domingo, 12 de marzo de 2017

Claudia López: “Si no nos tomamos la democracia por las manos, los políticos nos van a seguir robando”

(Esta entrevista la publiqué enla edición 456 de Vivir la UNAB, en circulación desde el 13 de marzo de 2017)



A la senadora y desde diciembre pasado precandidata presidencial de la Alianza Verde, Claudia Nayibe López Hernández (Bogotá, 1970), le importa ‘cinco’ si pisa los callos de uno de sus colegas parlamentarios, si casa pelea con un ex presidente o si hurga en la conducta de un gobernante de provincia.

Por estos meses no descansa un día promoviendo la recolección de firmas que permita citar a una consulta popular con la que los colombianos tengan la opción de asestarles un mazazo a los corruptos.

Así que al grano con esta entrevista concedida el pasado 24 de febrero, cuando en su periplo por Bucaramanga estuvo recorriendo en un par de horas las cafeterías y el primer piso del Edificio Administrativo de la UNAB. Al calor de un tinto que algún espontáneo le gastó, la mujer que denunció a decenas de ‘parapolíticos’ atendió a Vivir la UNAB.

¿Se ha imaginado un pulso entre usted y el senador Álvaro Uribe Vélez por la recolección de firmas?

¡No, qué descrédito! Esto es una muestra más del oportunismo de Álvaro Uribe, que sale a recoger firmas y hacer una supuesta marcha anticorrupción. Un tipo que está en la mitad de un escándalo porque su gobierno, sus funcionarios, su ex candidato presidencial le recibieron sobornos a Odebrecht. Un escándalo más del largo prontuario de Uribe y cree que los ciudadanos somos tontos y que nos va a manejar como borreguitos distrayéndonos con espejitos. Los ciudadanos no son tontos y saben que Uribe tiene un prontuario no solamente de corrupción sino de muchas cosas, y que nos va volver a usar el fantasmita de las Farc y el proceso de paz para distraer la atención. La gente entiende perfectamente que nos tenían distraídos con las Farc cuando el problema principal de Colombia es que políticos como Álvaro Uribe, como Óscar Iván Zuluaga, como Didier Alberto Tavera (gobernador de Santander) son unos bandidos, y nos están robando tres veces más que las Farc. La Procuraduría General y la Contraloría General dicen que al año los políticos y contratistas corruptos nos roban veinticinco billones de pesos, y nosotros pagamos impuestos por siete billones de pesos con la Reforma Tributaria. Entonces estamos haciendo lo de Simón El Bobito: pagamos un peso para que nos roben tres. Los Uribes, los Ottos y los funcionarios que están en eso. La gente no es tonta y no creo que se deje distraer con ese tipo de sofismas de oportunistas como Álvaro Uribe.

Tontos no, ¿pero desmemoriados sí? Porque estallan los escándalos pero después de un tiempo se olvidan y la gente termina reeligiendo a personas señaladas o encontradas culpables de torcidos.

Pues a Uribe no sé si lo reelijan al Congreso y en todo caso pues nunca lo reelegirán a la Presidencia de la República porque está expresamente prohibida la reelección presidencial. No creo que sea un problema de desmemoria; más bien lo que sucede y esa es nuestra invitación haciendo esta pedagogía de la consulta anticorrupción en las calles, es que la gente se queja y se enverraca, pero no votan. El 60 % de colombianos no votan. Entonces la gente decente y capaz de contribuir a construir un Santander y una Colombia mejor, que siempre hay en todos los partidos porque esto no es un problema ideológico, no ganan las elecciones porque ganan son los bandidos de cada partido. Gana el de la ‘maquinaria’, el de la plata, etcétera, con elecciones por supuesto, pero esa es la regla general.

La gente tiene que entender que la corrupción no la vamos a derrotar lamentándonos, sino con el poder de nuestra firma y de nuestro voto libre, usándolo de manera inteligente para apoyar a gente en la vertiente ideológica que cada quien tenga, pero gente decente, capaz, renovadora, mujeres, jóvenes, profesionales que renueven la política, y no a los mismos politiqueros de siempre como Uribe.

