"Mil hectáreas a su disposición". Esta es una de las consignas que encontré al llegar en plan de vacaciones a la Reserva Natural Lagos de Menegua, ubicada 17 kilómetros adelante de Puerto López, departamento del Meta, en la vía a Puerto Gaitán.
Una perla en el corazón de los Llanos Orientales que Colombia comparte con Venezuela. Aves de todos los colores y tamaños, reptiles, peces y primates van apareciendo por donde quiera que uno camina. Y gente amable que con su hablado cantadito está dispuesta a que que el visitante disfrute de tanta belleza reunida en un mismo lugar.
Como estos micos voladores que en el camino hacia el Lago de las Guacamayas movieron incesantemente las copas de los árboles reiterando que ellos son los amos y señores de esos parajes en los que de cuando en vez han visto pasar a un jaguar.
Otro de los platos fuertes de esta reserva son los atardeceres que se pueden apreciar desde el mirador El Morichal, pero también los amaneceres ya que desde las 5 de la mañana cientos de pájaros solitarios o en bandadas empiezan a hacerse sentir y a darle alegría a la jornada.
Lo cierto es que no hay excusa para quedarse solamente en la piscina porque se pueden dar paseos en bicicleta o caballo, montar en kayak o realizar caminatas por entre el bosque preservado a sabiendas de que el aire puro y la conservación de las especies no tienen precio. También están los estanques donde son criadas miles de mojarras y cachamas, así como el Lago del Silencio, donde se puede pescar pavón y yamú, entre otros, o apreciar que ese tronco que se mueve en realidad es una babilla que toma el sol, junto a la cual una tortuga le imita.
Cerca de allí pasa el río Meta surcado por uno y otro y otro ferri que transportan ganado, abarrotes, vehículos y cientos de personas que van y vienen hacia Puerto López o hasta la capital, Villavicencio.
Por esta época la temperatura es fresca en el día, pero no sobra aplicarse bloqueador solar y repelente, ya que el área no está exenta de mosquitos y garrapatas.
Lo único aburrido es el regreso a Bogotá por una serpenteante carretera en la que abundan camiones que ruedan a 20 kilómetros por hora y no se pueden adelantar porque la línea amarilla continua recuerda que está prohibido, hay cámaras por todas partes y si es su día de suerte la multa -con curso de dos horas incluido- le puede costar el equivalente a tres días de estancia en la reserva natural Lagos de Menegua.