(Esta nota la publiqué en la edición 315 del Periódico 15,
en circulación desde el 20 de mayo de 2016 en el Área Metropolitana de Bucaramanga)
El controvertido
exalcalde de Bogotá sigue soñando con ser presidente de Colombia, pero también sabe
a quiénes les cae como un vomitivo. Advierte que para el procurador general “el
principal enemigo ahora es el Papa porque piensa como nosotros en la defensa de
los animales y la naturaleza” y admite un error fatal que cometió en su vida.
“Estas calles y parques me traen muchos recuerdos”, dice con
aire nostálgico Gustavo Francisco Petro Urrego (Ciénaga de Oro, 1960) mientras
la camioneta blindada avanza rauda por la carrera 22 del barrio Antonio Santos.
Se refiere a aquellos tiemposen que como guerrillero del
movimiento M-19 vivió durante un año en Girón y se daba sus pasadas por
Bucaramanga, antes de que agentes del Estado le echaran mano. También a cuando
en compañía de Hugo Chávez Frías –liberado tras el intento de golpe de Estado
en Venezuela de 1992–, pasó en bus por esta ciudad rumbo a la capital de la
República.
Los minutos son contados,así que el listado
de 14 preguntas se va para el carajo. El exsenador y exalcalde de Bogotá tiene
afán de llegar a un almuerzo que un grupo de seguidores encabezados por su
exsecretaria del Interior, Gloria Flórez Schneider, y su amigo Carlos Francisco
Toledo Flórez le tienen en el hotel ‘Ciudad Bonita’.
Es mediodía del jueves 5 de mayo y en Bucaramanga también se
encuentra Alejandro Ordóñez Maldonado –el mismo que lo destituyó e inhabilitó
por 15 años para ejercer cargos públicos–, por lo que podrían tropezar las dos
caravanas,aunque la del procurador general parezca más la del presidente Barack
Obama con tanta policía,ejército, tránsito y hasta ambulancia siguiéndole sus
pasos.
Petro viene a un foro en Neomundodenominado “Cómo gobernar
con los ciudadanos y sin los politiqueros”, pero de paso a medir la temperatura
política de la capital santandereana. La encuesta del pasado mes de abril
elaborada por Datexco Company – Opinómetro para La W Radio y el diario El Tiempo, ubica en el primer lugar de
preferencias al exgobernador de Antioquia, Sergio Fajardo Valderrama, con el
20,8%, luego al vicepresidente Germán Vargas Lleras, con el 15,8%, y a Petro en
un tercer lugar para las presidenciables de 2018 con un 15,4%, por encima del
excandidato uribista Óscar Iván Zuluaga (12,4%) y la excandidata conservadora
Martha Lucía Ramírez (7,2%).
El líder del movimiento Progresistas dice que quiere abrir
un nuevo escenario “no solo a partir del discurso construido sino de la
experiencia lograda en una ciudad (Bogotá) de tal dimensión que nos permite
proyectar un programa y una agenda relativamente posible pero profundamente
democrática bajo lo que hemos denominado la ‘Colombia Humana’”.
Ya no la “Bogotá Humana” en la que gobernó de 2012 a 2015,
sino un proyecto que le permita llegar a la Casa de Nariño, como ha sido su
sueño desde sus días de senador que a nombre del Polo Democrático Alternativo
alcanzó la tercera votación en el país. “No se trata de hacer un nuevo
caudillismo, que no nos sirve para nada. Es más, hacer un caudillismo en muy
peligroso en Colombia porque lo más fácil es eliminar al caudillo. Se trata de
construir una fuerza colectiva”.
Una aspiración que le significaría el reto de reinventarse,
porque hay un nuevo contexto social, histórico y político del país y del mundo,
que ya no es el mismo de cuando militaba en el M-19 junto a Jaime BatemanCayón
y Antonio Navarro Wolf,entre otros, o posteriormente en el Polo junto a figuras
como el senador Jorge Robledo. “Debemos convocar mayorías, no minorías, si es
que queremos realmente acceder al Gobierno Nacional y más aún ambiciosamente al
poder. Sabiendo que el poder ha cambiado de circunstancias y de connotaciones”.