Si su propuesta prospera y se recogen los cinco millones de firmas que se ha puesto como meta, ¿entonces de qué van a vivir personas como los hermanos Néstor Iván y Samuel Moreno Rojas?

Van a vivir en la cárcel y nosotros sacándoles la plata que tienen en Colombia y en Miami y demás, que nos robaron para enriquecerse. De eso es de lo que se trata esto. Si estas siete normas anticorrupción como limitarles a máximo tres periodos, bajarles el sueldo, ponerles a rendir cuentas, obligarles a hacer el patrimonio público, hacer presupuesto participativo, tener pliegos tipo en vez de contrataciones amañadas como las que hace el gobernador de Santander con el PAE (Programa de Alimentación Escolar)… si todo eso fuera irrelevante lo habían apoyado en medio minuto en el Congreso. No lo apoyan porque temen que de verdad eso los puede meter en cintura y robar sería más difícil. Entonces identificamos cosas que sabemos que les pegan duro y por eso las bloquean. Ahora lo que tenemos que usar es un camino que se salte a la clase política y al Congreso. Que se los salte con garrocha. La garrocha son las firmas. Ese es el mecanismo que nos da la democracia para saltarnos a esos tipos y para no depender de ellos.



¿Qué es lo que logran las firmas?

Son para pedirle a la Registraduría Nacional que nos dejen ir a votar las siete normas anticorrupción que los congresistas no han querido aprobar. Eso es lo que le estamos pidiendo. La ley nos pide dos millones de firmas, pero vamos a recoger cinco millones de aquí al mes de julio próximo y el año entrante, más o menos por esta misma época la Registraduría va a decir: vayan pues y voten. Cuando ese día llegue vamos a tener que salir por lo menos once millones de colombianos y votar en esa consulta popular anticorrupción. Y para que los siete mandatos se vuelvan obligatorios, por lo menos cinco millones seiscientos mil tienen que decir sí. Sí a bajarles los salarios, sí a limitarles el periodo a máximo tres periodos, sí a que rindan cuentas, sí a que su información de bienes y patrimonio sea pública, sí a que haya presupuesto participativo, sí a que haya contratación transparente con pliegos tipo, sí a que el Estado pueda cancelar los contratos de las empresas corruptas, y quitar todos los beneficios de casa por cárcel y todas esas prebendas que tienen los corruptos.

Si logramos las firmas y los votos necesarios, estos siete mandatos se vuelven obligatorios y no es si el Congreso quiere. Entonces en 2018 se les tendría que bajar el salario y punto. Y si fueran tan caraduras después de once millones de votos de no hacerlo, la ley prevé que esa posibilidad puede existir, entonces quien esté en la Presidencia de la República puede y deber expedir estas normas por decreto.

Esta es una tarea dura la de recoger dos millones de firmas y luego once millones de votos, pero es obligatorio y no tiene pierde. O sale por la vía del Congreso en un año o sale por la vía de decretos presidenciales en un año. Vale la pena hacer el esfuerzo, porque si nosotros no nos tomamos la democracia por las manos, los políticos nos van a seguir robando. Esa es la verdad. En la historia de Colombia una generación decidió tomarse la justicia por las manos y vivimos una guerra de 52 años, y no vamos a volver a caer en eso. Pero si no nos tomamos la democracia por nuestras manos para obligar estos mandatos anticorrupción que la clase política no se le ha dado la gana aprobar, y si no nos tomamos  el voto en serio para elegir gente decente y competente, aquí podemos seguir llorando y lamentándonos pero nos van a seguir robando. Esta es la invitación: dejemos el lloriqueo y pasemos a la acción.

¿Qué puede hacer una Claudia López que ni siquiera tiene lapiceros o camisetas para regalar ante unos ‘caciques’ que el día de las elecciones van a seguir repartiendo lechona y favores para reelegirse?

Claudia López gana si el 60 % de la gente en las provincias deja de quejarse contra los que los roban regalando lechona, y votan por Claudia López o por alguien que les parezca decente.

