jueves, 16 de julio de 2015

¿Por qué todos quieren con Didier (Tavera)? (Columna de Isaí Fuentes Galván)

(Columna de Isaía Fuentes Galván publicada el miércoles 15 de julio en el periódico Vanguardia Liberal)

Que las elecciones en Colombia se ganan con plata no es un secreto. Que Didier Tavera de eso tiene bastante, tampoco. Lo que sí parece un secreto es ¿por qué la figura de Tavera logra convocar a griegos y troyanos, a lo peorcito de la política local, en su aspiración a la gobernación?


Antiguos rivales suyos como Horacio Serpa, que en su momento le censuró, ahora parece el Presidente del club de “fans” del aventajado y “buen muchacho”. Varias razones podrían explicarlo, entre ellas, la misma plata. Que Tavera tiene carisma, sí, lo tiene. Que parece un muñeco, sí. Que lo conoce la clase política, también. Que es “buen” candidato, lo es. Que les genera confianza, cierto. La pregunta es ¿por qué les genera tanta confianza? ¿Qué les despierta tanto fervor? Es que créanme, después de ver la foto de Bernabé Celis y Ciro Fernández con el candidato, uno pensaría que está frente al émulo de Gaitán o de Galán. Pero, ¿será cierta tanta belleza?

Tavera, al que desde febrero pasado se le destacan sus “profundas” raíces liberales, se hizo como político de la mano del “Tuerto” Gil y de Hugo Aguilar, siendo secretario de Gobierno departamental de este último y resultando electo en las pasadas elecciones como representante a la cámara por Opción Ciudadana, el partido de Gil (su dueño).

Todos quieren con Tavera, porque con el ganan todos. Todos quedan contentos, todos saben que de alguna manera algo les tocará, hasta a los que no lo están apoyando de frente. Didier representa la unión de casi toda la “clase política” del departamento, a la que no le importa ni el origen de su fortuna, ni cuál es su partido o ideología política, ni cuáles han sido sus logros legislativos en la Cámara de Representantes, ni el futuro del departamento, solo importa que tiene plata y que es un buen producto electoral, fácil de vender. Un candidato para sacar “medio millón de votos”, como lo escribió en su carta el senador Serpa. Pragmatismo electoral. Un candidato para ganar, como sea.


El crujir de los dientes (Columna de Manolo Azuero)

(Columna de Manolo Azuero Figueroa publicada el domingo 12 de julio en el periódico Vanguardia Liberal)


“Están gastando mucho dinero en unas campañas a la Gobernación. No hay que mencionar nombres. La misma gente lo ve en las esquinas… es lo que se llama una verdad pública”, dijo Horacio Serpa, entonces candidato liberal a Gobernador, en el 2007. Serpa se refería a la principal campaña rival, la de Didier Tavera, por Convergencia Ciudadana. Tavera lideraba una masiva inversión publicitaria que copaba a los santandereanos. Su apuesta, azuzada por Luis Alberto Gil y Hugo Aguilar, era por el derroche. Y Serpa, ante esto, desde la columna que mantenía en este diario (que francamente no entiendo cómo mantuvo si era candidato), enviaba mensajes punzantes.

“La mía no es una campaña tramposa. No elude mañosamente las limitaciones en materia de gastos…No compra dirigentes. No entrega regalos ni emborracha a los electores. No tiene dinero para derrochar…Estoy en contra de todos esos malos comportamientos que se han tomado el país y amenazan las sanas costumbres santandereanas”, escribió.

La campaña de Tavera no se detuvo. Al contrario, mientras surgían investigaciones por parapolítica contra sus amigotes y las encuestas daban por ganador al serpismo, arreció con propaganda sucia. Así lo denunciaba Serpa: “Es una verdadera lástima que el proceso eleccionario se haya lesionado de manera tan grave. Aparentemente las cosas marchaban de manera normal. No era así. Sencillamente se confiaba en que el Departamento se podía doblegar con el abuso del poder y el uso de dinero en abundancia. Cuando se hizo evidente que no era así, vino el crujir de los dientes, representado en discursos agresivos, asedio monetario a líderes, panfletos groseros, vallas ofensivas y amenazas del más alto calibre”, escribió en estas páginas. Ante este panorama, por seguridad, Serpa suspendió mucho proselitismo. Ni siquiera volvió a debates con Tavera. “En esta clase de eventos se adoptaba una posición cordial, como si nada estuviera pasando, cuando ocurrían eventos bochornosos. No valía la pena prestarse para tanta doblez”, justificó.

Ahora Didier Tavera, a pesar de la bajeza que demostró hace 8 años (fuera del historial de su papá y de sus amigotes de antaño), es el candidato de Serpa y del liberalismo a la Gobernación de Santander…La memoria, ‘Doctor’ Horacio, sí le está fallando; como usted diría, es una verdad pública.


domingo, 12 de julio de 2015

El salto de Mónica Hernández a ESPN

(Esta entevista la publiqué en la edición 436 de Vivir la UNAB, en circulación desde el domingo 12 de julio de 2015)



El atleta ucraniano Serguéi NazárovichBubka (Lugansk, 1963) fue durante los años 80 y 90 del siglo pasado el número uno a nivel mundial en salto con pértiga y cerró su carrera con 35 plusmarcas en su haber, incluyendo el récord de 6,14 metros que conserva 21 años después. ¿Y esto qué tiene que ver con Mónica Lizette Hernández Castellanos, bachiller del Colegio Santander y estudiante de Administración de Empresas Modalidad Virtual en la UNAB?

Sencillo. Acaba de dar un salto que –guardadas las proporciones– es un enorme logro para alguien nacida en esta breñas hace 29 años. Y es que de Bucaramanga, donde trabajaba como presentadora y periodista deportiva en el canal de televisión TRO pasó a convertirse en miembro del equipo del canal ESPN con sede en la ciudad de Buenos Aires (Argentina).

Su debut fue el pasado 30 de junio, pero la abordé el viernes 26, en medio del estrés de preparar su equipajey perdiéndose el primer tiempo de aquel partido en el que la Colombia de James David Rodríguez y RadamelFalcao García quedó eliminada por la Argentina de Lionel Andrés Messi y Javier Matías Pastore, en la que resultó ser una desabrida Copa América para ambos equipos que llegaron como favoritos.

