(Esta entrevista la publiqué en la edición 476 de Vivir la UNAB, en circulación desde el 3 de mayo de 2019)
“Mi solución
para esa crisis tan jodida en la que está RCN es poner a (Álvaro) Uribe de presentador
de noticias. Sería rating total.
Diría: ‘Buenas noches compatriotas. Al país hoy le fue mal pero a (Iván) Duque
le fue bien. Vean ahora los titulares’. Y después de cada noticia él comentándola,
elevaría el rating y soluciona el
problema. ¿Por qué? Porque estamos buscando cabecitas que piensen, aunque sea
mal pero que piensen”. Este sarcasmo sale de la boca del jurásico docente de la
Universidad de los Andes, crítico de televisión del diario El Tiempo (medio de propiedad del banquero Luis Carlos Sarmiento) y doctor en Ciencias Humanas y Sociales,
Omar Rincón, quien no deja títere con cabeza y así lo corrobora en esta
entrevista.
Estuvo en la
Universidad Autónoma de Bucaramanga el pasado 5 de abril, a instancias del
Programa de Comunicación Social, hablando de “La crisis y reinvención del
periodismo” y afirmando, por ejemplo, que “a los profesores nos pagan por dar
criterio, no por decir qué es bueno o malo”, que “si el periodismo está en
crisis, la formación de periodistas también lo está” o que “en las salas de
redacción no hay quien les enseñe a los jóvenes absolutamente nada”.
Con más manillas
que Carlos ‘El Pibe’ Valderrama, una arracada en su oreja izquierda, alpargatas
de campesino, barba de leñador y su cabeza calva, Rincón apunta y dispara ante
un público congregado en el Auditorio Menor que queda zurumbático: “Si los
periodistas hicieran su trabajo no tendrían eco los trinos de (Álvaro) Uribe,
porque ninguno es verdad”. Y sin rodeos recarga: “El periodismo se hizo para
joder al poder”, consciente de que es alérgico a los cocteles y que sus
comentarios generan urticaria.
¿Cómo hacerles entender a tantos jóvenes que
estudian periodismo que de entrada no se crean García Márquez y que de paso no
se frustren?
Hay que decirles
que aspirar a ser García Márquez puede ser posible, pero que lo primero que hay
que hacer y es lo que aprende todo gran artista como ‘Gabo’, que si uno no sabe
el oficio no puede llegar allá. Entonces el oficio es como en la cocina, donde
hay que aprender para qué sirve cada ingrediente, cómo se mezclan y cómo se
sazona. Uno no puede llegar al nivel de García Márquez sin oficio, sin conocer
las herramientas y sin poder ‘cocinar’ bien las historias. Por eso deben
aprender a ‘cocinar’ las historias antes de ser García Márquez.
Usted afirma que el periodismo del siglo XX ha
dejado de existir e incluso María Teresa Ronderos sostiene que el periodismo
murió. ¿Puede haber optimismo entre tanto caos generado por la crisis en los
medios de comunicación, los despidos masivos y el despiporre que ha creado
tanta basura que circula en las redes sociales?
Hay optimismo
radical porque es que lo estamos necesitando con urgencia por la democracia,
que está bajando su calidad basada en que hay mal periodismo. Exactamente si
nos cargamos al periodismo, nos cargamos la democracia. Y segundo, porque los
jóvenes de hoy vienen cada vez siendo más rebeldes sin causa. El periodismo es
una causa buena para ejercer la rebeldía. El periodismo no está hecho para los
sumisos, para los ineptos o para los cínicos, sino para gente que quiera
comprometerse con eso. Y tercero, el periodismo tiene futuro porque están de
moda las fake news (noticias falsas)
y todo el mundo está preocupado por las fake
news, desde los políticos hasta los académicos y las oenegés, y se requiere
buen periodismo para luchar contra ellas. Si hubiera buen periodismo no habría
fake news, porque el periodismo consiste en la lucha eterna contra las fake news históricamente. Y la cuarta
razón es porque hay una pasión del ser humano por contar historias por el mundo
de la vida real y esa pasión no la puede matar nadie, luego el periodismo va a
seguir existiendo. Lo que María Teresa Ronderos y mucha gente dicen es que
probablemente deberíamos cambiarle el nombre a la profesión, porque en español
periodismo significa de periódico y el periódico está desapareciendo; que es
distinto en inglés que es journalism,
que es como lo que cuenta el diario. El nombre no importa y el periodismo sigue
siendo una pasión que seduce a jóvenes y adultos, y que se requiere por
democracia y por vida.