Uno llega a los cafeterías y oye que la gente dice que esos congresistas son unos desgraciados, unos bandidos, unos ladrones, que son lo peor… Bueno hermanitos, dejen de ‘tintiar’ y de quejarse. Tómense el trabajo de firmar estas planillas, luego de votar en la consulta, buscar una persona decente y pararse el domingo de elecciones e ir a votar por ella. Con esas lechonas y toda esa vaina, esos políticos corruptos no logran comprar más del 25 % que hay en Colombia, porque eso necesita mucho billete. Tampoco es tan ‘mamey’. ¿Pero por qué les rinde la plata y por qué se reeligen? Porque solo vota el 40 o el 45 % y ellos de eso compran la mitad y con eso se reeligen. Y el 60 % que obviamente podría derrotar al 25 % –es un tema de matemática elemental–, se queja pero no elige a nadie. Entonces sí es un tema de pedagogía, de educación política. Me desespera tanto la politiquería y la corrupción como a cualquier colombiano, pero yo que he estado por dentro y por fuera, como ciudadana, como periodista y como congresista estos dos años y medio, y estudiando estos temas desde la Ciencia Política, considero que el chiste es que la gente pase de la quejadera y la indignación a la acción. Que la gente firme, que la gente se registre para votar, que la gente vote, que haya una pedagogía y puede tomar un tiempo. La puede capitalizar cualquiera: Claudia López, Gustavo Petro, Sergio Fajardo o Jorge Robledo. Eso no es lo importante. Lo importante es que la gente entienda que así como en la guerra el poder lo tenían los que poseían los fusiles y esos eran los ‘chachos’, en la paz y en la democracia el poder lo tienen quienes usan el voto libre, de manera inteligente. Bienvenidos todos los ciudadanos a volverse poderosos por la vía de usar su voto de manera libre e inteligente.



En esa unión de fuerzas con Fajardo y Robledo, ¿el ego de esos dos personajes permitirá que una mujer como usted termine como candidata presidencial?

No me los descalifique. Ceo que no es un problema de egos. Los dos han sido muy generosos conmigo y tenemos una muy buena relación. Es un tema de intereses legítimos. No le voy a decir a Sergio, que lleva cinco veces más que yo en política, o a Robledo, que renuncien a su aspiración legítima porque yo quiero competir. Eso no sería respetuoso. Igualmente ellos conmigo. Ellos respetan mi carrera y mi iniciativa. Lo que tenemos que hacer es muy simple: construir un programa conjunto de lucha contra la corrupción, de construcción de paz, de construcción de equidad, de modernización de Colombia y ponernos de acuerdo en unas reglas para que en las elecciones de Congreso en 2018 cualquiera de nosotros esté dispuesto a apoyar al otro si gana para que ejecute este programa, y que los ciudadanos escojan con su voto. En marzo de 2018 seguramente antes han votado por la consulta anticorrupción, después han votado por alguien chévere al Congreso y escogen. Si les parece que Claudia López es la que tiene el perrenque para liderar esta cosa, pues voten por mí y se los agradeceré infinitamente. Y estoy segura que Sergio y Robledo me apoyarían como si hubieran ganado ellos. Y si escogen a Robledo o escogen a Sergio, pues yo los apoyaré para competir por la Presidencia como si hubiera ganado yo. Se trata de construir formas de acción colectiva, y que en vez de dividir y dispersar los esfuerzos de la gente mucha que hay capaz, seria, decente y con liderazgo, nos unamos. Porque los otros qué tienen: billete y ‘maquinaria’. Nosotros lo que tenemos que tener es acción colectiva y propositiva. Todavía es muy temprano y nos queda todo este año para organizar cómo hacer esa vuelta, pero lo vamos a lograr. Veo mucho afecto, mucha sensatez y muchas ideas en común… Claro, cada quien tiene su estilo y sus prioridades, pero bueno, eso es lo que gente escoge, qué estilo y qué prioridades contra la maquinaria uribista y santista de sobornos, contratos y politiquería.