Petro está preparado para todo tipo de sorpresas y por ello
no olvida aquel momento en que ya habiendo sido el candidato presidencial del
Polo se le ocurrió decir: “O Iván Moreno o Petro”. Suponía que le iban a
responder Petro, “pues la gente directiva del Polo dijo que Iván Moreno, y
entonces nos tocó salir corriendo de ahí y nunca más volvimos al partido”.
Con los brazos cruzados, rememora, a alguien se le ocurrió calentarle
el oído con la candidatura a la Alcaldía de la capital colombiana. “Yo no creía
que ante tamaño desfalco que habían hecho los hermanos (Samuel y Néstor Iván)
Moreno Rojas, pudiéramos otra vez gente que estaba en el Polo ganar, pero lo
que vimos fue una enseñanza… una ciudadanía que no estaba articulada al Polo ni
a sus triunfos electorales pero que salía como torrentes, sin que nosotros nos
diéramos cuenta de por qué, y en tres meses se convirtió en la mayoría
electoral de Bogotá. Era la expresión de lo que hoy llamamos una nueva
ciudadanía”.
Casi un milagro, como él lo admite, que le permitió ser
alcalde de Bogotá. Con unos nuevos actores sociales que en su consideración
volvieron a expresarse “en el momento en que Ordóñez determinó darle un golpe
al Gobierno de ‘Bogotá Humana’. Los mismos que afluyeron durante cuatro, cinco
y seis manifestaciones en diciembre de 2013 y enero y febrero de 2014,
tensionando la política nacional y que fue lo que movió finalmente a uno u otro
juez a protegernos hasta el día de hoy”.
Una movilización de las “nuevas ciudadanías” -según Petro-,
que le salvó la ‘chamba’. “Lo que nos sostuvo no fueron los sindicatos, ni el
Polo y ni siquiera el Progresismo, sino una ciudadanía espontánea movida por
rabia ante el golpe de Ordóñez pero de manera mucho más positiva porque sentía
que la agenda política de la ‘Bogotá Humana’ los representaba”. Una Plaza de
Bolívar colmada por gente diversa que es la que este costeño pretende ahora
rescatar a nivel nacional.
Pero como Petro es un tipo que no se puede quedar callado,
se refiere también a su prohibición de las corridas de toros en la Plaza de
Santamaría. “Y los primeros que me cayeron encima fueron los izquierdistas. No
los obreros, ni las señoras de los barrios populares, ni los jóvenes, sino una
aristocracia de izquierda que escribe en El
Tiempo, que nunca le he hecho ningún daño pero que de pronto empezó a echar
groserías contra mí. Antonio Caballero y otros. ¿Y por qué este odio contra
nosotros? El odio deriva exclusivamente de que eran aficionados a los toros. Y
no solamente los izquierdistas, entonces apareció (Alejandro) Ordóñez. Yo
pienso que Ordóñez me sacó de la Alcaldía no porque se creyese mucho el cuento
de que habíamos hecho un desastre en el aseo sino porque le cerramos la plaza
de toros. Y apareció Germán Vargas Lleras y resultó que su hermano era el presidente
de la Corporación Taurina de Colombia. Y apareció un mundo del poder que actúa
de manera tan radical que se hace matar no por sus medios de producción sino
por sus símbolos. Era el lugar donde regocijándose con la muerte del toro,
mostraban sus mejores galas”.
El exalcalde advierte que no se trata de elegirse por
elegirse e incluso cita el nombre del exguerrillero Everth Bustamante García –hoy
senador por el Centro Democrático–, de quien dice que cayó en ese juego y
“hasta se volvió uribista después de dar un triple salto mortal”. “Pero eso no
es sino la expresión de un oportunismo y de una pérdida de valores políticos
que nosotros no podemos tener”, acota.
Como a esta hora del mediodía el reloj está en contra y
Toledo Flórez –hijo del asesinado médico y cofundador del M-19, Carlos Toledo
Plata– me hace caras para que los deje tranquilos de una vez por todas, ahí le
van las preguntas a un Gustavo Petro que teoriza diciendo que “la complejidad
de la sociedad colombiana es mucho más amplia y diversa que encuadrar la
sociedad entre trabajadores y burgueses, o entre pueblo y oligarquía, para
ponerlo en términos más gaitanistas y del M-19”.