Usted está metido de cabeza en el Centro de Estudios
de Periodismo (Ceper) de la Universidad de los Andes, pero si le dijeran que
debe ser decano de periodismo por un día, ¿qué materias incorporaría y cuáles
eliminaría de un plumazo?
Más que
materias, cambiaría la intencionalidad de los semestres. Hay que comenzar a
pensar los semestres no por materias, sino por formar conceptos. Yo haría algo
así como, por ejemplo, en primer semestre hacerlos ciudadanos colombianos y
todas las materias serían sobre formar colombianidad. En el segundo semestre,
‘pensar con la propia cabeza’. En tercer semestre, construir una mirada. Cuarto
semestre, investigar para producir historias. Quinto semestre, cómo contar con
palabras. Sexto semestre, cómo contar con sonidos. Séptimo semestre, cómo
contar con el cuerpo. Hoy en día cada materia es como Independiente Santa Fe de
las otras. Un estudiante entra a un semestre y no entiende la lógica de ese
semestre. Otra idea que tengo relacionada por ejemplo con aprender a contar
historias: el estudiante puede tomar Géneros Periodísticos en Comunicación,
Narrativa Audiovisual en Artes y Objetos en Diseño en Diseño, porque todo es
contar historias. Entonces le organizamos el semestre en función de un
objetivo. Al final lo evaluamos respecto a si aprendió de ese concepto y no
cuánto sabe de mi materia. Deberíamos perder un poquitico la solemnidad y la
arrogancia del conocimiento propio, para ganar la interdisciplinariedad como un
proyecto del que no sé nada de entrada pero al final sé algo.
¿Un requisito para cursar la Maestría en Periodismo
es que al menos los aspirantes tengan lectura crítica?
La universidad
hace un solo test y es que sean capaces de escribir sujeto, verbo y predicado.
O sea que sepan contar bien contado ‘mi mamá me mima’ y que sepan contar en un
párrafo una historia chiquita. Es como que tenga potencial escritural, porque
seguimos confiando en el potencial escritural, más el digital, y en el futuro
vamos a tener que pedirle que sea capaz de hacer un blog y de tener esas
herramientas con las que cuenta historias, porque eso es lo único que no
podemos enseñar. Eso se puede pulir y enfatizar, pero no se puede enseñar a
hacer algo que no pasa por ahí.
Con el garrote que les da en sus columnas, ¿habría
algo peor en el mundo que los canales de televisión RCN y Caracol?
La televisión
colombiana no es tan mala. RCN y Caracol en lo informativo técnicamente son
impresionantes. La forma como las chicas presentan, como los periodistas
informan, las cámaras que usan, la tecnología, la diagramación y el diseño del
noticiero son de los mejores del mundo. Informativamente el de RCN está
dedicado al activismo político y a la militancia uribista, mientras que el de Caracol
está dedicado a contar lo que pasa en las cámaras de seguridad de la Policía
Nacional. Entonces en ese sentido están mal, pero técnicamente y persona por
persona son competentes. El problema es de concepto de información y de
concepto de política. Somos muy buenos haciendo ficción, nos hemos inventado la
bionovela y la narconovela, el formato de telenovela lo hemos vuelto siete mil
cosas, lo mismo en comedias y realities somos maravillosos. Somos muy buenos
haciendo el noticiero de mediodía como un magazín en el que se habla de
familia, de farándula, de muertos, de ecología… Eso es una cosa interesante y
creo que en el mundo no existe otro noticiero –que no es noticiero sino que lo
llamaría ‘el magazín de la realidad’– que dure tres horas. Eso es único en el
mundo y ahora lo está copiando CNN, que es como esas tres horas pero 24 horas
al día, sino que lo dividen de a media hora cada uno. También creo que son muy
malos en humor. ‘Sábados Felices’ es homofóbico, racista y clasista, así le
vaya muy bien en sintonía, y son muy malos en innovación, porque como son dos
que parecen uno entonces no les gusta experimentar en formatos y géneros. En
general, y es triste lo que estoy diciendo, pero la televisión de Colombia es
de las mejores de América Latina, sino la mejor con Brasil, en noticias y en
ficción.
Pero queda el consuelo de Noticias Uno.
Noticias Uno es
como CM& muy buen periodismo, pero no tiene la suficiencia técnica y
logística de Caracol y RCN. Son noticieros básicos y clásicos, y eso se
agradece. Es la noticia-noticia. En ellos triunfa la noticia sobre el show y sobre el efecto técnico, estético
y visual. Es muy bueno estar en ese tipo de periodismo de Noticias Uno.