Ya la habíamos entrevistado en enero pasado cuando ganó el Concurso Departamental de Periodismo ‘Luis Enrique Figueroa’ en la categoría Crónica Deportiva, y en esa ocasión manifestó que aspiraba a más grandes cosas en su vida.

Este es el diálogo‘acelerado’ y bajo el compromiso de no decir ‘ni mú’ hasta que no se instalara en el país del sur, con quien hoy está vinculada al grupo de medios Entertainment and SportsProgramming Network, cuyo propietario es la cadena de televisión estadounidense ABC, a su vez controlada por The Walt Disney Company.

¿En qué consiste su trabajo en ESPN Buenos Aires?
Voy a presentar el noticiero SportsCenter, en la edición que se emite para Colombia, de lunes a viernes a las diez de la noche hora de nuestro país (12 de la medianoche en Argentina), pero puede variar por resultados del fútbol local. Es un programa que el 85 por ciento del contenido gira en torno al fútbol colombiano y del mundo.



¿Por qué razones fue escogida para ese cargo?
No sé. Fue un proceso largo. Nosotros veníamos conversando más o menos hace dos años. Inicialmente les mandé un reel (clip de vídeo) y no les gustó. Después me pidieron otro y me dijeron que ellos estaban pendientes, así que esperara. Hace como cuatro meses les envié un nuevo reel actualizado, con lo que había hecho a finales de año, porque estuve como finalista para presentar un programa de RCN llamado ‘Cancheros’. También les mandé el cubrimiento que hice con el canal WIN durante dos años, y presentaciones de los noticieros en WIN, aquí en TRO y lo que había hecho de reportería. El último reel creo que les gustó. Me citaron a Buenos Aires a unas pruebas. Ya habían llevado a varias ‘niñas’ y como que ninguna les había convencido. Creo que me sirvió el relajo que tuve todo el tiempo, fui muy desparpajada desde el principio, nunca estuve tensionada, y no me asusté cuando llegué al ‘gigante’, porque realmente es un salto muy grande. Les he dicho a mis amigos que es como pasar de repente de preescolar a la universidad. En ningún momento me asustó sentarme al lado de grandes exfutbolistas y periodistas como Tito Puccetti, Martín Palermo, Gastón Pezutti, Jorge ‘El Patrón’ Bermúdez, Enrique ‘Kike’ Wolff, y tenerlos conmigo en una mesa. Es pasar de repente a la plataforma de deportes más grande del mundo.

¿No sirvió la ‘palanca’ de Héctor Fernando García –expresidente de Postobón–, pero sí la de su paisano Tito Puccetti para entrar a ESPN?
Si el término que hay que usar es el de ‘palanca’, no fue Tito, porque el que me estuvo impulsando desde el principio hasta el día de la entrevista con el presidente del canal, Pablo Mamone, y con el productor general Patricio Noguer, fue Andrés Marocco. Él fue quien me recomendó.

Dicen que nadie es profeta en su tierra y creo que eso en mi caso también se aplica. Aquí en Colombia duramos mucho tiempo tocando puertas. No sirvieron las ‘palancas’ de altos cargos en los canales nacionales, y bueno, se dio en Argentina.

No me diga el monto, pero ¿le van a pagar en dólares, en pesos colombianos o en devaluados pesos argentinos?
Me van a pagar en dólares. La economía argentina no es un secreto que no está en su mejor momento. Todo es muy pero muy costoso. Un apartamento de un solo ambiente en pesos colombianos vale 1,3 millones. Un apartamento con una habitación y divisiones vale dos millones.

¿Ese es el ‘precio de la fama’?
Eso dicen. No es tan fácil como la gente cree. Hay que luchar con muchas cosas, porque no solamente es la parte económica, sino que implica un cambio de cultura increíble. Estuve allá diez días y el tema que más me costó fue el de la alimentación, porque comen carne todo el tiempo y yo no soy tan carnívora sino más de frutas, pollo y pescado. Allá no se encuentran asaderos de pollo como aquí o restaurantes de comida de mar tan fácilmente. Estamos acostumbrados a tener las tiendas y supermercados a la mano; allá no es tan fácil. Es una ciudad muy grande. Está dentro de las más costosas del mundo y va a un ritmo completamente diferente que el de una ciudad tan pequeña como Bucaramanga.

No hay ‘pollerías’ –como dicen en Perú–, pero a cambio se va a librar de los vallenatos a todo volumen y a toda hora.
A mí el vallenato me gusta, pero tienes que oírlo para ti porque no puedes obligar a los demás que les guste lo mismo que a ti. Lo que pasa es que Buenos Aires es una ciudad de un ritmo distinto. La rumba empieza a la una de la mañana hasta que te canses. Es una ciudad muy acelerada y dinámica. Habrá que esperar qué viene.



¿Se va en avión y regresará levitando cuando se le ‘suba’ el puesto?
No me atrevo a hablar tan duro, pero creo que una de las características de mi personalidad es mi sencillez y por ser la misma persona siempre. La gente confunde ‘se agrandó’ con la seriedad. La gente no entiende que no puedes estar todo el tiempo ‘pelando el diente’ o estar abrazando a todo mundo. Hay momentos en los que debes tener una posición y tienes que ser seria, y de repente la gente interpreta que es que ya no quieres hablar con ellos. Creo que he sido la misma siempre. Me he sentado a comer en restaurantes muy importantes, pero no tengo problema en sentarme en un andén a tomarme una gaseosa con un amigo. Yo tengo mi carro, que no es de cien millones, pero me sirve para lo mismo que el que tiene una camioneta blindada.

¿Está preparada para el día que le ‘cobren’ que usted no estudió periodismo ni se formó académicamente en el campo deportivo, y que le ‘sugieran’ que mejor se devuelva para su casa?
Me han pasado muchas cosas. El que puede llegar a soportar la presión y la manera particular como se maneja la prensa en Colombia, sobre todo en Santander, pues aguanta lo que sea. Yo aquí me hice callo y creo que pocas cosas hoy por hoy me incomodan, me hacen sentir mal o me hacen sentir menos que otra persona que esté en un canal nacional o que haya ido a diez mundiales o a mil eventos internacionales.

