(Esta nota fue publicada en el Periódico 15, de Bucaramanga Metropolitana, en la edición del 21 de noviembre de 2014).
Detalles e interpretaciones de la sentencia a 14
años de prisión contra el exalcalde de Bucaramanga y exsenador, quien
acostumbrado a anotar canastas de tres puntos se le fueron las luces en sus
ambiciones políticas y económicas. La corrupción por nombre y la concusión por
apellido, persiguen a los Rojas.
Texto y foto Pastor Virviescas Gómez
Se esfumaron los
días triunfales en que el entonces alcalde de Bucaramanga, Néstor Iván Moreno
Rojas, regresaba de sus permanentes viajes por Colombia y el exterior, se ponía
camiseta y pantalonetas anchas y junto a su combo ganaba casi todos los
partidos de baloncesto en las canchas de Las Américas, San Pío o el Parque de
Los Niños.
Hoy, el nieto
del dictador Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), hijo del matrimonio de María
Eugenia Rojas ‘La Capitana’ y de Samuel Moreno Díaz, y hermano del destituido
alcalde de Bogotá Samuel Moreno, ya no tiene motivos para celebrar. Menos aún después
de que la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia dictaminara el
pasado 27 de octubre que el ágil jugador y aún más escurridizo político deberá
pagar una condena de 14 años de prisión por su papel protagónico de ‘armador’ y
cerebro en ese juego de corrupción llamado el ‘Carrusel de la Contratación’,
que saqueó el bolsillo de los capitalinos.
Son 14 años de
cárcel por ser penalmente responsable “en calidad de autor del delito de
concusión, determinador de interés indebido en la celebración de contratos y
autor de tráfico de influencias, definidos y sancionados en los artículos 404,
409 y 411 –respectivamente– de la Ley 599 de 2000”. Por, como lo resumió la
revista Semana, “utilizar sus
influencias para arreglar dos millonarios contratos de la Fase III de
Transmilenio entregados a los primos Nule. Además movió sus hilos para que le
dieran dos bombas de gasolina a su esposa, Lucy Luna, en la vía
Bogotá-Girardot”. Los entendidos han hecho las siguientes cuentas: el 6 por
ciento de dos contratos que superaban los 100 mil millones de pesos, sería en
la veloz calculadora de los Moreno Rojas ‘apenas’ de 6.000 millones de pesos.
En el intermedio
del ‘match’ radicado con el número 34.282, la Corte Suprema también le pide a
la Fiscalía General que investigue la presunta responsabilidad de Néstor Iván
Moreno en los delitos de enriquecimiento ilícito y concierto para delinquir,
con lo cual su derrota pasaría a ser -en términos deportivos- por W.
Nacido el 8 de
febrero de 1961 en la ciudad de Miami (Estados Unidos) e identificado con la
cédula 19.436.718, el médico Néstor Iván Moreno Rojas albergó el sueño de
convertirse algún día en Presidente de Colombia, pero por ahora tendrá que vivir
la pesadilla de permanecer tras las rejas de la penitenciaría de La Picota y
pagar una multa de 275 salarios mínimos legales mensuales vigentes, a lo que se
suma una inhabilidad por 138 meses para el ejercicio de deberes y funciones
públicas.
Quien fuera
senador en los periodos 2006-2010 y 2010-2014, ya había sido sancionado en
enero de 2012 por el procurador general Alejandro Ordóñez Maldonado con
destitución e inhabilidad general para ocupar cargos públicos por 20 años, y
mediante sentencia del Consejo de Estado de marzo de 2013 fue declarada la pérdida
de su investidura como congresista del Polo Democrático, toldas en las que
aterrizó en paracaídas a pesar de la oposición de personas como el hoy alcalde
de Bogotá, Gustavo Petro Urrego, quien junto al concejal Carlos Vicente de
Roux, desde octubre de 2010 ya habían advertido
públicamente en su informe de 100 páginas de toda la corrupción que se escondía
detrás de los primos Nule y sus contactos que le permitieron acaparar la mayor
parte de los grandes contratos en Bogotá y otras regiones de Colombia entre las
que Santander no quedó por fuera.