¿Tal como pintan las cosas el gigante que ustedes tendrían que derrotar sería el hoy vicepresidente Germán Vargas Lleras?

Ese ‘pisco’ es un enano. Ese tipo de gigante no tiene nada. Lo que veo en la calle es que la gente está mamada de los Vargas Lleras, los señoritos bogotanos hampones que se creen próceres, llenos de ‘maquinaria’, de ‘cacaos’, que cogen a coscorrones a todo el mundo, que se creen pues los mandamases… La gente está mamada de ese estilito de políticos, que aparte de bandidos, arrogantes. Lo que veo es una gran animadversión de la gente a lo que representa Germán Vargas Lleras, y la gente está buscando alternativas para derrotarlos. Lo que tenemos que hacer es y lo que depende de nosotros es construir una que le permita a la gente identificar relativamente fácil la alternativa con la que quiere derrotar esa politiquería y esa arrogancia. Lo vamos a lograr. Aquí nadie tiene ganado nada. Incluyéndonos obviamente. Esta será una campaña intensa e innovadora. Estamos en un momento de ruptura. Hace siete meses aquí en la Feria Ulibro de la UNAB les dije que si logramos salir de la guerra la gente va a ver otras prioridades, se va a movilizar por otras cosas, va a subirles la vara a los políticos. Es que en la mitad de una balacera es muy difícil ser exigente, porque usted levanta la voz y le pegan un tiro. Eso ha bajado y la gente está exigiendo cada vez más y por eso firman. Imagínense tratando de recoger estas firmas en Santander hace quince años con el paramilitarismo rampante en este departamento y con la guerrilla acosando… hubiera sido muy difícil. Hoy en día usted lo vio a mi llegada a la UNAB. La gente aparece y firma, y pide formularios para recoger más firmas. Así me ha pasado en todas las ciudades a las que he ido este año. Entonces lo que veo es que los ciudadanos poco a poco van traduciendo su indignación en una decisión de hacer algo concreto para derrotar a esa gente. Tengo mucha esperanza y mucha confianza de que eso es lo que le va a dar oportunidades a alguien alternativo, sea yo o sea otro con credibilidad. Lo importante no es quién sino para qué. Para derrotar a los Vargas Lleras y a los Uribes y a los corruptos y a los bandidos. Este país va repuntando en esa dirección y tenemos que hacerlo que depende de nosotros: hacer pedagogía, sacar la consulta adelante, unirnos con otros liderazgos para que la gente pueda escoger una fórmula y no desperdiciar esfuerzos, y eso vamos a hacer.

Contemple otro escenario: ¿Qué les responde a quienes están se ponen cachuchas con la consigna de que el ex procurador general Alejandro Ordóñez Maldonado es “la salvación para Colombia”?

Eso las debió hacer él mismo para hacerse autobombo. Yo no siento eso en la calle, sino que la gente entiende que es un tipo que se eligió en la Procuraduría comprando votos y con corrupción. Igual que Álvaro Uribe. ¡Igualito! Y entonces viven mostrando el ‘coco’ de la Farc y que van a salir a marchar contra Juan Manuel Santos, que es un tipo desprestigiado. Eso es físico oportunismo y no creo que les alcance.



¿Cuál es el punto débil de Claudia López?

No sé. Puede que haya gente que piense que el hecho de que no tengamos ‘maquinaria’ regional es un punto débil. Al contrario, lo que creo es que esa es nuestra fortaleza: es no contar con toda esa gentuza. No contar ni con los Uriel Ortiz, ni con los Didier Tavera… Es exactamente eso lo que es nuestra ventaja. Pero hay gente que dice que hay que robar aunque sea un poquito, y yo les respondo que si toca así, pues que gracias y que ‘dejen así’. Hasta que se pueda limpiamente. Algún día se podrá. Cada vez se puede más.

