No por casualidad en Ollantaytambo empieza el 'Camino del Inca' que conduce hasta la ciudadela sagrada de Machu Picchu.
La ciudad, fortaleza y observatorio astronómico de Ollantaytambo domina el Valle Sagrado de los Incas, que a su vez es surcado por el río Urubamba o Vilcanota.
Sus gigantescos y pulidos monolitos despiertan asombro entre quienes recorren sus terrazas y constatan la perfección con la que este pueblo (y no los extraterrestres, como algunos siguen creyendo) trasladó, labró y encajó cada una de estas rocas, que en algunos casos pesan dos, tres y hasta más toneladas. Los vestigios del Templo del Sol hablan con claridad de la obra que emprendieron los hijos de estas montañas sagradas, de donde siguen brotando manantiales cuyo origen se desconoce.
Se puede llegar tomando la carretera que de Cusco pasa por Pisaq o la otra variante que pasa por Chinchero (dos horas a lo sumo). En todo caso el paisaje escarpado, salpicado de nevados, lo mantiene a uno ocupado alimentando la imaginación y el espíritu, o tratando de lograr una fotografía 'exclusiva', porque este reino uno de los efectos inmediato que provoca en el forastero, es que no quiera dejar de disparar su cámara.
"Sí se puede", dicen los guías que constantemente suben los escalones y andenes de Ollantaytambo, tratando de estimular al turista que por la altura (más de 2.700 metros sobre el nivel del mar) opta por conformarse con lo visto desde el pueblo.
Pero el esfuerzo es recompensando con una vista espectacular del Valle y el encuentro cara a cara con las ruinas enclavadas en todas las montañas a su alrededor, y el rostro imponente y desafiante de quien parece ser un anciano (sabio por lo tanto) que vigila este lugar donde Manco Inca Yupanqui y sus valerosos hombres resistieron al invasor de a caballo que solo quería calmar su apetito voraz de oro y plata.
Ollantaytambo sigue siendo un punto de referencia para las poblaciones vecinas y para los miles de turistas que encuentran hostales y restaurantes a un cómodo precio. Vale la pena pasar aquí un par de noches tomando mate de coca y luego subirse al tren que lleva a Machu Picchu, la joya de los dioses.
Claro, si no puede vivir sin los centros comerciales y los programas de farándula, mejor quédese en casa.
(Texto y fotos Pastor Virviescas Gómez)