Capítulo de marrullas e ilícitos que Petro resumió en su
momento en el Periódico 15 diciendo: “Una asociación para delinquir muy
poderosa de empresarios, políticos y funcionarios públicos cuyo propósito de
manera premeditada y a lo largo de toda la Administración de Bogotá era usar la
contratación para transferir recursos públicos hacia el enriquecimiento ilícito
particular de unas cuantas personas. Esa tesis nos llevó a plantear la
expulsión del Polo de (Néstor) Iván y Samuel Moreno responsables por acción y
por omisión de estos hechos, y finalmente ante la apatía que tuvo la mayoría de
la Dirección del Polo (Democrático) sobre este tema, pues nos tocó renunciar al
partido”.
De tal palo tal astilla
El general Álvaro Valencia Tovar, quien fuera comandante del
Ejército Nacional, se refería a Rojas Pinilla, como “el uñilargo”. Eso lo
recuerda el periodista Alberto Donadio Copello, coautor del libro “El jefe
supremo” y columnista del diario El
Espectador, quien sostiene que la condena a Néstor Iván Moreno, “demuestra
que la familia ha mantenido vigente la deshonrosa tradición”.
“Uñilargo” era el apodo que Rojas Pinilla tenía desde cuando
era oficial, un término que según el Lexicón de Colombianismos, escrito por
Mario Alario Di Filippo, no es más que “ratero, ladrón”, según cita Donadio.
El estadista Alberto Lleras Camargo, primer secretario de la
Organización de Estados Americanos (OEA) y dos veces Presidente de Colombia
(1945-46, 1958-62), manifestó en 1958 refiriéndose al ‘Teniente General Jefe
Supremo Gustavo Rojas Pinilla’ que: “Ningún colombiano puede aspirar a
enriquecerse ni prosperar sólo por la acción del Estado, a menos que tenga el
pensamiento de robar a sus conciudadanos”.
Donadio, el mayor investigador y conocedor de las andanzas de
‘Gurropin’, afirma que “El germen del mal pensamiento lo tuvo Rojas Pinilla
desde cuando entró en el ejército. En su primer destino militar el superior
anotó al hacer la calificación anual: ‘Es algo desprendido del servicio por
dedicarse a los negocios particulares’.
En su gobierno –señala Donadio–, “Rojas Pinilla acumuló
hatos, recibió reses, remató el Ingenio de Berástegui en Córdoba, que estaba
quebrado, y que la gente empezó a llamar no Berástegui sino Robástegui. Eso
llevó al senador Belisario Betancur a afirmar luego que ‘el tambor de alambre
de púas llegó a convertirse casi en símbolo de la nacionalidad y a sustituir a
veces los arreos del escudo patrio’”.
Según Donadio, “la herencia le viene a Néstor Iván Moreno
Rojas también por su padre, el político conservador santandereano Samuel Moreno
Díaz, que en febrero de 1955 contrajo matrimonio con la hija del general
–nacida en Vélez, Santander–, que dirigía Sendas, Secretaría Nacional de Acción Social y Protección
Infantil. Moreno Díaz también se enriqueció por la acción del Estado. Recibió
comisiones por la importación de los primeros televisores que llegaron al país
y que distribuía el oficial Banco Popular”.
“En la calle la abreviatura de Sendas se convirtió en Se
Enriquece Negociando Dineros Ajenos Samuel. El senador –y Presidente de
Colombia en el periodo comprendido entre 1966 y 1970–, afirmó en 1958: ‘La Jefatura de Rentas (hoy DIAN) se
convirtió en un antro repugnante, donde a la vez que se cometían los negocios
más ilícitos, donde a la vez que se perpetraban toda clase de delitos, se
utilizaban los instrumentos fiscales para la persecución de los ciudadanos. Se
montó un sistema de extorsión y de explotación realmente inaudito pero todo el
mundo sabe lo que ocurría, y todo el mundo sabe cómo el señor Samuel Moreno
Díaz, yerno del Presidente de Colombia, no dejaba ese negocio, devengando
comisiones y honorarios sin cuento, no por su competencia, porque de nada de
eso entendía, sino simplemente porque bastaba una llamada del señor Samuel
Moreno Díaz para combinar qué resoluciones de revisión se dictaban, de qué
manera se fallaban los asuntos de impuestos’. De aquellos polvos vienen estos
lodos”, concluye Donadio, quien al conocer la decisión de la Corte Suprema
simplemente exclamó: “¡Casi que no!”.
Otra periodista que ha escudriñado la vida, obra y ‘milagros’
de la familia Rojas, pero en especial de los hermanos Néstor Iván y Samuel, es
la columnista de El Espectador, María
Elvira Samper, para quien: “Lo que se hereda no se hurta”.