¿Cómo neutralizar ese golpeado acento santandereano?
Mi acento se me sale cuando estoy con mis amigos o más en mi entorno, en mi casa, pero cuando estoy ante una cámara yo siempre he sido otra. De hecho cuando estuve con WIN me dijeron que tenía un acento muy neutro y en Argentina cuando fui a los ensayos no hubo problema por el acento pero sí por el tono. En el periodismo colombiano estamos acostumbrados a la emoción del gol, a la emoción dinámica del mismo deporte. Si escuchas narrar a Javier Fernández es diferente de Tito Puccetti, siendo ambos colombianos, pero haber estado en Argentina le da un ritmo distinto. El colombiano es muy emotivo, de gritar, de hacerse sentir. En eso tengo que trabajar. De hecho voy a tener un entrenador para neutralizar el tono. Un periodista argentino es más calmado, más silencioso por momentos y no hablan tanto como nosotros. Nosotros hablamos ‘por los codos’.

¿Piensa dejar ‘tirados’ sus estudios en la UNAB?
¡Claro que no! Es un reto personal. Yo siempre quise estudiar Comunicación, pero por ciertas razones no se pudo. Dios me dio después la posibilidad después de estar en los medios, que era lo que siempre había querido, pero ya había hecho cuatro semestres de Administración. Entonces quería tener un título y no dejarla a la mitad, así que muy boba si la dejo faltándome un semestre. Hay un compromiso personal, hay un compromiso con la Universidad, hay un compromiso con el doctor Gilberto Ramírez Valbuena (vicerrector Administrativo y Financiero), que no me lo perdonaría nunca. Espero estar en la ceremonia de grados en el mes de mayo del año entrante.

¿Dirá que es de la UNAB?¿Le dará achante? ¿Se inventará una ‘película’?
He tenido la fortuna de llegar a lugares de privilegio. No me da pena decir que soy bachiller del Colegio Santander. No me da pena decir que hice cuatro semestres de Administración en las Unidades Tecnológicas, y cada que me preguntan digo con mucho orgullo que soy estudiante de la UNAB. Tengo mucho que agradecerle a la Universidad, al Programa de Administración de Empresas, a la profesora Rosalba Cadena, quien ha sido súper paciente conmigo y súper alcahueta también, y pues mucho más que agradecerle al doctor Gilberto que ha sido mi alcahueta principal, mi padrino, mi patrocinador en todo. Él no me dice que no a nada. Yo llego aquí con locuras y me dice que sí. Está súper pendiente de mí. Ha estado pendiente de mi carrera y fue uno de los primeros en saber, porque he sido hermética con mis cosas. Cuando me llamaron el 16 de junio, yo le dije que me guardara el secreto. Hay una gratitud y un agradecimiento infinito con la UNAB.

¿Se va a sacar la espina con los canales nacionales que no le ‘cogieron la caña’?
No soy de venganzas, pero varia gente me ha dicho que voy a pisar callos en el periodismo de la región y que me prepare a recibir piedras de otros. La vida lo pone a uno donde tiene que estar y creo que para ser periodista por encima de cualquier cosa tienes que ser buena persona. Hubo gente que no ha creído en mi trabajo, pero otros siempre creyeron y me dieron oportunidades. Yo soy agradecida con WIN por ejemplo porque me dieron la posibilidad de estar con ellos durante dos años y gracias a eso me pudieron ver muchos años. Al TRO le tengo agradecimiento porque fue mi casa durante siete años y allí me dieron la posibilidad de formarme sobre la marcha y sin tener experiencia de nada.
Además, no sé las vueltas que pueda dar la vida y no puedo hablar mal de quienes me dieron la oportunidad. No sé cuánto tiempo vaya a estar en Argentina y si deba regresar a RCN, Caracol o al mismo TRO.

¿Pero eso tampoco significa que en tres semanas se devuelva porque añora eso que algunos apodan ‘el mejor vividero’ de Colombia o porque allá hace frío o no hay Metrolínea?
Completamente descartado que me vaya a devolver en quince días, sí, pero considero que Bucaramanga es la mejor ciudad porque es mi ciudad. Descartado también que piense que me va a quedar grande, porque he asumido retos y he soportado situaciones de mucha presión y esta no va a ser la excepción. Voy dispuesta a ganarme un lugar, a darlo todo, a ‘guerrear’ y a convertirme en la mejor periodista de Latinoamérica.

¿El secreto es leer con habilidad un teleprompter para que nadie la descubra? ¿O habrá que estudiar mucho para que se note que domina el tema?
En Colombia creemos que periodismo deportivo es fútbol, y es el común denominador en gran parte del mundo. Afortunada o infortunadamente es el deporte que mueve masas, pero hay muchos otros como el ciclismo, que es el que se vive más en Colombia. La clave es estudiar. Saber de todos un poquito. No tienes porqué ser experto en todo, pero cuando no sabes preguntas. Estudiar es muy importante. El teleprompter no existe en el periodismo deportivo, porque no puede existir para que estés contando un resumen de cinco minutos, porque si lees el teleprompter no estás viendo las imágenes y no puedes hablar sobre lo que estás viendo. También hay que tener la voluntad de aprender y saber que si bien estás en un canal internacional con los mejores, no eres la mejor. Que llego en la condición de aprender, de querer ser mejor, de ganar protagonismo, porque tal vez en este medio todos los periodistas me conozcan, pero tal vez no tenga audiencia en Bogotá o Medellín. Espero que en un mes o seis meses aquí en Colombia los aficionados del deporte van a saber quién es Mónica Hernández. Es encontrar un equilibrio entre tu profesión y tu vida personal, y saber que si quieres mantenerte en el medio tienes que esforzarte por aprender, por estudiar y por tener la humildad de reconocer que te vayan a corregir, pues porque van a haber errores.