Habrá gente que crea que mi carácter fuerte es un punto débil; hay otra gente que lo aprecia. Yo salgo a la calle y la gente sistemáticamente me dice dos cosas: que creían que era más grande (sonríe) y quedan un poco decepcionados de mi metro y medio. Y lo segundo que me dicen es: “no le afloje a esos tipos, deles en la jeta. Todo lo que usted les dice es lo que quisiéramos decirles y no podemos. ¡Hágale!”. Entre gustos no hay disgustos, así que habrá gente a la que les guste mi carácter y mi estilo, y otra gente que no.

Ser mujer también, porque sin duda las mujeres hemos tenido limitaciones en esta sociedad por el machismo. Las mujeres ganamos menos haciendo el mismo trabajo, hay muchas mujeres líderes sociales y muy pocas líderes políticas porque es más difícil elegirse. Y hay todavía mucho machismo de quienes dicen que las mujeres debemos estar en la cocina y no estamos para gobernar. Estas tres cosas pueden influir, pero las vamos a superar. En todo caso vuelvo al punto central: hay que hacer lo que depende de uno, porque hay gente a la que uno le dice que firme las planillas y arrancan con el discurso de que esto no sirve o que han votado y no pasa nada. Entonces les digo que sigan quejándose y yo sigo recogiendo mis firmas. Ya veremos hasta dónde llegamos siendo mujer y teniendo este carácter y no teniendo ‘maquinaria’. Hasta donde empujemos este barco en la dirección correcta, pues eso era lo que había que hacer.

¿A quién se le encomienda? ¿Al Dios de Ordóñez?


Ese es un diablo, qué Dios ni qué Dios. Yo con Diosito. Esos tipos como Alejandro Ordóñez, que se declaran lefebvristas, que se dan látigo pero para robar y para irse con corrupción si no se dan látigo, para justificar a curas pederastas que violan niños ahí si no se dan látigo. Yo tengo un gran respeto por el Catolicismo, que es mi religión, es la fe de mis padres, sobre todo de mi madre que tiene una enorme fe, y tengo un gran respeto porque he visto lo que eso realmente representa: la solidaridad, la humildad, el siempre pensar en el otro, pero eso está lejos de ser lo que representa Ordóñez. De manera que con todas estas batallas a Dios sí hay que encomendarse, pero al Dios de verdad, no al de los bandidos.


sábado, 11 de marzo de 2017

Kenny Wesley, jazzista y hechicero

(Esta nota la publiqué en la edición 456 de Vivir la UNAB, en circulación desde el 13 de marzo de 2017)



A lo mejor de viejo y rodeado por sus hijos y nietos, o de un infarto fulminante en el escenario, pero Kenny Devone Wesley jamás se morirá de hambre.

Este músico excepcional de 34 años, nacido en las paradisíacas islas de Hawái aunque criado en Jacksonville (Carolina del Norte), estuvo el pasado 24 de febrero en la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) y dejó con la boca abierta a los 890 asistentes que abarrotaron el Auditorio Mayor‘Carlos Gómez Albarracín’.

No saben lo que se perdieron las casi 300 personas que se quedaron por fuera del recinto, algunos de los cuales se conformaron con el eco de una voz privilegiada que por instantes sonaba a Michael Jackson y por otros a Ray Charles Robinson.



Y es que durante cerca de una hora y media, Wesley demostró con creces que la música la lleva en el alma y que debe tener un pacto secreto con Stevie Wonder, o con el diablo, pero en todo caso de su boca salen unas tonalidades que atrapan y seducen al público.

Wesley es cantante pero también hechicero. Espectáculo y poesía. Malabarismo y derroche de gracia y energía. Es un relámpago cuyo destello perdura desde el momento en que sale corriendo del camerino para empezar la función, hasta cuando con evidente nostalgia se despide de la gente improvisando una tonada de esas que se acostumbran oír en las orillas del Misisipi.

La pinta para este joven de 34 años no es lo de menos. Unas gafas rosadas sin vidrio, pajarita de pepas, pantalón ceñido y saltacharcos, unas medias coloridas de figuras geométricas, su boina hacia atrás marca Adidas y una camisa azul en la que más tarde se dibujará el croquis del sudor derivado de no quedarse quieto un segundo. Kenny no hace muecas. Lo que pasa con él es que como si se tratara del azul profundo del océano, se sumerge en los pentagramas del jazz, el blues, el folk y el funk,sin que haya nadie ni nada que pueda liberarlo.