¿Tan
desastrosa fue su Administración como sostiene la gran prensa capitalina?
Fue exitosísima. La gran prensa capitalina es propiedad de
los tres hombres más ricos de Colombia. Esos tres hombres son muy responsables
del estado de postración al que han llevado a la sociedad colombiana toda, a su
falta de oportunidades, a la violencia, a su falta de democracia… y obviamente
cuando vieron en su propia ciudad de actividades económicas un gobierno que
hizo lo contrario a lo que ellos produjeron: una sociedad democrática muy viva,
un estallido cultural rotundo, la superación de la pobreza. Solo quedaron 380
mil personas en condición de pobreza en una ciudad que tiene ocho millones de
habitantes. Aun ese esfuerzo ameritaba un gobierno que profundizase esas
políticas, pero al ver todos esos resultados, una juventud esperanzada, que
volvió a tener ganas de espacio, de poder, de vitalidad, como lo que se mostró
allí, pues no les gustó y entraron a generar -bajo el temor que eso se volviera
un proyecto nacional-, una imagen completamente degradada de lo que realmente
fue ‘Bogotá Humana’.
¿Entonces
es bronca lo que tienen contra usted periodistas como Dario Arizmendi, director
de noticias de Caracol Radio?
Es un tema del periodismo y es al periodismo al que le
corresponde discutir realmente, más que al dirigente político. Político y
periodista se parecen mucho porque al final actúan en los mismos escenarios,
pero no es propiamente el político el que debe discutir el tema de la
comunicación social o debe hacerlo en forma más general, no tanto
personalizarla. Le corresponde a los periodistas en general, jóvenes, viejos,
independientes o no, una discusión sobre el tema de la comunicación social en
Colombia, que tiene que ver con la del mundo también. (Jürgen) Habermas, un
filósofo alemán que he estudiado y es el último de la Escuela de Frankfurt,
dice en una entrevista que la violencia es el producto de una ruptura de la
comunicación social. Y vista la comunicación social como la comunicación entre
los integrantes de una sociedad. Si Colombia ha vivido sesenta años de
violencia, por solo hablar de la última, es indudable que tiene un grave
problema de comunicación social, si seguimos a Habermas. Los integrantes de la
sociedad colombiana, en su mayoría antaño eran campesinos y ahora mucho más
diversos, no se comunican. No hay medios de comunicación entre esa enorme
diversidad y ese es el origen de la violencia. Ahora, siguiendo a Habermas, la
paz entonces sería una reconstitución de los puentes de diálogo entre toda esa
diversidad de actores, y eso implica unos medios de comunicación.
Pero lo que uno ve paralelo es que los medios de comunicación
colombianos han terminado es en propiedad de los tres hombres más ricos, que es
un fenómeno más global. Si los que hablan a través de los medios son los más
poderosos de una sociedad, la comunicación social está rota y la violencia
puede continuar por esas circunstancias. Gente como Arizmendi y otros como él
son el jet set de un periodismo bien pago. Es una especie de nata que se forja
en la fuerza laboral del periodismo, muy diferente al reportero, que es en
general el periodista del común, que está proletarizado y le pagan cada vez
menos. Es el que cada vez arriesga más si habla porque no está protegido y
finalmente no tiene medio que no sea de propiedad de los hombres más ricos del
país. Muchos han sido educados en facultades de comunicación muy de la extrema
derecha, del Opus Dei, etcétera. Allí hubo como una planificación que no es
culpa del periodista sino de todo el sistema educativo que llevó a que no
hubiera facultades de comunicación social públicas. Entonces esa nata, que no
es la de la fuerza laboral, está muy bien paga exclusivamente porque son medios
de transmisión de las ideas y de la comunicación de los más poderosos del país,
por tanto vieron en mílo contrario y por eso esa enemistad que incluso se
vuelve personal. Arizmendi no dejó un solo día de insultarme y nunca fui a ese
noticiero. Yo no tengo la actitud de hacer lo mismo, pero habría que clarificar
muchos temas.