Y que en Buenos Aires nunca jugará de local, sino de visitante.
Siempre voy a ser la visitante, así sea la única mujer, así sea la consentida, así sea la más joven, así sea lo que sea, estoy en un país que no es el mío y en una casa que no es la mía, en la que seguramente tendré que soportar cosas que no soportaría en mi casa.

¿Usted cómo reaccionará al aire aquel día en que un comentarista argentino, como ya sucedió con Elio Rossi, diga que el equipo colombiano es “una banda de malparidos"?
Así como los argentinos tienen su ego, nosotros también lo tenemos. De repente al aire lo pueda contener, y por respeto al televidente no vaya a decir nada. Soy muy diplomática, hermética y en mi trabajo soy pausada. Seguramente no pelearía con él al aire. Él defiende lo suyo y yo defenderé lo mío, pero independientemente de lo que seamos en Colombia, es mi país y a donde vaya siempre los voy a defender, así como defenderé a Santander y Bucaramanga.

viernes, 10 de julio de 2015

Serpa (Columna de Manolo Azuero Figueroa)


(Columna de Manolo Azuero Figueroa publicada en el periódico Vanguardia Liberal el domingo 5 de julio de 2015)

Horacio Serpa es el político más influyente de Santander, en Bogotá. Ante la gran prensa nacional, desde siempre, se ha vendido como un estadista con sentido social; un liberal de izquierda, un socialdemócrata con ideas para alcanzar la paz y reivindicar las oportunidades y los derechos del pueblo, de lo más pobres. Más o menos ese es el cuento, desde antes del FILA hasta hoy. Montado en ese libreto ha sido concejal, congresista, constituyente, ministro, candidato presidencial, vicepresidente de la Internacional Socialista, gobernador, y ahora otra vez senador y co-presidente del Partido Liberal. Desafortunadamente, para el país, a tan significativa trayectoria no ha asistido una convicción elemental: que gestionarlo público exige gobernantes responsables, transparentes y eficientes, que sirvan a los intereses y anhelos de la gente—de los colombianos pobres que Horacio Serpa dice representar—y no a turbias roscas.

No hay que ir muy lejos, aunque lejos de Santander también sobren casos. Serpa ha sido entusiasta promotor, y si no al menos cómplice silente, de dirigentes que han llevado a cabo, como líderes o como principales subalternos, proyectos políticos y gobiernos mediocres. Mediocres por mal gastar recursos públicos y hasta por corruptos. En Bucaramanga, ahí está el caso del corrupto exalcalde Héctor Moreno, que Serpa designó. Y el de su antecesor, Fernando Vargas, a quien Serpa “absolvió” después de que la Procuraduría lo destituyó. Y el de su sucesor, Lucho Bohórquez, que Serpa aún defiende a pesar de todos los abusos que conocemos.

También para la muestra están sus principales candidatos en Santander, Carlos Ibáñez y Didier Tavera. Estos ‘doctores’ tienen en común el haber servido en cargos clave a los ‘turnos’ del clan Aguilar, ambos cuestionados por la dudosa transparencia en la contratación. El primero al del hijo, el segundo al del padre. Didier, además, carga con el lastre de ser el hijo de un fallecido narcotraficante y sobre todo de haber militado en Convergencia Ciudadana cuando ésta sirvió como albergue de la parapolítica.

Viviane Morales ya le dijo no a la hipocresía serpista que rige en el liberalismo. Nosotros, santandereanos, ¿cuándo?


sábado, 4 de julio de 2015

El horror de los ‘falsos positivos’ en Colombia

(Esta nota la publiqué en la edición 295 del Periódico 15, de Bucaramanga, que circula desde el domingo 5 de julio de 2015)

El Periódico 15 revela las partes sustanciales del documento “Evidencias de responsabilidad de generales y coroneles del Ejército colombiano por ejecuciones de civiles”, elaborado por la organización internacional Human Rights Watch (HRW). 

En junio de 2011 un grupo de madres de Soacha vinieron a la Plaza Cívica ‘Luis Carlos Galán’ de Bucaramanga a reclamar justicia por sus hijos asesinados en marzo de 2008 por miembros del Ejército de Colombia en Ocaña (Norte de Santander) y Cimitarra (Santander).  Fue la primera sentencia que se conoció en el país por el escándalo de los llamados ‘falsos positivos’ y una jueza condenó a ocho militares –incluido un teniente coronel– por el homicidio agravado de Daniel Andrés Pesca Olaya y Eduardo Garzón Páez. La Fiscalía determinó que en la “Misión Táctica Marfil” no hubo tal combate con guerrilleros del ELN –como alegaban los uniformados adscritos a la Quinta Brigada–, que las armas que les pusieron a los cadáveres no servían, que las botas eran nuevas, que debajo del camuflado llevaban ropa, lo cual no es usual en la subversión y menos en un clima como el del Magdalena Medio, y que los jóvenes viajaron engañados por un ofrecimiento de trabajo y después de su muerte fueron sepultados como N.N. en Cimitarra. / Foto PVG


El fiscal general Eduardo Montealegre se ha comprometido a que antes de diciembre de este año el país no solamente conocerá los nombres de los máximos responsables de los llamados ‘falsos positivos’, sino que se emprenderán las acciones legales correspondientes contra los ‘cerebros’ de una barbarie que -según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos- alcanzó una cantidad que podría ascender a 5.000 víctimas.

Mientras tanto, una polvareda de enormes implicaciones se ha levantado a consecuencia del informe de 105 páginas que la organización internacional Human Rights Watch (HRW) ha presentado al mundo bajo el título: “El rol de los altos mandos en falsos positivos”.

Y es que con el acostumbrado tono directo que su director para las Américas, José Miguel Vivanco, ha empleado cada vez que tiene que hacer una denuncia sobre Venezuela, México, Cuba o Ecuador, en esta ocasión HRW va directo al grano y afirma que hay “evidencias sustanciales de que los falsos positivos no fueron obra de unas ‘manzanas podridas’, sino que fueron cometidos por la gran mayoría de las brigadas en distintas regiones de Colombia a lo largo de varios años. Cuanto mayor es la cantidad de asesinatos y más parecen responder a un patrón sistemático de ataques, menor es la probabilidad de que los superiores no supieran sobre ellos”.