Quizás por eso es que en su muñeca izquierda lleva tres relojes baratos que deberían recordarle que todo tiene un límite y que no puede pasarse la noche embrujando a quienes cayeron en la trampa de acudir a una cita que poco o nunca se ve en la capital mundial de ese ruido llamado vallenato de la nueva ola. Pero qué va, dos de esos aparatos no caminan y jamás se fija en el otro. Kenny también sorprende con su picardía a los músicos que le han acompañado en esta gira por Bolivia, Perú y Colombia.

Lo hizo en la mañana cuando en la charla-taller contó sus inicios y sus secretos, les dio juego al baterista Dante Pope, al bajista Dennis Turner y al guitarrista Zachary Cutler, y de repente se sentaba al teclado con ganas de interpretar una pieza que no estaba en el libreto. Igual fue en la noche. Con un español fluido, Wesley se dejó llevar por el romanticismo, en una cadencia de mil voces que van de un sonido áspero -como el de las garras en el metal de Freddy Krueger- al susurro que eriza la piel.

Lo califican como un tenor lírico. No obstante, Kenny es indescifrable. Es un muchacho que se ríe de sus travesuras, que se inclina a los pies de su baterista para agradecerle de alguna manera ese desenfreno que recuerda sus raíces africanas. Y se contonea como si fuera miembro de una compañía de ballet. Toma un buche de agua, ajusta los botones de la consola y vuelve a dispararse como un cohete espacial. De tal forma que ni el más frío de los asistentes puede resistirse a que el hielo se rompa, aunque no falta el que se sale ufanándose de que tiene mayores condiciones que el invitado.



En la calle hace calor y no hay asomos de aguacero alguno; sin embargo en el Auditorio Mayor cae una lluvia púrpura. Kenny invoca a Prince y lo logra. Suena esa canción que figura en la lista de las mejores 500 de todos los tiempos, según la revista Rolling Stone. Pocos se han repuesto de la sorpresa y Wesley arremete con Rock with you, de Michael Jackson.

¡Bravo! ¡Bravo!, le grita una espontánea de la tercera fila. La emoción se apodera de un muchacho que aplaude en la parte menos indicada. Hasta los dos niños cansones que no saben por qué sus papás los llevaron, se quedan hipnotizados con la voz de quien desafió al destino y no fue militar como su padre o profesor de escuela como su madre.     

La fama no le trasnocha, así que con la misma disposición que realizó su espectáculo, también accedió a tomarse fotos con quien las quiso, a saludar de manera especial a los estudiantes del colegio Fe y Alegría que no se perdieron un segundo de su estadía. Un autógrafo por allí, un saludo en vídeo por allá. Un abrazo, diez abrazos, cientos de abrazos y sonrisas, porque no conoce la cicatería. Wesley no es de esos artistas que en el escenario son unos y en la cotidianidad se transforman en unos ogros que repelen a quienes intentan acercárseles.



Una vez más fueron los particulares los que más aprovecharon el evento. Directivos, docentes, estudiantes y administrativos estaban ocupados o tuvieron una excusa para no ‘trasnocharse’ ese viernes.

Vaya paradoja: Kenny Wesley, todo melodía, todo pasión, todo amistad, se convierte –sin que se lo proponga o le paguen por eso– en el mejor embajador de Estados Unidos, particularmente en estos días en que el magnate Donald Trump enarbola su nacionalismo más furioso, aborrece a la prensa y pone a temblar a medio mundo con sus trinos virulentos.

Viajó a la capital santandereana –como lo hizo a Cali, Manizales, Armenia, Pereira, Bogotá y Medellín–, para la conmemoración del Mes de la Historia Afro-Americana (Black History Month), donde fue presentado por la Embajada de Estados Unidos, la Oficina de Educación y Asuntos Culturales del Departamento de Estado y el Centro Colombo-Americano, como “uno de los artistas jóvenes más originales de la escena jazz en Norteamérica”.



