Desde que se conoció el escándalo de Interbolsa, Alberto Donadio ha estado reportando sobre el caso desde su blog en el diario El Espectador. Gracias a ello entró en contacto con clientes, abogados y personajes del mercado de valores hasta convertirse en la voz independiente, constante y fidedi
gna de lo que pasó con esta firma comisionista.
Donadio, autor de libros como ‘Banqueros al banquillo’ y ‘Por que cayó Jaime Michelsen’, que detallan la crisis financiera del grupo Grancolombiano hace 30 años, decidió escribir un libro sobre este caso para divulgar en profundidad y en términos sencillos lo que el llama la crónica de una estafa financiera.
Al contrario de lo que muchos creen no se trató de una pirámide en las que pagan intereses del 100 por ciento sino, como el mismo lo define, de un “monumental abuso de confianza, adobado de fraude y estafa”, agrega. Semana.com.com habló con el y esto fue lo que dijo.
Semana.com: Los directivos de Interbolsa dicen que ellos actuaron bajo la ley y que esto no fue más que un negocio que fracasó, una mala inversión. ¿Cuál es, según usted, el delito que ellos cometieron?
Alberto Donadio: No pueden decir que actuaron ceñidos a la ley. Hurtaron $70 mil millones de una cartera colectiva para dárselos al Grupo Interbolsa, pese a que hay expresa prohibición legal. Le hicieron préstamos a gente condenada penalmente por estafa agravada. Está comprobado que hace más de diez años Interbolsa desviaba la plata de los clientes para inversiones propias. En esa época en cuantía de 1.500 millones de pesos. El año pasado fueron 300.000 millones de pesos. Por eso se quebraron. Compraron Fabricato con recursos de la clientela, que no sabía que su plata estaba en el lugar equivocado. Manipularon el precio de la acción y compraron sin la autorización previa que se exige para la toma de control de una compañía cotizada en bolsa. El principal delito es el abuso de confianza.
Semana.com: ¿Fue un solo cerebro el que estuvo detrás de este fraude o todos están igualmente implicados?
A.D.: Quienes tomaron las decisiones en el 2012 fueron Rodrigo Jaramillo, Jorge Arabia, Álvaro Tirado Quintero y Mauricio Infante. Pero sin duda hay más personas responsables, incluyendo corredores de Interbolsa que hicieron operaciones no autorizadas por los clientes. En el fondo Premium, la cosa es más compleja. Tomás Jaramillo y Juan Carlos Ortiz eran y siguen siendo los dueños del fondo pero dos personas dirigían las operaciones en Bogotá: Rachid Maluf y Juan Andrés Tirado. Ortiz se salió de Interbolsa hace un par de años por una pelea con Rodrigo Jaramillo. Si Ortiz no fue quien autorizó desviar 61 millones de dólares del fondo Premium el año pasado para sostener la acción de Fabricato, ¿quién dio la orden? Muy posiblemente Rodrigo Jaramillo. ¿Tal vez Tomás Jaramillo? Pero alguien giró el cheque. Ese es uno de los secretos que el Dr. Jaime Granados no les ha revelado a los inversionistas que perdieron 174 millones de dólares.
Semana.com: Se dice mucho que aquellas personas que invirtieron su dinero en Interbolsa eran adineradas y que invirtieron allí por codicia, para ganar aún más y que por eso, en cierta manera se merecen su suerte. ¿Quiénes son los damnificados?
A.D.: Por codicia, jamás. Lo paradójico es que los clientes de Interbolsa que tenían acciones, que por definición representan riesgo, no perdieron pues sus cuentas fueron trasladadas a otras firmas comisionistas. Los estafados son los que pidieron inversiones en renta fija, con intereses normales.
Interbolsa los engañó pues tomó sin permiso su dinero para financiar la toma de Fabricato, que era altamente especulativa. He hablado con muchos clientes y la mayoría tenían entre 50 millones y 500 millones de pesos, el valor de un carro o de un apartamento. También hay algunos inversionistas de más calado, pero las víctimas mayoritarias son personas de clase media, que en muchos casos perdieron los únicos ahorros o reservas que tenían. Hay desde estudiantes hasta maestras de primaria, asesoras tributarias, abogados, artistas. No es gente que sale en la lista Forbes.
Semana.com: ¿Qué va a pasar con los directivos de interbolsa? ¿se hará justicia en este caso o como muchos otros escándalos en Colombia va a terminar siendo un problema moral pero no legal?
A. D.: La Fiscalía no ha tomado medida alguna en seis meses. Si existen razones legítimas para la demora, ¿No debería el fiscal Eduardo Montealegre explicarlas? Las víctimas sienten esta inacción de la Fiscalía como otro golpe que reciben del Estado, adicional al de no proteger sus ahorros, confiados no a una pirámide del Putumayo sino a la principal comisionista de la Bolsa de Valores de Colombia.
Semana.com: ¿Cuál es la responsabilidad del gobierno en todo este escándalo?
A. D.: Total y primordial. El presidente de la República es el encargado de la inspección y vigilancia sobre el ahorro privado, por medio de la Superfinanciera. ¿Para qué es esa vigilancia? Para que no le roben la plata al público que la entrega al sector financiero. El superintendente es el encargado de vetar a los banqueros que hacen apuestas con dineros de la clientela o que no gozan de honorabilidad comercial. El Dr. Gerardo Hernández ha reconocido que algunas maniobras, como la estafa de US$ 50 millones con los bonos de Luxemburgo, las conoció después de la intervención. Su deber era impedir esas maniobras, aunque los implicados quisieran ocultarlas. No hubo vigilancia permanente.