El modus operandi general de los falsos positivos implicó que los comandantes de unidades tácticas y brigadas debieran realizar una serie de acciones, como emitir “órdenes de operaciones” y otros documentos oficiales para autorizar las supuestas operaciones, asevera HRW, y agrega que “todos los falsos positivos fueron informados oficialmente a comandantes de unidades tácticas, brigadas y divisiones como muertes en combate, y las circunstancias frecuentemente poco verosímiles de los incidentes informados sugieren que estos deberían haber detectado irregularidades”, advirtiendo que “desde 2004, o tal vez incluso antes, se difundieron versiones creíbles sobre falsos positivos, y esto puso a los comandantes en conocimiento de la posibilidad de los crímenes”.

Como era de esperarse, el procurador Alejandro Ordóñez Maldonado reaccionó diciendo que son informaciones “ligeras y envenenadas”, mientras que el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez y el presidente Juan Manuel Santos han salido a cuestionar el documento, a descalificar a la reconocida ong y a defender a capa y espada a las Fuerzas Militares, mientras que los dos últimos insisten en evadir eventuales responsabilidades –Santos fue ministro de Defensa de 2006 a 2009–, pero columnistas como Ramiro Bejarano también se han pronunciado y dicho en El Espectador que “se ve más claro que estos crímenes macabros no fueron hechos aislados sino una política sistemática de exterminio. No de otra forma se explica que el ministro de Defensa de la seguridad democrática, Camilo Ospina, hubiese expedido la resolución que sirvió de base para que se montara esa tenebrosa operación de ejecuciones extrajudiciales”.

Y Antonio Caballero, en la revista Semana, manifestó: “Tres mil asesinados disfrazados con uniforme guerrillero después de muertos. Tres mil asesinatos que a los asesinos les valieron premios, días de permiso, condecoraciones, ascensos. Que yo recuerde, fue sin soporte documental, por simple sentido común, como hace siete años el mismo Juan Manuel Santos, por entonces ministro de Defensa, destituyó de un tacazo a 17 coroneles, mayores y generales por las primeras denuncias de estos mismos terribles y vergonzosos ‘falsos positivos’. Lo que hace ahora HRW es simplemente pedir que se prosiga la tarea que entonces emprendió Santos”.

En opinión de Caballero, “la Fiscalía acaba de llamar a declarar a cuatro generales retirados de alto nivel de los años de plomo de Uribe, incluyendo a uno que llegó a la comandancia de las Fuerzas Militares. Pues tampoco es verdad, como afirma el presidente, que solamente se hayan ‘cometido errores’ en materia de abusos castrenses. Son demasiados ‘errores’. Las habitualmente desdeñadas ‘manzanas podridas’ dentro de la institución han acabado por pudrir el barril”.


Caballero apunta que la denuncia de Human Rights Watch se queda corta. “Está muy bien que se señale la responsabilidad de la alta oficialidad, y no solo la de los cientos de soldados, cabos y tenientes ya condenados. Pero hay que mirar también la de los civiles que les trazaron el camino de las atrocidades. La de los ministros de Defensa, para empezar. Y en particular la de Camilo Ospina, que en 2005 ordenó la política del conteo de cadáveres y les puso precio: una recompensa de 3.800.000 pesos por cada guerrillero muerto. La de su jefe el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez. El cual no solo justificó cínicamente los ‘falsos positivos’, llamando ‘ajusticiados’ a los asesinados e insultándolos después de muertos al insinuar con sonrisita pícara que ‘no estarían allá cogiendo café’, sino que los promovió activamente con su exigencia a los soldados de que mostraran resultados, ciertos o falsos, de victoria. Lo puedo imaginar en sus tan elogiadas rondas telefónicas de mandos militares al amanecer:
–¡Qué, coronel! ¡Y es que su batallón no combate a la Far o qué? ¿Allá no hay terroristas muertos? ¿Me va a tocar a mí ir personalmente?
Y como por milagro empezaban de inmediato a aparecer cadáveres hasta en los más urbanos cuerpos de intendencia. Por eso muchos no quieren que se escudriñe la historia para que se esclarezca la verdad. Puede resultar incómoda”, concluye Caballero.

La Fiscalía General ya citó a comparecer ante un fiscal delegado a cuatro generales retirados: el excomandante del Ejército, Mario Montoya Uribe; el excomandante de la Fuerza de Tarea Conjunta, Ricardo Andrés Bernal Mendiola; el jefe de planeación y transformación del Ejército, Jorge Salgado Restrepo; y al  excomandante de la Quinta División, Henry William Torres Escalante. Pero en la investigación de HRW también figuran el actual comandante de las Fuerzas Militares, general Juan Pablo Rodríguez Barragán, y el jefe del Ejército, general Jaime Alfonso Lasprilla Villamizar.



2002-2008, un periodo aciago
Un indicio de las dimensiones del fenómeno conocido como ‘falsos positivos’ lo muestra Human Rights Watch en el mapa adjunto en el que solamente hace referencia a once brigadas analizadas de un total de 41, una de ellas la 14, asentada en Puerto Berrío (Antioquia) pero con radio de acción en algunos municipios del Magdalena Medio santandereano y que aparece con 51 ejecuciones, o la 15 Brigada Móvil, con sede en Ocaña (Norte de Santander), con 38 ejecuciones.

“Estos casos de ‘falsos positivos’, cometidos a gran escala durante siete años, constituyen uno de los episodios más nefastos de atrocidades masivas ocurridos en el hemisferio occidental en las últimas décadas”, señala HRW, recordando que en septiembre de 2008, el escándalo mediático sobre la ejecución por soldados de hombres jóvenes y adolescentes de Soacha (Cundinamarca), influyó en que el Gobierno se viera obligado a adoptar medidas serias para frenar estos delitos, incluido el pase a retiro de tres generales del Ejército.

La Fiscalía General de la Nación investiga actualmente más de 3.000 presuntos casos de falsos positivos atribuidos a militares. Más de 800 miembros del Ejército de Colombia, en su mayoría soldados de rangos inferiores, han sido condenados por ejecuciones extrajudiciales perpetradas entre 2002 y 2008.