La periodista Samper, también comentarista en RCN Radio,
comenta que: “Por fin le llegó la hora al exsenador Néstor Iván Moreno Rojas,
el poder detrás del trono de la alcaldía de su hermano Samuel, el hombre que
hizo del IDU (Instituto de Desarrollo Urbano) su fortín burocrático y el centro
de la empresa criminal que se tomó la administración de Bogotá entre 2008 y
2011”.
“Le llegó la hora de pagar por su papel en el llamado
carrusel de la contratación, el gigantesco desfalco a las arcas de la capital:
14 años de cárcel, según fallo de la Corte Suprema, pero le quedan tres
investigaciones abiertas por posible enriquecimiento ilícito y concierto para
delinquir”.
“Por su parte, Samuel, detenido hace tres años, ya fue
acusado ante la Corte Suprema por cohecho propio e interés indebido en la
celebración de contratos, pero el juicio está pendiente debido a maniobras
dilatorias de sus abogados, y está pendiente el fallo de la Procuraduría por
‘falta gravísima’ en la cesión de un contrato. Par de joyas los hermanos Moreno
Rojas”, acota la periodista Samper.
“La historia familiar –prosigue la reportera– está manchada
por la corrupción; sus huellas pueden rastrearse desde la dictadura del abuelo,
el general Gustavo Rojas Pinilla. En enero de 1956, la revista Time cuestiona la largueza del general
con los militares de alta graduación que hacen negocios y cobran comisiones en
las compras para el Ejército, y la laxitud consigo mismo, porque participa en
negocios que pasan que pasan por la Presidencia, y por el fácil acceso a
créditos, gracias a que fichas suyas ocupan cargos claves en algunos bancos.
Meses después, la revista le dedica la carátula que titula ‘Presidente
próspero’, y atribuye su veloz enriquecimiento a negocios indebidos, como el
remate del Ingenio Berástegui por $1,7 millones, pero avaluado en $8 millones,
y él como único postor, y la adquisición de una hacienda sin pagar un peso,
porque le vende la mitad menos valiosa a una entidad oficial, por el millón de
pesos que cuesta toda la propiedad”.
En esta Colombia desmemoriada –como la llamó Gabriel García
Márquez–, María Elvira Samper recuerda que: “Luego de ser derrocado (10 de mayo
de 1957), la prensa, libre de censura, empieza a destapar los negocios turbios
de Rojas. Por ejemplo, en El Independiente
–creado para sustituir a El Espectador
luego de ser clausurado por la dictadura–, Gabriel Cano Villegas escribe un
artículo, ‘El presidente negociante’, que revela cómo el general se ha llenado
los bolsillos en forma indebida, y anticipa casos que luego incluye el informe
de una comisión especial creada para investigarlo, que lleva a la Comisión de
Acusaciones a abrirle investigación formal por abuso de autoridad, concusión e
indignidad por mala conducta, y a acusarlo luego ante el Senado”.
“Entre los hallazgos, el insólito aumento del patrimonio del
general y su esposa (la antioqueña Carola Correa), y el de sus hijos Gustavo,
María Eugenia y Carlos, entre 1952 y 1956, y la constitución de la sociedad De
Patiño Ltda. –su esposa e hijos como accionistas–, que poco después compra tres
haciendas mediante préstamo de la Caja Agraria obtenido por presión al gerente.
A esto, la prensa suma denuncias por créditos de otros bancos también
conseguidos por presión, compra de más fincas, comisiones por contratos, como
el de Lewis Construction Company con el ICT (Instituto de Crédito Territorial),
por el cual tres abogados, entre ellos Samuel Moreno Díaz, yerno del general,
reciben 7% de comisión, y acusaciones contra María Eugenia, la Evita del
régimen, por malos manejos en Sendas, y contra su esposo Samuel por tráfico de
influencias y contrabando de café”.
Historia que concluye el 2 de abril de 1959, cuando Rojas
Pinilla es declarado indigno por mala conducta en el ejercicio del cargo. “Es
decir, por abusar de su posición para obtener créditos bancarios para sí y para
otros, y para enriquecerse en forma indebida. Hoy sus dos nietos están acusados
por corrupción. ‘Lo que se hereda no se hurta’. Se hurtan los dineros públicos”,
subraya María Elvira Samper.