Soulful Nerd o un nerd con alma musical que conmueve con su voz. Así lo dice el programa y él no se incomoda. “Escribe poemas al amor, compone melodías que combinan lo folclórico con el funk, toca el piano con maestría y canta en un rango de cuatro octavas, habilidades que han hecho que críticos lo comparen con el excéntrico y ya fallecido, Prince”.

En el año 2008 publicó su primer disco llamado I’m sorry y en 2013 fue seleccionado para representar a Estados Unidos en el Festival de Jazz de Montreux (Suiza) –el evento musical más importante de Europa–. Luego vino su disco Real thing.

Se inspiró en Alwin López “Al” Jarreau, célebre por tema central de la serie Luz de Luna (Moonlighting) de los años ochenta, y Rachelle Ferrell, entre otras figuras, pero Wesley no puede negar la influencia que ejercieron su abuela, su madre y su hermana en el góspel–la música religiosa propia de las comunidades afronorteamericanas–.



“El color de la voz de Wesley solo es comparable con el oro. Es un momento mágico cuando Kenny y el micrófono se unen”, manifestó Gordon Anthony Chambers, cantante ganador y nominado a varios Premios Grammy.

Así que antes tomar su morral y pensar en su regreso a Berlín (Alemania), ciudad donde reside, Kenny aceptó intercambiar algunas impresiones con Vivir la UNAB, siempre acatando la advertencia de sus acompañantes –“no se refiera a temas políticos”–.

“La música es una expresión de mis sentimientos y por eso no canto ni toco con la mente sino con el corazón. La parte espiritual para mí cuenta mucho siempre y es por eso que hago la música, para inspirar a la gente”, señala, a la vez que subraya que desde el momento en que se despierta cada mañana Dios está presente y se ve reflejado en la letra de sus composiciones como cuando se refiere al carácter del creador.



“Expreso mi vida a través de mi música”, dice, y suelta una risotada cuando le pregunto si se puede hacer jazz sin ser negro.

-¿Qué es negro?

-Su piel.

-Mi piel es café (carcajada)… Los orígenes del jazz claro que vienen de los negros, pero es un género internacional. No se pueden negar los orígenes, pero la música es para todos, no para una raza.

Para no meterme en honduras, entonces le pido un consejo para esa cantidad de jóvenes que anhelan ser músicos y por ese camino alcanzar la fama. “Ser famoso es una cosa; ser buen músico es otra y eso implica educación, disciplina y pasión. Ser famoso es el equivalente a una lotería enorme y hay como un uno por ciento de todos los músicos que llegan a serlo. Entonces no vale la pena pensar en eso, sino en ser un buen músico y un buen ser humano”.



Con su risita de niño travieso Kenny recuerda que sus padres y su tía le recomendaron ser médico y tener una ‘profesión noble’. “Temían que me fuera a involucrar en las drogas, que son los estereotipos del ámbito musical, pero cuando notaron que tenía un don y que no iba a dejar de perseguir ese sueño de ser músico, me apoyaron incondicionalmente”, acota.

Sabe que se puede vivir de la música, pero aclara que de sus ingresos un ochenta por ciento viene por esa vía, mientras que el resto lo deriva de clases y talleres. “Las regalías de mis conciertos las invierto en mi futuro y mi jubilación”, manifiesta, aunque le recalque que apenas tiene 34 años de edad. “Pienso en mi futura familia”, remacha.

No vino a Bucaramanga con el objetivo de cosechar discípulos para el jazz. “Pienso en expresar mi corazón en el escenario y sé que el público puede relacionarse con mi música. Lo que siempre busco y espero haber logrado en la UNAB, es que el público devuelva la energía que tenemos”.


Tampoco recomienda canciones ni autores y cuando le indago por la composición que lo traslada a otra dimensión, el nerdo del jazz sonríe y dice: “¡Una alabanza!”. Entonces empieza a tararear alguna, me da un abrazo y se marcha.