Algunos de los comandantes de las 11 brigadas analizadas posteriormente ascendieron a los niveles más altos de la línea de mando militar y HRW apoyada en datos de la Fiscalía señala que se estarían investigando al menos 44 presuntas ejecuciones extrajudiciales perpetradas por soldados de la 4 Brigada durante el periodo en el cual el general retirado Mario Montoya Uribe –quien fue comandante del Ejército Nacional de 2006 a 2008– estuvo al mando; al menos 113 presuntas ejecuciones extrajudiciales perpetradas por soldados de la 4 Brigada durante el periodo en el cual el general (r) Óscar González Peña –quien fue comandante del Ejército Nacional de 2008 a 2010–  estuvo al mando; al menos 28 presuntas ejecuciones extrajudiciales perpetradas por soldados de la 4 Brigada durante el periodo en el cual el general Juan Pablo Rodríguez –actual comandante de las Fuerzas Militares–  estuvo al mando; y al menos 48 presuntas ejecuciones extrajudiciales cometidas por soldados de la 9 Brigada durante el periodo en el cual el general Jaime Lasprilla Villamizar –hoy comandante del Ejército– estuvo al mando.

“Conforme a datos de la Fiscalía, los casos de ejecuciones extrajudiciales perpetradas por soldados alcanzaron un nivel máximo durante los tres años en los cuales Montoya Uribe estuvo al frente del Ejército, y se están investigando más de 1.100 presuntas ejecuciones ilegales cometidas por agentes del Estado solamente en 2007, que se atribuyen en su gran mayoría a miembros del Ejército”, subraya HRW.

“Las ejecuciones extrajudiciales aparentemente generalizadas y sistemáticas cometidas por soldados de casi la totalidad de las brigadas en cada División de Colombia abonan la conclusión de que los más altos niveles de mando del Ejército deberían, al menos, haber sabido de las ejecuciones, e incluso podrían haberlas ordenado o facilitado activamente su comisión”, recalca el informe.

HRW también dice que su investigación demuestra que los fiscales que investigan casos de falsos positivos enfrentan graves obstáculos, que van desde la falta de cooperación con las investigaciones por parte de autoridades militares hasta amenazas y ataques a testigos clave.

“A siete años de que trascendiera el escándalo sobre los falsos positivos, existen abundantes evidencias que indican que son muchos los oficiales de alto rango del Ejército que tienen responsabilidad por lo sucedido, y es vital que el gobierno realice acciones más enérgicas para asegurar que rindan cuentas. Algunos pasos importantes son disponer que las autoridades militares cooperen con investigaciones sobre falsos positivos, asignar suficientes fiscales para que impulsen tales investigaciones, proteger a testigos y sus familiares, y asegurar que cualquier legislación sobre justicia transicional que se implemente como parte de un futuro acuerdo de paz con la guerrilla no impida la posibilidad de que se haga justicia con respecto a estos delitos. Llevar ante la justicia a los máximos responsables de uno de los capítulos más oscuros del conflicto colombiano no será fácil, pero es una tarea irrenunciable y completamente factible para el gobierno”, expresa HRW en su enérgico llamado.

El análisis de HRW la lleva a decir que en los falsos positivos había similitudes en los perfiles de víctimas, el modus operandi y el móvil, “que principalmente fue una fuerte presión para incrementar el número de bajas, sumada a beneficios otorgados por las muertes en combate informadas. El modus operandi implicó una considerable planificación y coordinación, que incluía desde llevar a las víctimas a sitios remotos hasta asegurar que en cada caso hubiera documentación oficial que certificara que se trataba de muertes legítimas en combate”.

Dos exoficiales de un batallón le dijeron a HRW que, durante un periodo de más de un año, se reunían con el comandante del batallón semanalmente para planificar falsos positivos. “Señalaron que en gran cantidad de casos utilizaban un método similar, que incluía persuadir a las víctimas para que acudieran a un sitio donde habría soldados esperándolas, quienes las ejecutaban y les colocaban armas, y que luego el comandante premiaba a los soldados con días de vacaciones”.

“Otras acciones realizadas por comandantes que fueron indispensables para las ejecuciones incluyen desde autorizar verbalmente el movimiento de tropas durante supuestos operativos, hasta autorizar pagos a falsos informantes y otorgar permisos y otros premios a soldados por presuntas muertes en combate, lo cual contribuía a generar incentivos para estos crímenes”, complementa HRW.

Citando al Relator Especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, luego de asesinar a las víctimas, “las fuerzas militares organizan un montaje de la escena, con distintos grados de habilidad, para que parezca un homicidio legítimo ocurrido en combate. El montaje puede entrañar, entre otras cosas, poner armas en manos de las víctimas; disparar armas de las manos de las víctimas; cambiar su ropa por indumentaria de combate u otras prendas asociadas con los guerrilleros; o calzarlas con botas de combate”. A menudo, los soldados quitaban a las víctimas sus documentos de identidad y otras pertenencias.

Para elaborar el documento más completo que se ha conocido hasta la fecha sobre este tema y que fue analizado por 15, HRW examinó casos en los cuales se informaba que las víctimas llevaban armas cortas –incluso algunas que no funcionaban– en vez de armas de combate típicas; se indicaba que delincuentes comunes que portaban armas livianas habían iniciado ataques contra soldados fuertemente armados; y numerosas muertes en combate eran informadas por unidades que normalmente no participaban en operativos de combate, o en zonas donde no había presencia de guerrillas. El número de delincuentes comunes que el Ejército informó como muertos en operaciones militares aumentó de 27 en 2004, a 325 en 2007 –casi 100 casos más que de miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla más numerosa de Colombia–, y descendió posteriormente a un promedio anual de 5 desde 2009, luego de que el gobierno adoptara medidas para detener los casos de falsos positivos.

