desconocimiento absoluto de la historia colombiana y de lo que uno está diciendo. Hay mucha gente que está lista a invalidarlo y a imponérsele a uno casi que por política o por instinto, y creen que si alguien piensa diferente es porque le están pagando. No deja de sorprenderme, entre otras cosas porque en la vida he tenido nada que ver con ningún gobierno afortunadamente. Es un gran orgullo para mí no tener nada que ver. En una columna yo trataba de explicar que además es imposible ser santista, porque como el mismo (Juan Manuel) Santos lo dice eso no existe, nadie es santista. Nadie está fascinado por esa personalidad y lo que entiendo de ser periodista o columnista de opinión es que gane quien gane el trabajo es el mismo. Si gana Ordóñez o si gana De la Calle el trabajo va ser vigilarlos, estar pendientes de que no hagan lo que se les dé la gana. Finalmente uno no está atado a nadie, aunque quisiera que cierto tipo de persona fuera su gobernante, y el trabajo sigue siendo el mismo sea quien sea. Pero sí, es una condición de esta época ser llamado ‘enmermelado’ o contratista del Estado, que es un recurso además muy uribista, cada vez que uno diga que el gobierno le parece flojo pero la paz no.




¿Teme que los señalados en sus columnas o los fanáticos de aquellos algún día ‘le den en la cara, marica’ o que le pase algo más grave?

Pues yo creería que no. Nunca siento miento. A veces se me asoma algo parecido cuando algún lector me llama valiente, entonces me da susto pensar que estoy siendo valiente, pero generalmente no tengo nada de miedo porque cuando le pongo un adjetivo a alguien tengo pruebas. Es decir, yo no llamaría ladrón a Hipólito Moreno (‘Cartel de la Contratación’ en Bogotá) si él no hubiera confesado que robó, y no le pondría ningún adjetivo tan duro a nadie como asesino o criminal, si esa persona no hubiera cometido un crimen. Entonces me cuido mucho a la hora de adjetivar o de perfilar a alguien hasta que no sea claro que estoy diciendo la verdad. Aparte de que alguien me calumnie diciéndome ‘enmermelado’ o contratista del Estado, no me ha pasado que alguien me amenace porque nunca he dicho algo que no sea cierto y he tratado de decirlo de tal manera que se refiera a lo que está sucediendo y no por ejemplo al pasado de las personas. Uno podría, como hace mucha gente, hablar del pasado de Uribe o del pasado de Ordóñez, de cómo se la pasaba quemando libros o defendiendo el paramilitarismo descaradamente. Me parece que basta con lo que ellos hacen día por día. Es suficiente vergüenza lo que cometen día a día, y es hasta cierto punto más leal enfrentarlos con lo que acaban de hacer que con lo que hicieron antes, que uno se siente escarbando y sacando cadáveres de los armarios en temas que no vienen al caso. Es suficiente decir que Uribe Vélez denuncia al Estado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y eso es una infamia de campaña política. Es suficiente enfrentarlo con ese y eso revela los demás temas. Si uno está enfrentando el día a día, que es la labor del columnista de cierto modo, pues es más leal y es menos difícil sentirse amenazado. Me libra del miedo eso.

Si usted estuviera caminando por la selva y lo mordiera una serpiente, ¿qué haría si la única persona con el antídoto a la mano fuera la ex columnista y congresista uribista Paloma Valencia? ¿O preferiría dejarse morir?

No hay chance de que yo camine por la selva. En el caso de que lo hiciera y la médica fuera Paloma Valencia, tengo la suerte de haberla conocida y que me pareciera buena gente, simpática, chistosa e inteligente. Luego cuando la veo hablar en público y decir las cosas que dice, me parece otra persona, que está interpretando un personaje y que está hasta cierto punto poseída por una fiebre agarrada en la selva amazónica. Es increíble que una persona que tiene sentido del humor y sea tolerante y tranquila, termine de uribista. Pero en el caso de que ella fuera la médica, creo que sería querida y me daría la medicina, y me parece que esa es una buena manera de pensar. Lo que llaman polarización realmente es el engaño de la sociedad. La gente nunca está polarizada sino cuando los políticos se lo quieren hacer creer que hay dos bandos y son unos genios para hacerlo. Ir a demandar el Estado en la Corte Interamericana es un golpe de astucia porque vuelve a reunir a unos alrededor del no y a otros alrededor del sí, que es lo que ellos han estado perdiendo en estas semanas de campaña. Se les ha estado desbaratando el grupo de la derecha y lo tienen que volver a unir. Quizás la gente ya lo note.

¿Qué pregunta le formularía a la representante a la Cámara, María Fernanda Cabal?

Muchas, pero empezaría por preguntarle en qué momento se le ocurre a uno subir ese video de Óscar Iván Zuluaga convulsionando a un ritmo. Desde ‘Locos videos’ no se veía una cosa tan extraña en Colombia.