Los
hermanos Samuel y Néstor Iván Moreno Rojas por fin condenados por la justicia.
¿Usted siente al menos un respiro?
Pues fue el producto de una investigación. Yo hice dos
grandes. Una que me ocupó diez años, la del paramilitarismo, que llevó a
decenas de senadores a la cárcel. Y no es la cárcel de esas personas lo que me
emociona, sino el haber podido descubrir una realidad que estaba oculta, no
tanto porque no se conociese sino precisamente porque los medios de
comunicación la ocultaban. Y volvemos al tema de los hombres más ricos. No es
porque el periodista quisiera ocultar que estaba ocurriendo un genocidio en Colombia;
era porque los hombres más ricos del país querían ocultarle a su sociedad que
estaba ocurriendo un genocidio. Temas como estos se han visto en Argentina, en
Chile, en la Alemania de (Adolfo) Hitler, en la España de (Francisco) Franco,
pero amerita una discusión: Cómo es que un humilde parlamentario con muy pocos
instrumentos de investigación y solo porque es valiente y por su propia
historia personal hace una investigación que termina llevándose a sesenta
congresistas a la cárcel, y no la hacen los medios de comunicación que eran los
que tenían que haber hecho ese tipo de labor, antes que los jueces que son los
que finalmente determinan.
El siguiente episodio, que es el que usted menciona, es una
sola investigación la que hicimos dado que había una responsabilidad del
partido al que pertenecía esa Administración y fueron militantes del Polo los
que se reunieron a investigar la contratación –Luis Carlos Avellaneda, Carlos
Vicente de Roux y otros ocho–, y lleva a un informe que al final fue el que
abrió los procesos y por último lleva a la cárcel a estas personas. ¿Por qué no
fue hecho por los medios? ¿Por qué otra vez tuvieron que ser unos humildes
militantes, incluso ya sin mayor poder, los que descubrieron todo eso? Y vuelve
y juega. Es por lo mismo. Es que al final en la pirámide del Cartel de la
Contratación bogotano, que es un cartel nacional que no está descubierto, hay
unos empresarios muy poderosos que simplemente siendo corruptos tomaban güisqui
con los dueños de los principales medios de comunicación del país, y se volvían
novios de esas presentadoras de televisión, y sus lobistas –que eran los
lobistas de la corrupción–, eran asesores de las grandes cadenas de noticias de
Colombia. Entonces hay una simbiosis entre corrupción, genocidio, sistema político
y medios de comunicación que oculta la realidad, y solo labores de outsiders, sean políticos como en el
caso mío, o a veces determinados periodistas, logran hacer las investigaciones
que pueden develar ese tipo de sistema corrupto que tenemos.
Usted
junto a personas como a la hoy senadora Claudia López y al analista León
Valencia destaparon el escándalo de la ‘parapolítica’, pero muchos de esos
condenados como Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo y Luis Alberto Gil Castillo ya
están en los clubes como si nada. ¿Qué sensación le queda?
Van saliendo… No, el problema mío no es si están preso o si
están libres. Yo no me congratulo o me entristezco por esos hechos. Lo que me
preocupa es que la misma realidad que los llevó al poder sigue estando. El
primer debate que hice fue sobre Sucre y los primeros presos fueron de ese
departamento, como el senador Álvaro José García y el exgobernador (Salvador)
Arana Sus, asesinos condenados hoy a cuarenta años de prisión y no van a salir
en el inmediato futuro, pero hoy ellos tienen el poder en Sucre, aún desde la
cárcel, y sus familiares los representan y tienen el poder en Sucre, y el
presidente (Juan Manuel) Santos los pone en los cargos para que mantengan el
poder en Sucre. Entonces al final el problema no es cuántos años les pusieron.