Entre las víctimas se encontraban agricultores, menores de edad, personas desempleadas, indigentes, personas con adicción a las drogas, personas con discapacidad mental, líderes comunitarios, personas con antecedentes penales o que habían cometido delitos menores, guerrilleros o paramilitares desmovilizados y, en algunos casos, presuntos colaboradores de la guerrilla o guerrilleros que habían sido detenidos o se habían rendido.

Al menos 19 mujeres que habitaban en Soacha (Cundinamarca) y Ciudad Bolívar (Bogotá) tuvieron que reportar a sus hijos como desaparecidos, buscarlos incesantemente, para finalmente enterarse que habían resultado muertos y presentados como guerrilleros caídos en combate, por unos militares que en muchos casos recibían a cambio compensaciones como días de descanso. La entonces secretaria de Gobierno de Bogotá, Clara López Obregón, y el entonces senador Gustavo Petro Urrego, fueron dos de los más férreos denunciantes de esta barbarie cometida por miembros del Ejército de Colombia para mostrar logros en la lucha contra los movimientos armados ilegales y que puede superar las 3.000 víctimas según las indagaciones de la Fiscalía General. Sin embargo, el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez llegó a decir que: ‘...no estaban recogiendo café’. / Foto PVG

Los falsos positivos –básicamente ejecuciones extrajudiciales y asesinatos– constituyen graves violaciones de derechos humanos. Son además graves violaciones del derecho internacional humanitario aplicable en conflictos no internacionales y, como tales, constituyen crímenes de guerra, explica HRW, quien le hace un llamado al presidente Barack Obama para que “en vista de la evidencia de que numerosos falsos positivos permanecen en la Justicia Penal Militar y que las autoridades militares no han cooperado en forma plena ni oportuna con las investigaciones, Estados Unidos debería suspender la parte de la ayuda militar que depende de que Colombia cumpla los requisitos en materia de derechos humanos”.

Un testimonio tenido en cuenta por HRW es el del teniente coronel retirado Robinson González del Río, quien ha admitido responsabilidad en al menos 27 casos de falsos positivos ocurridos mientras estuvo al mando de unidades tácticas entre 2006 y 2008, y quien le señaló a la Fiscalía: “A usted lo evaluaban por bajas. Esto de las bajas es una política que venía implementando el Señor General Mario Montoya… las diez mejores unidades del país, todos los lunes eran resaltadas por él. Pero esas unidades eran evaluadas por bajas. Porque le pongo un ejemplo: si un batallón ha hecho 40 desmovilizados, y lleva nada más una baja, pero otro batallón llevaba 1 desmovilizado y 4 bajas, estaba por encima el que llevaba las 4 bajas… (En) programas radiales… él le preguntaba a muchas unidades, “¿Cuánto lleva usted sin resultados operacionales?” (Ellos respondían) “Mi General el día de ayer se hicieron dos capturas”. (Y Montoya replicaba) “no, no, no hermano, resultados operacionales, somos un ejército en guerra, aquí lo que vale son las bajas”. Los días que eran el miércoles a domingo los comandantes de las brigadas y de los batallones entraban en crisis porque sabían que el día lunes había que reportar bajas. Si no reportaban bajas, el comandante del Ejército los iba a vaciar, les iba a llamar la atención, los amenazaba con relevarlos”.

Édgar Iván Flórez Maestre, un exteniente del Batallón Calibío (Décima Cuarta Brigada), dijo: “Para el mes de febrero de 2008 tuvimos una reunión en el Centro de Operaciones Tácticas del batallón. En esa reunión estaba mi coronel Ramírez, el nuevo comandante del batallón, quien nos dijo… “cada comandante de compañía me debe responder por un muerto en combate cada mes y la sección segunda me debe responder por tres muertos al mes… En este momento la guerra se mide por litros de sangre. El comandante que no tenga resultados de muertos por mes, tendrá la sanción correspondiente”.

Un exoficial del Batallón ‘Pedro Justo Berrío’ (Cuarta Brigada) indicó a la Fiscalía que luego de que su unidad cometiera varios falsos positivos en 2005, los soldados recibieron 35 días de permiso. Dijo que “cada uno busca su beneficio personal, (los soldados) saben que por cada caso hay unos días de permiso, entonces ninguno de opuso”.

El coronel retirado Luis Fernando Borja, de la Fuerza de Tarea Conjunta en Sucre (Décima Primer Brigada) declaró: “En algunas oportunidades por estos homicidios se daba dinero a los comandos de patrullas. Era el dinero que el Estado daba por inteligencia, mensual. Todos pagos ficticios. Colocaban a una persona ficticia o real que nunca recibía dinero y este iba para el C2 (inteligencia) y se administraba a mi orden”.

Otro caso recogido por HRW es el siguiente: “El 17 de marzo de 2008, el entonces comandante de la Octava Brigada, el General Emiro José Barrios; el entonces segundo comandante de la brigada, el General Jorge Enrique Navarrete Jadeth; y el entonces comandante  de la BCG 57, el Mayor Josué Linares, firmaron todos un documento en el cual certificaban el pago de 2 millones de pesos a un informante por ‘la muerte de dos terroristas’. La Fiscalía posteriormente demostró que los ‘terroristas’ eran en verdad civiles que no estaban armados y que habían sido reclutados en una ciudad cercana”.

En la acusación formal de la Fiscalía contra el Teniente Coronel retirado Henry Acosta Pardo, excomandante del Batallón Birno (Décima Sexta Brigada), por tres falsos positivos en julio de 2007, la Fiscalía señala: “Resulta increíble que avezados delincuentes, como aquellos que se dedican a las actividades del narcotráfico, resulten portando armas obsoletas, corroídas por el óxido, deterioradas, como una pistola y dos revólveres y que llevando granadas consigo, no sean accionadas; pero mucho más inverosímil resulta, que vayan a participar en un combate armado, con una pistola INSERVIBLE”.