Las 329 páginas
15 se dio a la
tarea de leer las 329 páginas de la sentencia contra Néstor Iván Moreno Rojas,
quien como alcalde de la capital santandereana y con el estilo populista de su
abuelo y su madre, que regalaban muñecas y mercados, tuvo como proyecto bandera
del vaso de leche para los escolares de los sectores marginados, y se vio
inmerso en escándalos como el del contrato de los cepos -inmovilizadores de
vehículos-, los parquímetros, las botella de güisqui que compraba con recursos
públicos en el Club del Comercio –como lo denunció en su momento Vanguardia Liberal–, el Neomundo que no
despegó, la renovación de la carrera 33 -que se quedó frenada en el Parque San
Pío- o el mismísimo parqueadero subterráneo de San Pío, que duró cerrado más de
cuatro años mientras el nieto de Rojas Pinilla se divertía encestando.
“La Corte
encuentra que la mayor gravedad de la conducta concusionaria realizada por
Néstor Iván Moreno Rojas se revela a partir de que siendo Senador de la
República, defraudó las expectativas depositadas por la comunidad en él, y en
lugar de utilizar su investidura en la búsqueda del bien común, la empleó para
cometer delitos”, dice el fallo, cuyo magistrado ponente fue Fernando Alberto
Castro Caballero.
“Igualmente,
aparece demostrado que para la ejecución del comportamiento previsto en el
artículo 404 del Código Penal, Néstor Iván Moreno Rojas se valió del
constreñimiento representado en la amenaza de intervenir indebidamente ante la
administración Distrital para afectar los intereses del Grupo Nule, contratista
de la Capital de la República, si no cedía ante sus pretensiones de que le
asignaran una zonas para la instalación de estaciones de combustible a su
esposa, lo que denota una especial modalidad de conducta que merece un mayor
reproche”, señala el documento conocido por 15.
El cual
concluye: “Ahora, como no vaciló en usar la violencia sicológica y utilizar su
cargo y posición en la sociedad como instrumento para conseguir su protervo
designio, en desmedro de los valores que honran el desempeño del servidor
público, no cabe duda que ello evidencia
una mayor intensidad del dolo, pues estaba decidido a lograr, a
cualquier precio, sus propósitos criminales, sin importaler el perjuicio que
con ello le causaba a la ciudad de Bogotá”.
Así las cosas, el
anapista Néstor Iván Moreno Rojas –exconcejal de Bucaramanga, expresentante a
la Cámara por Santander y exviceministro de Salud en el Gobierno de Ernesto
Samper Pizano–, se une a esa lista de ‘ilustres’ relacionados con Santander que
están en prisión o han desfilado por ella, como el exgobernador Hugo Heliodoro
Aguilar Naranjo (Convergencia Ciudadana); el exsenador Luis Alberto Gil
Castillo (Convergencia Ciudadana); el exgobernador Mario Camacho Prada (Partido
Liberal); el exsenador Alirio Villamizar Afanador (Partido Conservador); el
abogado Ramón Ballesteros Prieto (Partido Liberal); el exrepresentante Alfonso
Riaño Castillo (Convergencia Ciudadana); el exsenador Óscar Josué Reyes
Cárdenas (Partido Conservador y exConvergencia Ciudadana), entre tantos otros.
El consuelo para
Moreno Rojas, detenido el 28 de abril de 2011, es que si no hay más condenas
entonces los 14 años debido a las gabelas del sistema judicial colombiano se
acortarían, y si certifica que leyó, que escribió un libro, que sembró lechugas
o dictó clases para compartir sus habilidades deportivas y mercantiles, en
menos de tres años recobraría la libertad para venir a tomar güisqui en los
clubes o darse un toque de popularidad durmiendo en un cambuche de Ciudad Norte
–como lo hacía ‘La Capitana’ en tiempos de campaña–. Si a Luis Alberto Gil le
hicieron desfile desde el aeropuerto Palonegro, Moreno Rojas anhelaría que
disputen un torneo a su nombre o que al menos sus amigos que le apodaban “Iván,
El Terrible” y hoy le hacen el feo, reaparezcan. Esos coequiperos con los que
viajó a Europa (República Checa) en 2009 a disputar un campeonato de veteranos
–su categoría–, en la que por cierto se caracterizó por reclamar con pataletas
todas las decisiones de los árbitros.
De la citada entrevista con Petro una pregunta y una
respuesta: En diciembre de 2002, el entonces alcalde Néstor Iván Moreno le
aseguró a 15 que su abuelo dictador ha sido el mejor
presidente de Colombia y que él algún día sería considerado como el mejor
alcalde de Bucaramanga. “Ni
el mejor presidente ni el mejor alcalde. Esa es la realidad del país”,
sentenció Petro.