Uno al ser
crítico de televisión critica muchas cosas, pero podría decir que inclusive en
los canales regionales aunque hagan noticieros de estilo viejo cumplen una
función social muy interesante de informar de lo cercano. Que se podría hacer
mejor, sí, pero el informativo de cada canal regional es bueno y en cada uno de
ellos se han inventado algún programita interesante. Señal Colombia tiene “Los
puros criollos”, Telecaribe “La niña Emilia”, Teleantioquia tiene “Serenata”…
Cada uno tiene algo, lo que pasa es que el papel de crítico lo hace a uno mirar
solamente pequeños momentos y no la totalidad de la industria audiovisual
colombiana.
¿Por eso es que a RCN le hace la sugerencia de que
le iría mejor poniendo al senador Uribe Vélez de presentador?
Lo que digo es
que el informativo colombiano se ha desconectado del ciudadano, porque siguen
jurando que ellos son transparentes, objetivos y neutrales, y la gente ya sabe
que RCN son las noticias uribistas y Caracol son las noticias de la Policía,
entonces si asumieran eso el ciudadano lo agradecería mucho. Por favor no
seamos objetivos, pero seamos transparentes y nos sigan diciendo que están
contando la realidad, sino que andan mostrando la realidad desde un vínculo. El
vínculo de RCN es con Álvaro Uribe y el de Caracol con tener rating como sea. Segundo concepto: yo ya
no quiero tener presentadores que me leen teleprónter y que sé que no son
autónomos con su cabeza. Quiero tener gente que me interprete la enunciación.
Que no hablen de Uribe, sino que él mismo presente las noticias en RCN y eso
sería superinteresante para ver él cómo comenta la realidad. De pronto Caracol
decide tener a Sergio Fajardo, pero también puede ser un intelectual como
William Ospina o Héctor Abad Faciolince, o que el presentador lo haga desde un
punto de vista más farandulero, pero que asumamos que el que presenta no es
presentador, sino comentador e interpretador de la información. Yo quiero
seguir a gente que sí piensa con su propia cabeza; no quiero seguir a gente que
piensa con el teleprónter. Los noticieros de RCN y Caracol se parecen en el 95
%. En el 5 % que se diferencian es que mientras el de Caracol huye de la
política, el de RCN alaba a Uribe y habla mal de Maduro. De resto en agenda son
idénticos.
El televidente de noticias se molestó tanto por la arrogancia con
que hablan a favor de Postobón y en contra del proceso de paz, y a favor de
Uribe y en contra de (Nicolás) Maduro como el único lugar informativo, que
nunca pasa por ahí y no volvió. Eso demuestra que el televidente es un tipo que
piensa y que cuando una vez se molesta, se molestó definitivamente. Caracol en
cambio todo el tiempo lo cuida y lo consiente, y por eso tiene el doble de rating en todos los programas sin hacer
nada, sin mirar calidad ni nada. Es un problema de fidelidad a la pareja.
Ahora, si no cuidan el cambio generacional, nosotros los jurásicos nos vamos a
morir muy pronto y el joven viene desconectado de los informativos, lo cual es
gravísimo porque RCN y Caracol se están quedando sin jóvenes, y en un punto sin
jóvenes no habrá paraíso.
¿Por qué a los jóvenes estudiantes y graduados de
periodismo de hoy les cuesta tanto convertirse en la piedra en el zapato de los
poderosos y gobernantes, y en algunos casos optan es por congraciarse con
ellos?
Lo que pasa es
que las formas de rebeldía son distintas. Colombia es un país muy sumiso.
Culturalmente somos muy sumisos. En Colombia disentir en público es de mala
educación. Aprendimos desde la época de Santander y Bolívar que se acata pero
no se obedece. Entonces somos la primera democracia de América Latina pero se
mata a los líderes sociales; somos un país de los más alegres, pero hablamos a
espaldas de los demás. Es un país que no ha sido capaz de conversar en público
y saber que disentir en público no es odiar al otro. Tenemos que aprender que
las cosas no son personales, sino que hay que elevar la conversación pública y
que hay principios fundamentales para eso. Disentir con el poder significa que
usted lo haga con altura, con respeto, con datos, con fuentes. Significa no
meterse en la vida íntima. Significa pensar de otra manera. Esas son las cosas
que hay que comenzar a trabajar y a poner en funcionamiento. Nos toca enseñar
es más a argumentar y disentir en público. Enseñar en qué consiste la cultura
de la conversación. Nos debe interesar conversar con el otro para aprender los
argumentos del otro. El mundo es muy infeliz cuando todos están de acuerdo con
uno.
“Hay que
aprender a leer no por leer, sino que se aprende a leer para escribir”: Omar Rincón
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