El problema es la sociedad misma que permite que los peores criminales los
gobiernen. Y es una sociedad que lo hace porque les compran el voto, y les
compran votan el voto porque las mochilas de dinero andan para arriba y para
abajo, y entonces en cierta forma se dejan comprar porque son pobres y a la
clase que termina dirigiendo esos territorios le conviene que sigan pobres
porque de esa manera se mantiene el mercado del voto y el dinero para
sufragarlo es el robo del erario y el lavado de activos. Entonces se perpetúa
un sistema genocida, de profunda desigualdad social. Cambiar eso es la gracia y
persona que quiera dirigir el país que no pretenda cambiar eso pues está
simplemente buscando una complicidad con el crimen.
Publicaron
en estos días un estudio de popularidad de los alcaldes que dice que su sucesor
Enrique Peñalosa tiene el 62% de reprobación por parte de la ciudadanía,
materia en la que hasta lo supera a usted. ¿Tan mal está Bogotá en manos del
‘doctor’?
Yo salí con el 40% de opinión favorable y 45% desfavorable,
el otro porcentaje es el que dice no sabe/no responde. Para mí no es un dato
negativo después de cuatro años de gobierno y con toda la prensa en contra.
Incluso ese 40% de opinión favorable es mayoritariamente de estratos uno y dos
y juventud, y eso me parece hermoso. Un gobernante no puede tener la aceptación
de todos. Ninguna política pública tiene consenso total. Y cuando son los que
menos tienen en la sociedad y los jóvenes los que están con uno es porque se
gobernó bien. Cuando son los poderosos de la sociedad los que están con uno, y
los pobres no, se está gobernando de una manera profundamente injusta y
depredadora. Lo que le pasa a Peñalosa a comienzos de su gobierno y tener toda
la población popular, la juventud en contra e incluso un apoyo apenas en la
clase media alta y alta, es porque se está gobernando muy mal. Es como un
baldado de agua fría que le cae a la sociedad bogotana y sobre todo a la clase
media que se volvió mayoritaria, que es el gran cambio social en la capital.
Una población que era vulnerable en Kennedy, Engativá y Suba de estrato tres,
va enriqueciéndose relativamente y pasa a adoptar las modalidades de una nueva
clase media, es mayoría electoral y decide abandonar la política de inclusión social
que llevábamos y respaldar a Peñalosa. Por eso es que gana Peñalosa. El baldado
de agua fría debe ser inmenso. No me atrevo a analizar lo que les pasará a estas
personas cuando lo primero que observan es que les quitan el Metro, porque el
estrato tres era el que se iba a subir al Metro. Le quitan el Metro en Kennedy
por donde iba el trazado y le quitan el tranvía en Fontibón. La segunda gran
obra de infraestructura en Colombia, incluso en valor, iba para Fontibón y era
el tranvía que va hasta Facatativá. Y lo primero que hace el señor es
suspenderlo. Los que votaron por él y le hicieron ganar era el estrato tres de
Fontibón. Entonces tiene que haber una decepción muy profunda y una
revaloración de lo que fue ‘Bogotá Humana’.
La gente considera normal ver las alcaldías como qué obras
hizo y las obras las ve como cemento. Una mala manera de ver la obra de un
gobernante porque un gobernante lo hace sobre seres humanos y los primeros
indicadores que hay que evaluar es si los seres humanos viven mejor o peor. Los
metros cúbicos de concreto pueden ayudar a que vivan mejor, o lo contrario, eso
no es una medida objetiva de valoración. Hoy cuando los bogotanos empiezan a
ver lo que les parecía normal en mi gobierno y entonces no valoraban eso, que
se cierran hospitales, que proponen es más Transmilenio, más congestión en los
buses, que suspenden obras como el Cable a Ciudad Bolívar, etcétera, empiezan a
valorar lo que hicimos. Cómo fue que ‘Bogotá Humana’ logró que en Bogotá no
muriera un niño de hambre. Cómo logró que veinte mil jovencitas que se
embarazaban todos los años se cayera a quince mil. Esas cinco mil jovencitas
que cada año dejaron de embarazarse, por qué fue. Pues fue porque aumentó la
calidad de la educación, y fue porque la jovencita sintió que en la educación
tenía una posibilidad de vida que antes no sentía. Cómo es que caen las tasas
de homicidios y de hurtos. Entonces esas explicaciones que tienen una
complejidad que no se mide en metros cúbicos de concreto, pues terminan
empezando a visibilizarse. Usted tiene un señor de clase media que dice, ‘uich,
esos jóvenes pintando grafitis, qué cosa tan horrible’, pues tiene una
percepción del arte respetable y le parece que el muro de un solo color es más
bonito que un muro con muchos colores. El joven que pinta ese grafiti se está
expresando, y cuando se expresa y crea deja de ser violento. Cuando usted le
impide que se exprese y cree empieza a ser violento, entonces el señor de clase
media termina sorprendido porque crece el robo de celulares y no se explica el
que eso se produce con un gran costo, incluso para él desde el punto de vista
personal porque pueden matar hasta por un celular, en que él mismo desactivó
los mecanismos que lo iban a impedir, que era darles espacio y poder a esas
juventudes, así a uno por la edad u otras razones no le gustara. La
intolerancia a la diferencia es lo que lleva a la violencia. Pues hoy la
sociedad bogotana está aprendiendo dramáticamente estas situaciones.