Semana.com: ¿Qué va a pasar con la plata de esta gente? ¿La recuperarán? y si es así, ¿de dónde saldrá?
A. D.: La mayor parte de la plata se esfumó. Se destinó a comprar acciones de Fabricato a 90 pesos. Hoy valen 21. En Premium algo se recuperará, la mitad tal vez. En la Cartera Credit tal vez el 70 u 80 por ciento. Pero los accionistas minoritarios lo perdieron todo. La estafa de Luxemburgo es de 90 mil millones de pesos. En los repos sobre acciones de Interbolsa, ¿Por qué no les pagan a las víctimas con las garantías que hizo firmar el superintendente a los accionista de Interbolsa? Lo que recuperen las víctimas será en diez años o más cuando ganen las demandas contra la Nación por falla en el servicio.
Semana.com: ¿Cómo hizo para estar tan enterado de todo el tema viviendo en las afueras de Bucaramanga?
A. D.: El tema parece muy complejo y no muchos periodistas se le miden. Hay poquita competencia. Por eso hasta un periodista de la tercera edad en Bucaramanga puede meter la cucharada. Gracias al blog sobre Interbolsa en elespectador.com, pude entrar en contacto con clientes, abogados, gente del mercado de valores, fuentes que querían contar cosas. Claro que ayuda haber escrito sobre la crisis financiera de 1982 y el escándalo de los fondos de inversión de Jaime Michelsen. Y haber visto actuar a gente recia como don Hernán Echavarría Olózaga y Germán Botero de los Ríos, ex gerente del Banco de la República. Figuras de esa rectitud no hay hoy en Colombia.
---------------------------------------------------------------------------------
Unos hampones bien vestidos
Por Juan José Hoyos (Diario El Colombiano)
Esta vez los truhanes no tienen los mismos antecedentes de los de hace 30 años: sus familias no son de "cunas humildes"; no tienen ojos de vidrio; no cenan en restaurantes venidos a menos; sus oficinas no quedan en edificios de mal gusto, construidos en zonas deterioradas del centro. Son señoritos y señores nacidos en "nobles cunas"; criados en casas lujosas; educados en los mejores colegios; miembros de los clubes sociales más aristocráticos; sus problemas de salud son atendidos por los mejores especialistas en el exterior; cenan en "Andrés Carne de Res". Visten trajes de Armani. Y a veces, en las mañanas, viajan a Miami en jets privados a jugar un partido de golf y regresan en la tarde.
Sin embargo, sus operaciones fraudulentas con el dinero ajeno parecen copiadas de los hampones del Grupo Colombia que estafaron a miles de pensionados y viudas. Ellos, como sus antecesores, recibían a manos llenas miles de millones de pesos de ahorradores a los que les prometían el oro y el moro.
Unos y otros se enamoraron de Fabricato para especular con sus acciones. Ciertas historias de la vida se viven primero como comedia y luego se repiten como tragedia.
Esto fue lo que sucedió, primero, con Félix Correa, y hoy con el cartel de Interbolsa. Con un agravante: la empresa de Félix Correa era una firma de segundo orden, que ofrecía altos intereses para atraer clientes iletrados.
Interbolsa, en cambio, era un cartel con fachada de comisionistas, los más importantes de Colombia. Su presidente era al mismo tiempo el presidente de la junta directiva de la Bolsa de Valores de Colombia. Su maniobra de engaño fue, pues, mayor y más grave su golpe a la confianza pública.
La mayoría de sus clientes eran de Medellín, donde Interbolsa era el rey. Aquí tenía su sede principal, vaya una paradoja, en la misma trágica esquina de la Avenida Oriental con La Playa, donde funcionaba el siniestro Grupo Colombia.
De todo esto trata el nuevo libro de Alberto Donadio publicado por Sílaba Editores. Su título lo dice todo: "El cartel de Interbolsa. Crónica de una estafa financiera".
Donadio ha publicado otros libros ya clásicos en el periodismo colombiano como "Banqueros en el banquillo" y "¿Por qué cayó Jaime Michelsen?".
Según Donadio, Interbolsa rompió todos los récords delincuenciales. Defraudaron escuelas de altas finanzas como la Universidad Eafit; bancos; conventos; colegios religiosos; grandes empresas concesionarias de carreteras, y miles de ahorradores, como María Kamila Pineda, una estudiante de Bogotá de 21 años que perdió a su padre e invirtió en Interbolsa el seguro de vida que él les dejó a sus hijos para financiar sus estudios.
Hay pocas diferencias entre lo que sucedió con el Grupo Colombia y con Interbolsa: el dinero que se robó Félix Correa tasado en pesos de hoy es una bicoca comparado con el billón de pesos que robaron estos delincuentes de cuello blanco.
Félix Correa les robó a viejitos despistados. Interbolsa le robó hasta al Banco de la República.
Tal vez la diferencia más vergonzosa es que a Félix Correa se lo alzó la Policía la misma semana en que el Estado intervino a Furatena. En el caso de Interbolsa no hay todavía un solo banquero detenido. Privilegios que concede el Estado a los delincuentes de cuello blanco.