(Recuadro 1)
“Uy jueputa la cagamos”
El soldado dijo que su compañía, que estaba adscrita a un batallón de contraguerrillas que operaba como parte de una brigada móvil, secuestró a cinco civiles de un pueblo en el departamento de Guaviare donde estaba instalada, y los retuvo en una finca durante aproximadamente dos semanas. El día de la ejecución, un teniente que estaba al mando de la compañía hizo que cuatro de las víctimas se sentaran en torno a una mesa en la finca. Todas habían sido vestidas con prendas de tipo militar. Luego el teniente ordenó a los soldados que les dispararan, según contó el soldado, quien afirmó que se encontraba aproximadamente a 50 metros de distancia. El teniente regresó a la cocina, vio los “rostros destrozados” y dijo “uy jueputa la cagamos”. El testimonio del soldado indica que creía que el teniente estaba preocupado debido a que todas las víctimas habían recibido los disparos en el rostro, lo cual parecía incongruente con el tipo de combate que tenían previsto informar.

Luego las tropas ejecutaron a la quinta víctima e informaron al “puesto de mando” que se habían enfrentado en combate con 20 guerrilleros, y habían matado a cinco, según dijo el soldado. El soldado señaló que las tropas colocaban armas “muy dañadas” a las víctimas, lo cual resultaba poco realista para él, dado que el frente de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) con presencia en la región contaba con armas de gran calidad.

El soldado dijo que, posteriormente esa tarde, los jefes del batallón, la brigada y la Fuerza de Tarea Conjunta Omega llegaron en helicópteros militares que habían sido movilizados para llevarse los cuerpos, y recompensaron inmediatamente a los soldados: “Nos llevaron pollo, cigarrillos, nos felicitaron. Se fueron y la buena noticia era que nos íbamos de permiso 45 días”.

Según el soldado, la guerrilla tenía una presencia mínima en la zona donde operaba la compañía. Indicó que, al día siguiente a que llegara el teniente para asumir el comando de la compañía, a fines de 2004, este reunió a sus tropas y les dijo que la compañía “estaba muy caída ante los ojos de la Brigada por falta de resultados”. En el término de tres meses, la compañía informó 10 muertos en combate, a pesar de que, en realidad, sólo mantuvo un único combate con la guerrilla durante todo el tiempo en que el teniente estuvo al mando, y en el cual no hubo muertes. Esto indica que hubo circunstancias adicionales que podrían haber levantado la sospecha de los comandantes: en una zona donde la presencia de la guerrilla era mínima, llegó a una compañía un nuevo comandante con el mensaje de que la brigada estaba disconforme con la falta de “resultados” de la unidad, y entonces rápidamente la unidad incrementó la cantidad de muertes en combate informadas.

El nombre del soldado que prestó declaración jurada ante la Fiscalía, el número de radicado y las fechas exactas de mantienen bajo reserva, advierte el informe de Human Rights Watch (HRW).


(Recuadro 2)
El “Informe Suárez”
El “Informe Suárez” de las Fuerzas Militares describe en detalle seis casos de muertes en combate reportadas por el Batallón Calibío entre agosto de 2007 y julio de 2008 en las cuales familiares y/o miembros de la comunidad, entre otros, afirmaron que la víctima había sido ejecutada. Uno de esos incidentes es el asesinato del campesino y líder comunitario Aicardo Ortiz, de 58 años, ocurrido en una vereda de Yondó (Antioquia), el 8 de julio de 2008. El batallón informó que Ortiz era un presunto miembro de las FARC a quien habían disparado y matado después de que este abriera fuego primero contra ellos, mientras realizaban un operativo. Indicaron haberle encontrado un revólver, una granada y una radio, entre otros elementos de guerra.

En contraposición con esto, los vecinos sostuvieron que, temprano por la mañana, un grupo de soldados golpearon la puerta de Ortiz, ingresaron por la fuerza a su vivienda, le dispararon, sacaron su cuerpo afuera y le colocaron armas, según consta en el “Informe Suárez”. Édgar Iván Flórez Maestre, el exteniente del Batallón Calibío, dijo que los soldados orquestaron la ejecución para que pareciera una muerte en combate. Informó a la Procuraduría que él había estado cuando mataron a Ortiz y que se había comunicado con el comandante del batallón, el “Coronel Ramírez”, quien le dijo que un sargento traería un ‘paquete’. Flórez contó que el sargento llego más tarde con una bolsa que contenía uniformes, elementos de las FARC y una radio, y que los soldados los pusieron en el lugar del hecho. (El Teniente Coronel Ramírez Cedeño fue comandante del Batallón Calibío durante al menos parte de 2008, y es uno de los 27 militares que el gobierno pasó a retiro en octubre de ese año. Fue arrestado en 2009 en relación con dos ejecuciones extrajudiciales que supuestamente habrían cometido soldados del batallón en enero de 2008, precisa el informe de HRW).

Ortiz resultó ser el padre de un soldado que había pertenecido hasta poco tiempo antes al Batallón Calibío. Al enterarse de que su padre había sido asesinado, el hijo, Jhon Fredy Ortiz, decidió revelar a las autoridades otros homicidios que la unidad había cometido.


(Recuadro 3)

Brigada Móvil 15
La Brigada Móvil 15 operó en el departamento de Norte de Santander dentro de la Segunda División del Ejército entre 2006 y principios de 2009 –señala el informe de Human Rights Watch–, cuando fue cerrada tras el escándalo de los falsos positivos de Soacha (Cundinamarca). La Unidad de Derechos Humanos investiga en la actualidad 38 ejecuciones extrajudiciales presuntamente cometidas entre 2006 y 2008 por varias de las unidades de la brigada.

La Brigada Móvil 15 fue responsable de los falsos positivos de jóvenes y adolescentes que, con falsas ofertas de trabajo, fueron llevados engañados de sus casas en Soacha y luego ejecutados en Ocaña. Tras la repercusión mediática de estas muertes, el gobierno pasó a retiro al Coronel Rubén Darío Castro y al Coronel Santiago Herrera Fajardo, entonces comandante y excomandante de la Brigada Móvil 15, respectivamente, así como al Teniente Coronel Gabriel de Jesús Rincón Amado, jefe de operaciones de la brigada.

Herrera está siendo procesado –y Rincón Amado ya ha sido condenado–, por el asesinato, en abril de 2007, de un conductor de mototaxi que fue ejecutado por soldados, los cuales informaron que se trataba de una muerte en combate, precisa el informe de HRW.