¿El
procurador Alejandro Ordóñez Maldonado se la ‘montó’ a Gustavo Petro?
Sí, claro. Ordóñez es un fascista. Ideológicamente él es
consciente de eso. Es lo que llamaríamos un neonazi, con unas características
latinas y es que es religioso. Los nazis alemanes no eran religiosos pero los
fascistas italianos y españoles sí, y usaron la religión como un mecanismo para
su extremismo ideológico. Hace parte del ‘chulavismo’, recordando un viejo
episodio histórico en Colombia. Pero el ‘chulavismo’ cuando uno lo analiza, que
es una situación que no viví pero lo leo y que en Santander y en muchas otras
regiones fue muy intenso. Ese episodio de la violencia a mediados del siglo XX
es un hijo de la guerra europea, casi que inmediato. Siendo una sociedad muy
rural y no había Internet ni nada, los sectores conservadores de ese entonces
decidieron aplicar toda la ideología de (Benito Amilcare) Mussolini y después
de Franco y lo ponían en sus periódicos y en el gobierno la aplicaron. Entonces
el ‘chulavismo’ está muy implicado con esa visión totalitaria, intolerante a la
diversidad del fascismo europeo, y Ordóñez es un hijo de eso, del ‘chulavismo’.
Es de la corriente política que aún es muy fuerte en Colombia que elimina al
contrincante, que elimina la diferencia. Acaban de matar a un partido como la
UP (Unión Patriótica) y no necesariamente tienen que andar armados porque hay
unos que lo expresan desde el púlpito y hay otros que aprietan el gatillo.
Lo que hizo Ordóñez con ‘Bogotá Humana’ tiene dos grandes
escenarios. El día en que quemó los libros de (Gabriel) García Márquez aquí en
Bucaramanga y el día en que decidió burlarse de la voluntad popular en Bogotá y
tratar de derribar con su medida la ‘Bogotá Humana’. Son dos hechos dantescos.
Un filósofo alemán (el poeta Heinrich Heine) viviendo la historia de su propia
nación decía que los que empiezan quemando libros terminan quemando seres
humanos. Y eso es Ordóñez. Y yo voté por él como senador. Incluso lo hice bajo
un engaño, una ilusión, no digo óptica sino mental. Yo fui comandante del M-19
en Santander en la clandestinidad en la época del Paro del Nororiente, por allá
en el año 87 y aquí había una persona muy amiga nuestra al cual yo visité, un
conservador alvarista llamado Féisal Mustafá (Barbosa). Yo llegué a uno de esos
garajes típicos de las casas bumanguesas y él era el coordinador de la
Resistencia Palestina en Colombia, pero era pues ultragodo. Para mí era un
amigo de la paz pero el ELN lo quería matar y hablé con el ELN siendo jefe del
M-19 preguntando por qué. Ellos decían que era un paramilitar, y yo intercedí
por él y mientras estuve aquí no lo mataron. Pero de alguna manera ese episodio
en mi vida, el contacto con él y charlamos como amigos, incluso él tenía un
peligro porque estaba recibiendo a un comandante guerrillero en clandestinidad
en su casa. Nunca le vi ningún tipo de temor por ello. Después lo llevé hacia
Álvaro Gómez, que alcancé a conocerlo al final de sus días. Hablamos y Álvaro
Gómez cogió un cariño por mí, porque me veía como un jovencito y como una
figura promisoria, y entonces me invitaba a hablar. Y llevé a Hugo Chávez
siendo coronel, todavía no era presidente, a hablar con Gómez Hurtado. Escuché
esa conversación sobre la Constituyente. La idea que tenía Gómez de lo que
había pasado y su evaluación sobre la Constituyente. Le echaba la culpa a
Navarro Wolff de no haber sido radical. Además porque Hugo Chávez cogió esa
tesis hacia Venezuela, que Antonio había condescendido con lo que él llamaba el
Régimen, en una negociación que no era la que había que hacer, que al final fue
inhabilitar los constituyentes y terminamos en un desastre. O sea, Álvaro Gómez
tenía razón. Y esa idea que tuve de estas dos personas después me llevó a
pensar que Ordóñez no por ser conservador podía ser una mala figura en el
Estado colombiano. Fue una equivocación fatal, porque había una gran distancia
entre Álvaro Gómez y Ordóñez. Y es que Gómez Hurtado por su propia experiencia
como dirigente político llegó a la conclusión de que era necesario las
transformaciones y entenderse con quien en otro momento hubiera considerado un
enemigo. Eso fue lo que originó la Constitución de 1991. Alejandro Ordóñez no
es capaz de eso. Ordóñez es no un político de derecha democrática, que yo
podría considerar así a Álvaro Gómez, sino un neonazi.
Piense que
ya estamos en el año 2018. ¿Qué le suelten a Vargas Lleras y a Uribe Vélez para
las Presidenciales?
No creo que Uribe esté aparte de Vargas Lleras. Yo los veo
juntos, piensan lo mismo. A veces he pensado si Santos está proponiendo una paz
para que espere Vargas Lleras y la cague. Pero indudablemente no hay una
distancia muy grande que sea entre ser propietario de empresas y ser
propietario de haciendas, entre Vargas Lleras y Uribe. Y por otra parte
aparece, como ya me sucedió en 2010 con (Antanas) Mockus, la figura que
pareciera no tomar posición con nada, que termina quitando las posibilidades de
un cambio social. Lo hizo Mockus y ahora sería (Sergio) Fajardo. Y nosotros que
tenemos que dirimir primero la unidad del Progresismo y segundo quién. Yo no
estoy obsesionado con eso y además no sé cuál va a ser mi futuro judicial ante
el punto de vista de la decisión del Consejo de Estado de la inhabilidad que
Ordóñez me puso de por vida prácticamente. Mientras eso no se resuelva no puedo
decir que yo voy a ser. Entonces realmente el país va a discutir entre tres grandes
fuerzas de la sociedad: mantener el modelo autoritario, antidemocrático, de los
Vargas Lleras y Uribes, el modelo de manejo del Estado alrededor de los
negocios y sustentado sobre las armas; la política inocua que termina
finalmente arrodillándose a las derechas, que es este tipo de personajes como
Fajardo-Mockus; o un cambio real, no radical, ¡real!, en pos de un país más
justo y democrático, profundamente democrático, una democracia intensa y plena,
que en cierta forma nosotros participamos de eso.
Si usted
volviera a nacer y solamente pudiera cambiar una cosa de su vida, ¿lo haría con
sus cuñados que lo han metido en tantos líos?
(Sonríe) Eso no los escoge el ser humano. Ni siquiera
cuñados, sino concuñados, que es todavía más aleatorio. Después de que usted se
enamoró y se casó con su mujer, con quién se va a casar la hermana de su mujer.
Sí, yo hubiera preferido obviamente unas personas con menos recursos
económicos, porque es el hijo del cultivador de papa más grande Colombia. Nació
en cuna de oro, tuvo la oportunidad de educarse en Estados Unidos, cosa que me
parece muy bien, pero tienen una mentalidad de la vida y de las cosas
completamente diferente a la que mí me correspondió construir.